La inversión que puede hacer cualquier mendocino para obtener un rédito inédito

Hay una inversión sin valor económico y generosa en actitudes que asegura un rédito único: ser buenos anfitriones.

Mendoza está repleta de extranjeros, principalmente brasileños y chilenos. La desgracia económica argentina les abre las puertas y, ante ello, hay que reconocer que son pocas las oportunidades de que Mendoza pueda tener trabajo y recursos, de no ser por lo que deja el turismo.

Lo que para los mendocinos resulta oneroso o, directamente, inaccesible, para el turista extranjero es una oportunidad.

Su presencia ocupa hoteles, departamentos, genera consumo en gastronomía y también en locales comerciales. Permiten que la rueda económica que no podemos echar a rodar quienes vivimos aquí, ruede.

Ser buenos anfitriones incluye muchos aspectos actitudinales que cada cual sabrá analizar, compartir, debatir, comprender y aplicar. Desde ser gentiles hasta orientarlos positivamente y evitar que caigan en engaños.

Si se llevan ese gesto que podemos entregar sin que nos cueste un peso, podremos recaudar una nueva visita, una promoción de boca en boca que haga que Mendoza siga estando en su camino y en el de sus amigos y contactos.

Una foto bien tomada y subida a sus redes, lograr que tengan aquí una experiencia más positiva de la que podrían haber esperado, darles nuestra vocación de servicio y permitirles pasar buenos momentos, agradables, dignos de ser recordados, es una inversión además de una condición que, de por sí, ya muchos reconocen de los mendocinos.

Mendoza necesita consolidarse como destino turístico y no solo en momentos en que la moneda valga menos que nada. Y eso se logra con buenos servicios y paisajes, pero también con calidad humana. Y en ello todos podemos hacer una primera inversión que, sin ninguna duda, traerá inéditos beneficios a futuro.