FMI: tres grandes diferencias entre el crédito de la Argentina y el de Chile
Se trata de la primera vez en su historia que el vecino país recurre a un crédito del Fondo y lo hace apuntando a la posibilidad de que persistan a lo largo del tiempo los efectos del coronavirus. Tienen características muy diferentes a las que tiene el programa argentino.
Sorpresa generó el anuncio del Banco Central chileno que confirmó que solicitó un crédito al Fondo Monetario Internacional con la finalidad de fortalecer al campo de acción en caso que se extiendan las dificultades generadas por la pandemia de coronavirus.
Se trata de la primera vez en su historia que el país trasandino recurre a financiamiento del FMI y lo hace apuntando a conseguir una línea de crédito muy diferente a la que el organismo le da a los países que tienen graves problemas económicos, como fue el caso de la Argentina.
El pedido de Chile es para acceder a US$23.800 millones a través de la denominada Línea de Crédito Flexible (FCL , su sigla en inglés), la cual está disponible sólo para países que tienen muy sólidos fundamentos macroeconómicos.
Si se compara, por ejemplo, con el préstamo Stand By por US$44.000 millones que recibió la Argentina durante la administración de Mauricio Macri, algunas diferencias son las siguientes:
Objetivo
-LFC: fue creada para atender la demanda de préstamos de prevención y mitigación de crisis proveniente de países con marcos de política e historiales económicos muy sólidos.
-Stand By: permite al FMI responder rápidamente a las necesidades de financiamiento externo de los países, y respaldar políticas que los ayuden a salir de las crisis y volver a un crecimiento sostenible.
Condiciones
-LFC: los países habilitados gozan de flexibilidad para utilizar la línea de crédito en cualquier momento dentro de un período predeterminado o para tratarla como un instrumento precautorio. Garantiza acceso amplio e inmediato a los recursos del FMI sin condiciones continuas, gracias a la solidez de sus marcos de política.
-Stand By: cuando un país solicita un préstamo al FMI, acuerda ajustar sus políticas económicas para superar los problemas que lo llevaron a tener que pedir financiamiento en primer lugar. Estos compromisos, incluida la condicionalidad específica, se describen en la carta de intención del país miembro (que a menudo contiene un memorando de políticas económicas y financieras).
Calificación
LFC: los criterios de habilitación son la esencia de la LCF y tienen por finalidad demostrar la confianza del FMI en las políticas del país en cuestión y en su capacidad para tomar medidas correctivas en caso necesario. El elemento crucial del proceso de habilitación es una evaluación de que el país miembro cumple las siguientes condiciones:
*Cuenta con variables económicas fundamentales y marcos institucionales de política económica muy sólidos.
*Está aplicando y tiene un historial sostenido de aplicación de políticas muy sólidas.
*Mantiene su compromiso de seguir aplicando estas políticas en el futuro.
Stand By: todos los países miembros que enfrenten necesidades de financiamiento externo son elegibles para acceder a un Acuerdo Stand-By, con sujeción a las políticas del FMI. No obstante, los Acuerdos Stand-By son utilizados con más frecuencia por los países de mediano ingreso (y, últimamente, avanzados).El acceso a los recursos financieros se guía por la necesidad de financiamiento del país, su capacidad de pago y su historial en el uso de los recursos del FMI.
En resumen, y según explicó el mismo Banco Central trasandino en un comunicado, la línea "FCL se puede entender como instrumento destinado a países en situaciones diametralmente opuestas a las de los que requieren programas tradicionales. Tanto es así, que un país que califica para un Stand-by-Agreement (SBA) por definición no puede calificar para una FCL. De este modo, la FCL no acarrea el estigma que podría asociase a países que acuden por ayuda financiera al FMI. Por el contrario, la FCL es un "sello de calidad" ante los mercados financieros internacionales".