José Zuccardi y la innovación en el túnel del tiempo
El testimonio del tecnólogo Rodolfo Giro, en su encuentro con José Zuccardi. La simbiosis de un innovador del pasado con el que intenta anticiparse al futuro. En esta nota, el resultado de una charla a fondo entre dos innovadores en diferentes rubros.
Solemos vincular a la innovación y con las empresas de tecnológica y software. Sin embargo, la innovación y el conocimiento son transversales y esenciales a todas las actividades humanas. Por lo tanto, la industria madre de nuestra tierra, Mendoza, no es ajena a esto: ampliar la matriz productiva de Mendoza no significa dejar de "regar los viñedos", sino todo lo contrario.
Me parece muy propicio iniciar con la metáfora del "riego". Corrían los años 1950 cuando el ingeniero civil Alberto Zuccardi, tucumano de nacimiento, decidió innovar en la forma de regar de esa época. Tomó ideas de un sistema de riego en base cañerías de hormigón subterráneas que había visto en California, y armó una finca modelo (1963) para mostrar las bondades de esta "diferente" maneja de regar.
Lo importante fue que esa innovación generó no solo que crecieran sus vides, sino también hizo germinar su pasión por actividad vitivinícola. Tanto, que construyó La Agrícola (1968), bodega que hoy se conoce como Santa Julia, y así comienza la historia de su familia, de la que seguramente alguno de sus vinos por nuestras copas ha debido pasar.
Algunos años después en 1976, con 22 años se incorporó su hijo José, quien la dirige desde entonces y al que hoy acompañan sus hijos, Sebastián a cargo de Piedra Infinita en Valle de Uco, Julia a cargo de los desarrollos de hospitalidad como la Casa del Visitante y Miguel, a cargo de los emprendimientos olivícolas.
Sin duda hacen honor a su marca "Familia Zuccardi". Alberto, el abuelo la funda, José, el padre, desarrolla la marca y el mercado, y hoy los nietos se integran por proyectos que son complementarios pero independientes.
La Agrícola -hoy Santa Julia- nació como una bodega trasladista, es decir era productora de vino sin marca y elaboraba volumen propio y para terceros. Ya en los años '80, poco después que se sumara José, el mercado del vino estaba concentrado prácticamente en una sola mano, la de Greco, quien manejaba el precio del vino y generó una burbuja que terminó explotando en 1981.
La caída del Grupo Greco produjo un dominó de calamidades en Mendoza, yo era niño, pero recuerdo la caída del Banco Los Andes, Villavicencio, El Globo y un sin número de historias oscuras de nuestro pasado, lo cierto es que el precio del vino era ficticio de 1 dólar por litro cayó a 0,03 centavos de la noche a la mañana.
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Este fue su momento más duro, debiendo refundar la bodega y tras la crisis, La Agrícola tenía que abandonar su modelo de vino de traslado e integrarse en la cadena de valor. Debió embotellar damajuanas y comenzó a desarrollar su propia red de distribución para vino de mesa en todo el país.
En esos tiempos también el sector comenzó la reconversión de los viñedos hacia varietales de mejor calidad. En 1982 se forma la Asociación de Fraccionadores en Origen, de la que son fundadores, y en 1984 se sanciona la ley de Fraccionamiento en Origen para botellas de 750 cl y 1,5 l.
El fraccionamiento en origen hace que surjan vinos de calidades más altas y permite que los productos lleguen directo a sus consumidores. Algo que Zuccardi entiende muy bien integrando toda la cadena de valor para que el vino recorra todo el camino "de la tierra a la mesa". Esta integración fue la clave según José que permitió salir airosos de la crisis de esa década.
Ya iniciados los 90, llegan las primeras exportaciones en 1992. El INTA aportó el material genético de los varietales y la convertibilidad permite traer mejores equipos de vinificación como tanques y barricas de roble. En 1995 ganan su primer concurso en Irlanda y desde entonces no paran hasta hoy donde Piedra Infinita acaba de ganar como la mejor bodega del nuevo mundo.
Pude felicitar personalmente a Sebastián, quien llegó a ver a su padres luego recibir el premio en Estados Unidos, justo cuando estábamos durante la entrevista.
La integración de su cadena de valor fue la clave para consolidar su crecimiento basados en 4 pilares:
1) Calidad, siempre subir sus estándares y recortar los productos de menor calidad.
2) Innovar, por ejemplo, traer varietales nuevos como el Tempranillo, o poner en valor el Bonarda. En 2009 incorporaron en forma sistemática investigación y Desarrollo
3) Cuidar el Medio Ambiente, con la etiqueta "NoNosDaLoMismo" explican su compromiso con la sustentabilidad, son el primer productor certificado de viñedos orgánicos de Argentina.
4) Generar Comunidad, según sus palabras "el vino, es el lugar y la gente" comenta la anécdota de como su padre, mirando el estado de una vina podía conocer a su productor.
"El vino es un gran comunicador, expresa la identidad de la gente y del lugar donde se produce, nada que no está en el viñedo estará en el vino".
Usina de historias y frases, José y su familia escribieron muchos de los capítulos de la historia de innovación vitivinícola, fueron de las primeras bodegas en recibir turistas y en incorporar un restaurante (Casa del Visitante), establecieron las bases para eventos de degustación abierta como las legendarias degustaciones Anuales de Santa Julia, los mendocinos lo esperábamos casi con devoción religiosa, logrando así imponer su marca no solo en estas latitudes, de los primeros en animarse al vino en lata y muchos ensayos y aciertos escuchando a los clientes y a las nuevas generaciones de consumidores.
Innovando, generando oliva premium con varietales o incluso en sus etiquetas, como en vinos como La Oveja o El Burro, usando pinturas del artista autista Emiliano Pierro o dejando testimonio del trabajo de su gente, como la receta de las empanadas de "la Chacha", o reeditando el libro del poeta mendocino Ramponi, "Piedra Infinita", imprimiendo su huella para que otros puedan seguir el camino.
Moviendo todas las piedras que sean necesarias, cuando hicieron la finca de Valle de Uco, pensaban mover 300 camiones de piedras y fueron de más de 1000, de allí el calificador de "infinita". Bodega, que hicieron con inversión propia, porque como Sebastián dijo en su inauguración, "esta bodega está hecha con botellas de vino".
Y las historias y las frases fluyen como sus vinos...
- "No hay que hacer lo que uno quiere, sino querer los que uno hace"
- "El vino es tracción a sangre, empujado por las personas que lo hacen"
- "La rentabilidad es una condición, pero no es el objetivo"
- "Cada vino transmite una historia que se transforma en una experiencia a momento de tomarlo"
La noche nos encontró en Fray Luis Beltrán, donde se mantienen sus oficinas corporativas y solo me gustaría terminar valorando su concepto profundo de cadena de valor, donde cada paso suma, tanto que ellos inician incluyendo un vivero propio en Santa Rosa, de punta a punta desde sus propias plantas a sus propias redes de distribución para llegar a "la copa" de sus clientes.
Su visión integradora y observando los cambios y gustos de sus clientes los hacer ser una de las familias icónicas que mantienen vivas las tradiciones, pero entregan productos innovadores a casi todos los consumidores del planeta, para que Mendoza sea la Tierra del Sol, del Vino... y también del Conocimiento.