Es excombatiente de Malvinas, tiene 78 años y sigue solo a la Selección argentina por todos lados
Se llama Dante Camiletti y fue un actor principal allá por 1982. Hoy viaja por el mundo siguiendo a la Selección argentina.
La pasión por el fútbol en la Argentina nos sorprende a cada día y lo seguirá haciendo por siempre. Si a una historia rica entre medallas y trofeos le sumamos el actual momento de la Albiceleste, con un presente como campeón de América y el mundo, toda esa idiosincracia futbolera se vuelve más fervorosa aun.
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Dante Camiletti es un santafecino de 78 años que desde hace mucho vive en Buenos Aires. Estudió en la naval y recorrió el mundo por todo el mundo abordo de la Fragata Libertad. Combatió en la guerra de Malvinas y hoy, con una experiencia admirable, disfruta de las bondades del fútbol y acompaña a la Selección argentina por todos lados.
Dante vivió en persona su primer mundial justamente en nuestro país, en 1978, y luego no paró. Viaja solo y es amigo de la tecnología. De voluntad admirable, Dante se animó a hablar con nosotros y explicar un poco de esta pasión que también se extiende a su Boca querido, con el que fue dos veces a Japón, la primera vez en aquella recordada final de la Copa Intercontinental ante el Real Madrid en el año 2000, con los goles de Martín Palermo.
Camiletti fue uno de "Los 12 del Patíbulo"
Oficiales y suboficiales de las tres fuerzas que combatieron en Malvinas y que hasta el 14 de julio de 1982 -un mes después de la rendición - permanecieron como prisioneros de los ingleses en la islas.
De Ejército: el teniente Carlos Chanampa, los subtenientes José Eduardo Navarro y Jorge Zanela, los sargentos primeros Guillermo Potocsnyak, Vicente Alfredo Flores y José Basilio Rivas y el sargento Miguel Moreno. De la Fuerza Aérea: el mayor Carlos Antonio Tomba, el teniente Hernán Calderón y el alférez Gustavo Enrique Lema. De la Armada: el capitán de Corbeta Dante Juan Ramón Camiletti y el sargento infante de marina Juan Tomás Carrasco, detalla en una nota el portal Infobae.
Diez de ellos caerían prisioneros luego del combate de Pradera del Ganso -entre el 27 y el 29 de mayo- los otros dos, Camiletti y Carrasco fueron capturados días después.
La guerra había terminado, pero de alguna manera continuaba. Ya en San Carlos, los encerraron en una pieza de tres por dos del viejo frigorífico, que tenía incrustada en una de sus paredes una bomba argentina de 250 kilos, sin explotar. Aún conservaba su paracaídas.
Por las mañanas, hacían cola para retirar un termo con te y galletitas y como no disponían de jarros, debieron ir a un basural cercano a buscar latas, que lavaban con el agua de mar.
Dormían en el piso, vestidos, acurrucados, con la boina puesta. Pero lo problemático fue el baño. En uno de los rincones de ese reducido espacio, había un tacho de 200 litros cortado al medio. Cuando alguien lo usaba, el resto debía darse vuelta, hasta que pudieron conseguir una manta con la que improvisaron un biombo. Cada tanto, debían llevar el tacho a desagotar su contenido a orillas del mar.
Hoy a Camiletti le cuesta y se emociona cuándo recuerda aquella absurda guerra. Hoy Camiletti disfruta de ver a Messi y a su querida Selección argentina por el mundo.