El lado bueno de los extremos: un vino de altura, en lo más alto de los Andes

Ignacio Borrás trepó hasta lo más alto de las fincas vitivinícolas de los Andes, en Gualtallaty, y participo del lanzamiento de "Extremos". Aquí lo cuenta todo.

Ignacio Borrás

"Dicen que los extremos no son buenos", reza el dicho. Terrazas de los Andes decidió que lo iba a desmentir, y para eso el día jueves fuimos invitados a El Espinillo, la finca productiva más alta de Gualtallary (1650 metros sobre el nivel del mar) y esto corresponde a la presentación de su nuevo vino ícono, el Terrazas de los Andes Extremo Malbec. 

Para la jornada pudimos recorrer parte del viñedo acompañados por el equipo de la bodega al mando de Lucas Löwi. Durante el día pudimos apreciar algunas calicatas para entender un poco más las particularidades del terroir junto con los agrónomos de la finca. 

Este Malbec se suma a la familia de los Parcel donde encontramos el "Viaje de la Ascensión" de Terrazas de los Andes: una progresión histórica y geológica hacia el cielo, reflejada en una colección de cuatro Malbec de viñedos que se elevan desde el viñedo Las Compuertas, plantado en 1929 en pie franco. viñas a 1070 metros sobre el nivel del mar, hasta El Espinillo, donde se cultiva Extremo en la Parcela 1.

El lado bueno de los extremos: un vino de altura, en lo más alto de los Andes

 "Las uvas de la Parcela 1, con su altitud y un terruño biodiverso, experimentan una maduración más lenta y concentrada", explicó Lucas. "Esto contribuye a su intenso color rojo rubí, su frescura brillante y un perfil aromático elevado que recuerda a las hierbas nativas que crecen aquí", completó.

"Llamamos a este vino Extremo en honor a los desafíos extremos de la viticultura de gran altitud que se requieren para cultivar Malbec en lo que es el viñedo en funcionamiento más alto de Gualtallary, Valle de Uco: El Espinillo a 1650 metros sobre el nivel del mar", dijo el director de la finca, Lucas Löwi.

 "Estas vides son auténticas supervivientes, resistiendo las fuerzas de la naturaleza temporada tras temporada. El riesgo de heladas es muy alto, los vientos fuertes y la amplitud térmica pronunciada; sin embargo, la recompensa en términos de calidad y expresión de las uvas es significativamente mayor".

El lado bueno de los extremos: un vino de altura, en lo más alto de los Andes

 Durante el día también disfrutamos un almuerzo elaborado por la chef de la bodega Noelia Scquizziatto y su equipo, el menú constaba con un bandejeo de queso Provolone, sopaipillas de boniato con trucha y pasteles fritos acompañados del Grand Chardonnay de la bodega, para el plato principal pudimos disfrutar de un Tomahawk ahumado durante 6 horas acompañado con unos papines andinos y maridado con el nuevo mimado de la bodega el Terrazas de los Andes Extremo, y para el postre compartimos unas frutas de estación a la plancha con una crema y un crocante de frutos secos con el vino dulce de Petit Manseng.

El lado bueno de los extremos: un vino de altura, en lo más alto de los Andes

En cuanto a Terrazas Extremos Malbec de Finca el Espinillo, puedo decir que es un vino con características únicas, que nos demuestra la versatilidad del Malbec dependiendo del terroir donde lo encontremos. Presenta un color rojo profundo con tonalidades rubí. 

El lado bueno de los extremos: un vino de altura, en lo más alto de los Andes

En nariz posee una explosión de aromas, si bien encontramos frutas rojas frescas como cereza o frambuesa creo que lo que resalta del mismo es los aromas herbales que recuerdan el tomillo, el romero, la carqueja entre otros. 

En boca presenta una entrada elegante, con una buena acidez que refresca la boca, aparecen los sabores que se nombran en nariz por lo cual nos entrega un vino extremo pero redondo, sobre el final de la boca encontramos un toque mineral que nos invita a seguir tomando. 

Creo que es un vino que demuestra las hostilidades con las que convive la planta en un terroir como el de la finca ubicada a 1650 metros sobre el nivel del mar y que con el correcto trabajo de Lucas y su equipo encontramos un Malbec realmente único y que hasta puede ser confundido con algún otro varietal.

El lado bueno de los extremos: un vino de altura, en lo más alto de los Andes

La producción de este vino es realmente limitada, en promedio se producen unas 1.000 botellas por añada y salen al mercado argentino a un valor aproximado de $170.000 pesos y en los Estados Unidos unos 200 dólares.

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