Cómo impactó la pandemia en las cuentas públicas argentinas
Un estudio realizado por José María Gasparini para CIPPEC da cuenta del crecimiento del protagonismo del Estado en medio de la pandemia de covid-19. El BCRA ha cobrado un rol protagónico en el financiamiento del Estado nacional asistiéndolo con $800.000 millones entre marzo y mayo.
"Las cuentas de la Administración Pública Nacional argentina en tiempos de Covid-19" se llama el último documento publicado por los equipos del think tank CIPPEC, con datos duros sobre el flujo de fondos durante la pandemia en el país. El trabajo que tiene la firma de José María Gasparini deja en claro el fuerte rol del Banco Central en el financiamiento de las políticas públicas y compara lo que sucede hoy con el registro anterior para cobrar dimensión de la situación.
En los puntos clave del informe, Gasparini y CIPPEC dan cuenta de los siguientes elementos, textualmente:
- Cuando se declaró la pandemia de covid-19, la Argentina se encontraba en un escenario de frágil situación fiscal y en medio del proceso de renegociación de la deuda pública.
- La pandemia y las medidas que se tomaron para paliar su impacto deterioraron fuertemente la posición del tesoro nacional. Las cuentas públicas muestran el fuerte activismo del Estado nacional para enfrentar la pandemia con medidas que han tenido el triple objetivo de atender las necesidades del sistema de salud, ofrecer cierto grado de protección social, cuidar el empleo y dar continuidad de las empresas y, por último, asistir a las tesorerías provinciales.
Composición del gasto de la Administración Pública Nacional por finalidad, antes y después de las medidas del aislamiento, en % del gasto total
- Los problemas fiscales no son nuevos, pero en un contexto de crisis se acentúan y se vuelven más visibles. En este sentido, en los últimos 5 años el déficit de la Administración Pública Nacional (APN) promedió el 5% del PBI, a pesar de que el déficit primario (que excluye los intereses de la deuda) mostró una tendencia decreciente. Desde marzo de 2020 los ingresos, excluyendo la transferencias de utilidades del Banco Central de la República Argentina (BCRA), acumularon una caída del 25% anual, mientras que los gastos registraron un aumento del 20%. Como consecuencia, en los tres últimos meses el déficit fiscal de la APN alcanzó los $880.000 millones y en el año ronda el 3% del PBI.
- A su vez, la pandemia desatada por el covid-19 trajo consigo un cambio en las fuentes de financiamiento de la APN, así como la distribución y composición del gasto público. Por un lado, con el mercado de capitales cerrado para el financiamiento, el BCRA ha cobrado un rol protagónico en el financiamiento del Estado nacional asistiéndolo con $800.000 millones entre marzo y mayo. Por el otro lado, el incremento del gasto tuvo como objeto las transferencias hacia el sector privado y las provincias, cuya principal finalidad fue atender las necesidades sociales, apoyar a las empresas y asistir a las tesorerías provinciales.
Composición de los ingresos de la Administración Pública Nacional, antes y después de las medidas de aislamiento, en % sobre el total de ingresos
De esta manera, la pandemia dejará un mayor deterioro fiscal. Recomponer la salud de las cuentas públicas requerirá de un fuerte y preciso ejercicio de administración del Estado, tanto para equilibrar las cuentas públicas, como para evacuar la liquidez utilizada para financiar al tesoro nacional.
El informe
Argentina está sufriendo los impactos de la pandemia desatada por el covid-19. La capacidad económica del Estado para dar respuesta a las crecientes demandas ciudadanas en términos sanitarios, sociales y económicos es frágil. Por un lado, con una posición fiscal ya muy débil y en medio del proceso de renegociación de la deuda pública, las fuentes de financiamiento tradicionales -por ejemplo, impuestos y deuda- del Estado nacional están deterioradas y agotadas.
Por el otro lado, las únicas medidas efectivas para evitar el contagio y el consiguiente colapso del sistema sanitario, por el momento, son mantener el aislamiento y distanciamiento social, así como también pautas básicas de higiene. Estas medidas que son eficaces en el manejo de la situación que impone el covid-19, afectan el nivel de actividad económica, reducen la producción de bienes y servicios (contracción de la oferta agregada) y, en una segunda instancia, la generación y distribución de ingresos de las familias (caída demanda agregada). De esta manera, estimular la demanda agregada para potenciar el nivel de actividad económica, cuando la oferta se contrae, tiene poco para ofrecer en la actual situación porque el problema recae sobre la oferta de bienes y servicios.
En este contexto cabe preguntarse: ¿cómo impacta la pandemia y las medidas sobre las cuentas públicas? La pandemia y las medidas de aislamiento social redujeron fuertemente la recaudación e incrementaron el gasto del Estado nacional. En este sentido, los ingresos tributarios y los aportes y contribuciones a la seguridad social fueron los que más afectaron la caída en la recaudación.
Con los mercados cerrados por la renegociación de la deuda, el Banco Central tuvo un rol central en el financiamiento del tesoro nacional. Por otro lado, las erogaciones del Estado nacional crecieron aceleradamente y se concentraron, principalmente, en cuidar y proteger a los sectores sociales más vulnerables, a las empresas y asistir a las provincias. Esta dinámica cambió significativamente la composición del gasto, elevando la participación del gasto social y el destinado a los sectores económicos.
En este marco, la estrategia fiscal debe continuar apuntalando el tejido social y productivo en niveles que minimicen los daños generados por la pandemia, pero brindando estímulos temporales y no permanentes. Una política fiscal que busque impulsar el nivel de actividad económica con una gran inyección generalizada de recursos, financiada sostenidamente con la asistencia del Banco Central y sin un plan de fuerte de absorción monetaria, no arrojará buenos resultados. A su vez, y en medio de una posición de las finanzas públicas débil, es necesario generar espacio fiscal para atender las demandas y contar con cierta flexibilidad para enfrentar un escenario cambiante y dinámico.
Por ello, es deseable utilizar herramientas que permitan un escrutinio sistemático del gasto para reasignar las erogaciones hacia las nuevas prioridades y, al mismo tiempo, promueva la efectividad del gasto público. De esta manera, los estímulos fiscales deberían enfocarse hacia la mitigación y control de los daños generados por el covid-19, teniendo una mirada sistémica para enfrentar una situación dinámica.
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