Enrique Chrabolowsky: "Hay que pensar en vinos que en relación precio - calidad, resulten accesibles"
Crítico "posta", no maquilla sus opiniones: la experiencia y la dedicación lo avalan para poder actuar de tal manera. Multifacético, su vida es una montaña rusa de acciones. Hoy despunta el vicio en CNN Radio, pero no solo eso. Cómo ve a Mendoza, a los periodistas y al vino.
Enrique Chrabolowsky estudió primero Ingeniería y luego Medicina, pero se quedó para siempre en el periodismo. "Me era más fácil escribir. Me enamoré de la palabra escrita y su poder, hasta el contacto con la kriptonita, que lo destruyó bastante".
Hiperactivo, hoy es una de las voces de CNN Radio (93.9) en Mendoza, la señal que comanda el siempre emprendedor Juan Pablo Candisano.
En su recorrido pasó por el diario Mendoza, "con una carrera meteórica, impulsado porque era el tuerto en un jardín de ciegos y mi inquietud por descifrar los códigos de la profesión", dijo. Al respecto, recordó que "fue una época de premios y castigos fuertes, bah, de piñas en la nariz que no permitían repetir errores". "Subí a bordo de un cohete hacia las falsas mieles de las estructuras. Era como un conscripto dando órdenes a oficiales poco leídos y mañosos. Fue dura mandar cuando uno no tiene ese don. Era permisivo o perverso. El término medio era una quimera. Y sufría", rememoró en diálogo con Memo.
¿Cómo se toma el vino? Clase magistral de Chrabolowsky
Repasó entonces aquellos años: "Pasé mucho tiempo así odiando y amando la pseudo cima. Estuve a punto de dejar todo, hasta que el humor me salvó. Casi no me equivocaba. Y me dio nuevo aire. Tuvo otras tareas como prensero, hasta que caí en Los Andes".
De allí sacará del arcón de los recuerdos: "Otra historia con estructuras vetustas, donde la premisa era cerrar temprano. Chorizos frescos. Empecé casi barriendo piso y pronto tuve mi propia estructura con 7 suplementos en la semana y disfrutando mucho. Una buena época haciendo un periodismo creativo y con contenido. Rompiendo ritos e incorporando tecnologías. Con un gran grupo que luego tuvo un rol en esta historieta".
Y entonces, elevó una copa. "Allí, casi por casualidad descubrí el vino, y nunca más me baje de ese tren. En el medio escribí tres veces la Vendimia y no fui ajeno al arte".
Hoy mira hacia atrás y da cuenta de que "el vino me dio mucho, pero lo mejor fue amigos. Viajé mucho, fui jurado por el mundo y sobre todo aprendí lo bueno y lo malo. Disfruté de exclusivas degustaciones, escribí en la clásica revista Cuisine&vinos, fundada piel irrepetible Miguel Brascó, programas de radio, TV, etc...". Y se entusiasmaría en ponerle palabras a los puntos suspensivos. En síntesis, como Neruda, confesó que ha vivido. Y lo sigue haciendo.
Como si todo eso fuera poco, Chrabolowsky organizó y todavía hoy preside el "Grupo Clos de los 8" junto a los enólogos más destacados hace más de 20 años y "Vinos de la Cordillera", el primer encuentro hacedores de vino de Chile y Argentina.
"Junto a Michel Rolland, winemaker número 1, con el crítico más importante del mundo, escribimos el libro Vinos de Argentina. Reeditado tres veces en tres idiomas", contó, pero advirtió tristemente: "No seguimos, a la gente no le divierte leer".
En cuanto al devenir de su vida personal, confesó que "tuve varias parejas, cuyo número me voy a reservar, y tres hijos que más allá de sus logros profesionales, distinguen un tinto de un blanco".
Provocador a cada paso, dejó picando una pelota para patearla en alguna otra oportunidad: "Listo; otro día cuento partes más oscuras".
- ¿Llegó la hora en que hay que criticar a los críticos? ¿Dónde quedaron los saberes culturales que fueron reemplazados por sensaciones impactantes y cambiantes, de acuerdo a los ánimos del público o la dictadura histérica de los algoritmos?
- La magnitud y velocidad de los cambios trae aparejado muchos ruidos que ensordecen, incluso los más lentos. Es casi una batalla perdida donde nuevos paradigmas se incorporan con una naturalidad asombrosa, como parte de un plan donde nada debe permanecer sin lesiones. Una lucha asimétrica, donde la ética se desmorona. Poco se comprueba o analiza, se da por cierto como parte de un dogma aparentemente sin fisuras.
Nada nuevo para la historia, algo nuevo para muchos donde la cultura es apenas un refugio donde esconder el idioma, las conductas, el buen gusto, el respeto por los demás... en fin, una actitud crítica, y repito, profundamente apegada de una ética que debería ser plástica en su cascarón, pero en esencia inmutable.
