El viaje en el globo más grande de Argentina y la historia de los hermanos Montgolfier

En Junín se desarrolla un emprendimiento turístico único en el país por sus características. Memo te invita a subirte y ser un aeronauta más en un paseo por los cielos del Este. Los fotos y los videos de una experiencia increíble.

El día comenzó cuando aún era de noche. En Junín, precisamente en Los Barriales, funciona desde hace casi tres años una actividad turística muy diferente a las tradicionales. Se trata de Mendoza Balloons, un emprendimiento privado que junto al Grupo Aerotec, realiza vuelos en globo aerostático sobre los viñedos del Este. Hasta allí llegó esta semana Memo, para vivir la experiencia y relatarla en primera persona.

Decíamos que aún era noche, apenas habían pasado las 6 am cuando arribamos al lugar del encuentro. El piloto, Javier Barozza, nos esperaba junto a su equipo para comenzar la aventura. Había una familia de Tandil y un señor de Las Heras. Ellos también iban a subir al globo. Cada uno en su cubículo, nos acomodamos rápidamente (porque una vez inflada la nave los pasajeros deben subir en 15 segundos) luego de recibir las instrucciones pertinentes.

Los detalles de cómo se eleva técnicamente y todo eso, podrán leerlos en una entrevista con Barozza y, sin dudas, también valen la pena. Pero ahora, ya mismo, urge contar qué se siente estando ahí arriba. A diferencia de un vuelo en avión (una de las tantas pero tal vez la más importante a mí juzgar), en el globo no hay turbulencia. Así es que te elevás y sentís que estás flotando en el aire, con una liviandad y paz absolutas. Además, en los tiempos que corren, se suma un plus que resulta casi mágico: allí, en el cielo, "no hay covid-19".

O, al menos, la Cordillera de los Andes, los viñedos juninenses, las fincas rivadavienses, el aire suave y cálido sobre el rostro y estar cerca del cielo, el sol y las nubes, ayudan a olvidar completamente por una hora que abajo todavía tenemos que convivir con la pandemia y todos los cuidados que ella implica. "Es como un día de spa", resume muy bien el piloto.

Aeronauta certificada, champagne y los creadores del globo

Así, luego de pasar por esa maravillosa experiencia de volar en globo por los cielos mendocinos, no todo ha llegado a su fin. Es que, una vez en tierra firme, cuyo lugar de aterrizaje varía según el viento, el piloto y los tripulantes lo requieran, comienza la otra parte de la aventura: conocer la historia de los hermanos que crearon el globo, tomar el champagne correspondiente y recibir el certificado que acredita que, desde ése momento, ya sos oficialmente un aeronauta.

"Pueda el viento recibirte con suavidad, pueda el sol bendecirte con sus cálidas manos, que puedas volar tan alto y tan bien que Dios se una a ti en una sonrisa, y pueda Él siempre, posarte nuevamente en los amorosos brazos de la madre tierra", dice la Plegaria del Aeronauta escrita en el certificado, marcando una suerte de simpática creencia que suma naturaleza a la fe.

Una vez que los seis incipientes y felices recién bautizados aeronautas descendemos, junto al experimentado conductor, del globo más grande de la Argentina, nos espera una botella de champagne y un jugo (para los más chicos). Nuestras caras, evidentemente, reflejan cierta sorpresa porque es de mañana y parece una hora poco habitual para beber alcohol. Pero, todo cambia cuando comienza el relato.

"Esta historia empezó desde el origen mismo de la humanidad porque el ser humano siempre tuvo ansias de volar. Miraba los pájaros y pensaba cómo hacer una máquina voladora. Se hicieron muchos intentos pero nada funcionaba, quien más cerca estuvo fue Leonardo Da Vinci pero no lo ayudó la tecnología aunque sí logró muy buenos diseños", comienza relatando Barozza.

Y continúa: "Hasta que en 1.786 en Francia, hubo dos hermanos, los Montgolfier, que junto a la familia Canson (la de las hojas, de ahí su logo), logran diseñar el primer globo aerostático de la historia. Ellos tenían una fábrica de tela. Un día estaban secando una camisa y se dieron cuenta de que cuando se llenaba de aire caliente, se iba para arriba. Así que dijeron si hacemos una gran bolsa gigante eso nos puede elevar y deciden hacer una primera prueba".

Lo que no sabía este par de hermanos era si allí arriba, en el cielo, habría oxígeno. Pues nunca nadie había "subido". Así es que en este primer globo casero colocaron un pato, una oveja y una cabra para hacer la prueba piloto. "Como los animales no se murieron, fueron a hablar con Luis XVI y les contaron de su invento. El marqués d'Arlandes y su amigo, Pilâtre de Rozier, fueron los dos primeros seres humanos en hacer un viaje en globo", narra Javier, cual juglar.

Estos dos arriesgados amigos partieron entonces desde un lugar en las afueras de París. El globo, de aquél primer vuelo, tenía un bracero al que había que colocarle leña para que el calor mantuviera en el aire esa incipiente nave francesa. "Salieron rumbo a lo desconocido, fue todo un acontecimiento: el hombre estaba volando por primera vez", cuenta Barozza con emoción, como si se tratara de la primera vez que hace tal relato.

La leña generaba humo. El marqués y su compañero llegaron, trasladados por el viento, a otro pueblito. "Los que estaban abajo pensaron que era el demonio que está viniendo a la tierra, así que los querían matar. Cuando logran aterrizar el globo, se les vienen encima y el marqués les dice ‘somos franceses'. Pero como no habían manera de que les creyeran, volvió al globo y buscó una botella de champagne para demostrar, con un producto típico de ellos, que realmente eran franceses", rememora.

"Así que luego de cada vuelo, la tradición dice que hay que tomar una copa de champagne. Después del primer vuelo te convertís en aeronauta, que son las personas que pueden navegar por el cielo sin la ayuda de un motor, sólo con el impulso del viento. Y la tradición dice que como fuimos de la tierra al cielo y volvimos a la tierra, debemos beber un poquito de champagne", cerró Barozza al ritmo del chin-chin.


Esta nota habla de:
Patrimonio nacional: Jóvenes vitivinícolas, el futuro del vino argentino
Vinos & comidas

Patrimonio nacional: Jóvenes vitivinícolas, el futuro del vino argentino

El 3er. Congreso Nacional de Jucovi en Lavalle reunió a cerca de 100 jóvenes de cooperativas agrícolas y vitivinícolas de todo el país bajo el lema "Vino Patrimonio Nacional". Un fin de semana lleno de charlas, talleres y actividades que destacaron la importancia del vino en la cultura argentina y el papel crucial de las nuevas generaciones en su preservación y promoción. La columna de Marcelo Calabria.

Observatorio económico