Si bien la macro está funcionando bien, la actividad económica aún no responde
El Gobierno mantiene a raya a la inflación y baja el riesgo país, pero la economía demora en retomar un ritmo normal. La columna de Rodolfo Cavagnaro.
El gobierno de Javier Milei le puso mucha atención a resolver los desequilibrios de la macro, como era la inflación, la volatilidad del dólar y los problemas derivados del endeudamiento el Banco Central. En este sentido, se puso como primer objetivo que el Tesoro tuviera superávit primario, para no tener que pedirle emisión de pesos al Banco Central.
En este trayecto, se generaron picos inflacionarios al liberarse los precios, sobre todo en los meses de diciembre y enero. Esta situación impactó en los salarios y provocó mucho miedo en la población y los comerciantes y empresarios, muchos de los cuales generaron aumentos preventivos y esto aceleró el deterioro de los salarios de trabajados y jubilados. Todo confluyó en una brutal recesión, de la cual, al parecer, se estaría saliendo de forma muy lenta.
La situación de la macroeconomía parece estar encarrilada, tanto que el gobierno se animó a proclamar el inicio de la fase 2. Esta fase consiste en rescatar la totalidad de los instrumentos de deuda del Banco Central en poder de los bancos y cambiarlos por otros bonos en poder del Tesoro. De esta manera, el BCRA ya casi no tiene instrumentos de deuda y el saneamiento de las cuentas de la entidad era uno de los principales objetivos.
Otro de los objetivos era mejorar la posición de reservas internacionales de la entidad rectora ya que, al haber cepo, el BCRA se tiene que hacer cargo de las deudas y para ello necesita de los dólares de los exportadores, pero también debe proveer a los importadores. El Gobierno confiaba en que la mejora se podía sustentar en menos erogaciones del área energética y mayores ingresos por exportaciones de granos.
La realidad es que los exportadores de granos no han liquidado como se esperaba porque querían presionar por la reducción o eliminación de las retenciones, lo que no ocurrió, más allá de las promesas del Gobierno de hacerlo en cuanto sea posible. Pero, además, se les complicó el panorama internacional porque el precio de la soja bajó a niveles que se registraban hace más de 20 años, al caer por debajo de los us$350 la tonelada (en el gobierno de Cristina Kirchner llegó a us$600). Lo mismo ocurre con el maíz, cuyo precio bajó del nivel los us$150, cuando había llegado casi us$280.
Esto complica el panorama de futuro, sumado a que los últimos fríos vienen a romper la balanza energética favorable de los últimos dos meses, por tener que hacer mayores importaciones de gas. Ahora el Gobierno está tomando previsiones para el próximo verano, a efectos de que no se produzcan cortes, lo que, posiblemente, implique la necesidad de importar.
Ahora, a fines de setiembre vence el primer plazo del blanqueo de capitales, donde los contribuyentes tienen la posibilidad de acceder con cuotas bajas y sin multas y habrá que ver el nivel de respuesta existe. Algunos economistas sostienen que aún no hay incentivos claros para animar a los contribuyentes a blanquear sus recursos. No hay que olvidar que el gobierno de Mauricio Macri hizo un blanqueo muy grande, donde se manifestaron activos por más de us$120.000 millones, pero en el de Alberto Fernández aprovechó la disponibilidad de datos y repuso el impuesto a los bienes personales y faltó a la confianza con la que los contribuyentes se habían presentado.
Con todo, el Gobierno sigue comprado dólares de a poco, mientras la tasa de riesgo país sigue cayendo por el crecimiento del valor de los bonos. Pero esto es inestable porque el mercado internacional sigue muy inestable y ante cualquier duda puede darse una salida masiva, como ocurrió hace dos semanas con una decisión del gobierno de Japón.
El mercado interno no reacciona
Las ventas en el mercado interno no están reaccionando, a pesar de cierta leve mejora en los niveles de las jubilaciones y pensiones. Dado que estas se liquidan en base a inflación pasada, que era más alta, los haberes llegan con una actualización que suele ser superior a la inflación del mes inmediato anterior. También los salarios han tenido un leve crecimiento respecto de la inflación, tanto de los trabajadores en blanco como de los informales. Solo los salarios estatales han quedado por debajo, según datos del INDEC.
La medición del organismo estadístico marcó un IPC de 4% en julio pasado que, si bien fue menor al mes pasado, estuvo por encima de los esperado. Al parecer no fue bien ponderada la incidencia de los aumentos de luz, gas y agua, cuyos valores se han comenzado a recomponer, aunque aún falta porque el gobierno no quiere saltar las diferencias de golpe. Esta demora en terminar de ajustar los precios relativos asegura que las tasas de inflación difícilmente lleguen a 1% a fin de año, como sueña el presidente.
El rubro Alimentos y bebidas no alcohólicas estuvo por debajo del índice general y eso ayudó a que no fuera superior el incremento. Si bien se espera que el incremento de los estacionales sea menor a media que avance el calor y haya mayor oferta, los incrementos de los servicios impactan en las cadenas comerciales y eso explica algunos aumentos, aunque cuando haya mayor oferta deberán bajar los precios porque el poder adquisitivo de los salarios sigue resentido.
Hay expectativas por lo que pueda ocurrir en agosto. La consultora Eco-Go reveló que en la primera semana detectaron una reactivación de aumentos de precios y alertaron acera del impacto que sigue generando la recomposición de los precios relativos de algunos servicios. Por ahora, no se espera un rebrote, pero tampoco se espera una caída pronunciada, al menos hasta que se complete el proceso.