El rol de la crítica, es un estado que el crítico alcanza con el tiempo y cuando se tienen claros los rumbos de los nuevos vientos. Donde criticar es una ayuda y no una actitud enemiga. Cuando no se mancha con la falta de independencia ni intereses personales. Por eso, la escasez de críticos válidos es alarmante. Nadie, en nombre, por ejemplo, del buen gusto, desea inmolarse gratuitamente señalando errores con el riesgo de perder privilegios. Mucho menos dedicar tiempo y esfuerzo para formarse. Es más cómodo sumarse al coro de los halagadores seriales.
- Lo que les pasa a los supuestos "foodies" y "wine lovers" le pasa también al resto del arte? ¿Hay algo para ver o leer que pueda orientarnos?
- Son modas que muchas veces parten de conocimientos que carecen y necesitan apropiarse para tener voz y voto en espacios crecientes y algo etílicos. Muchos disfrutan con sus pares de un nuevo vocabulario y ejercen cierta actitud crítica. Está bien. Con los vinos sucede algo similar pero es más sencillo. El lenguaje puede ser más corto y despierta mucho entusiasmo. También está bien. No son tan masivos, ya que la gran mayoría de los jóvenes y no tanto, no siempre tiene los recursos económicos para ir a un restaurante de lujo pedir vinos de alta gama, a veces inalcanzables.
Pero lo más divertido es escucharlos pedir ayuda: "¿Dónde aprendo de vinos?", "¿Estudio para sommelier o enólogo?". Siempre respondo lo mismo. "Es como recibirse de veterinario para comer un choripán". El vino se aprende tomando.
Dada esa falta de interlocutores medianamente válidos, para revelar los secretos de vinos y comidas, se arrojan a los brazos de los influencers, una suerte de oráculos con el saber universal adquirido , que seguramente les darán bellas y faciles respuestas muy bien envasadas y pagadas.
Es la respuesta más fácil: amigos.
- ¿Qué hay de bueno en el mundo del vino por fuera de las medallas, premios y redes sociales?
- Medallas, premios y redes sociales hay en sobreabundancia. Para las bodegas, sirven. Se promocionan sus productos con costos relativamente bajos. Y logran ventas.
En lo personal, tengo mis dudas, ya que me comprenden las generales de la ley, sobre los mecanismos de algunos de estos eventos. No soy de los que compraría un vino por una medalla o un puntaje, sigo confiando en mi sentido común y mi capacidad de elegir lo que me gusta. Y si me equivoco, no desparramo culpas.
Cada empresa tiene su política de marketing, aunque los patrones son cada vez más parecidos. Hay mucho intercambio de personal en esas áreas, y las estrategias se viralizan.
- De todos modos, ¿es tan malo que las firmas se apeguen a los reconocimientos por mérito? ¿O es que se está exagerando al respecto?
- Cada uno hace lo que quiere o puede. De todas maneras los presupuestos de marketing tienen su influencia en el costo final del producto. Se apegan a los que le sirve. Si un crítico internacional les da un mal puntaje (cosa cada vez más rara) se enojan. Si los premian como el mejor del mundo, se alegran.
Me divierte la cantidad de títulos en prensa y redes cuando anuncian que determinado vino, enólogo o bodega es la mejor del mundo. Y como el mundo es grande, hay cada vez más títulos otorgados, en muchos casos por la iluminación del paladar de un elegido de los dioses organolépticos.
- ¿Por dónde debería pasar, a su criterio, el periodismo en estos tiempos en que cualquiera informa y cada persona arma su agenda de conocimientos más por la fe que por el contraste entre lo ficcional y lo real?
- El periodismo especializado, debería especializarse de verdad. Invertir horas y darse cuenta si tiene condiciones para juzgar un vino. El rol más común, es el de comunicadores, dando noticias de las bodegas, nuevos productos, charlar con los enólogos, visitar las bodegas, celebrar aniversarios, nuevas bodegas, pases de enólogos, y otros detalles que a algunos les importan.
- ¿Cómo está Mendoza en términos generales y en qué aspectos cree que debería cambiar, y hacia dónde?
- Mendoza está bien, gracias. En el mundo del vino se ha avanzado mucho, muchísimo. Hay nuevas generaciones de profesionales que están tomando nuevos lugares y haciendo vinos sorprendentes. Se están incorporando nuevas variedades que acompañan al Malbec, y prácticamente es muy difícil encontrar vinos malos. El objetivo de la calidad está siempre presente y el país se mira con más respeto en ese exclusivo club.
Sería interesante una política a largo plazo de aumentar la base de consumidores a partir de vinos que sean apreciados por los jóvenes y marcar las tendencias con datos ciertos. Y si fuera posible -hoy no lo es- pensar en vinos de relación calidad precio más accesibles.
Bonus: Chrabolowsky en las redes, muy divertido (además de informativo)
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