El vino de la libertad: un homenaje al ilustre vecino

Desde nuestra sección semanal de Vinos y Comidas, queremos dedicar la columna de hoy en un brindis de homenaje al Gobernador Intendente de Cuyo e ilustre vecino José Francisco de San Martín, no sólo el Libertador de América sino también el agricultor y vendimiador del este mendocino.

Juan Marcelo Calabria
El vino de la libertad: un homenaje al ilustre vecino

En los viñedos, donde la tierra se estira hacia el cielo y las uvas maduran bajo el sol ardiente, se encuentra un elixir ancestral: el vino. Pero no es solo una bebida; es un símbolo de alegría, celebración y liberación. En cada copa, en cada sorbo, se esconde una historia de emancipación. Hablemos de ese vino que descorcha las cadenas, que rompe las ataduras del alma. Imaginemos un racimo de uvas, apretadas y dulces, como los sueños de aquellos que anhelaban la libertad en los albores del 1800. Cada baya de uva fue y es una promesa, una gota de esperanza fermentando en la oscuridad, esperando ver la luz a través del cristal de las copas.

Ayer y hoy, en las viñas, agricultores y vendimiadores trabajan, cortando racimos con manos curtidas, y así también en nuestra existencia humana y como Nación, cosechamos momentos que quedan grabados a fuego en la historia. Algunos son dulces, como el mosto recién exprimido; otros, un poco más amargos como las semillas de la uva aún verdes, pero sin dudas todos contribuyen a la añada de nuestra historia y a forjar nuestro destino.

El vino de la libertad no se elabora sólo en las bodegas, sino que inicia en el corazón de cada habitante de este suelo, cuna de la libertad. Es un proceso lento, como la fermentación en barricas, requiere paciencia, tiempo y cuidado, y cuando finalmente se descorcha, libera aromas de coraje y valentía. Y si tuviéramos que elegir, ¿Qué variedad de uva representa la libertad? Quizás el Cabernet Sauvignon, con su carácter fuerte y su sabor intenso. O tal vez el Malbec, con su elegancia y su profundo color púrpura; me animo a decir, en un sueño que una la historia de nuestro pueblo con la de la vid, que es una cepa secreta, una que crece en el jardín de los sueños, en mentes y corazones que cultivan la libertad de espíritu.

Entre cepas y epopeyas

Esa cepa de la esperanza se nutre de luchas y sacrificios, sus raíces se hunden en la tierra de la resistencia y el esfuerzo, y sus hojas capturan los rayos del sol de la perseverancia y la lucha, el inti de mayo que corona nuestro escudo. Como desde hace más de 200 años, cada vendimia es un acto de fe, una promesa de que la libertad está al final del esfuerzo y el trabajo conjunto. Y es que aquí, en los viñedos de Cuyo, donde la tierra se une con el cielo formando nuestra enseña y las montañas custodian los secretos de la historia, encontramos a un hombre que soñó ser vendimiador y agricultor, luego de su vida pública donde cultivó los sueños de libertad e independencia: José Francisco de San Martín. Antes de ser el General que comandó las huestes de la Libertad a través de la Cordillera de los Andes, antes de las batallas y las glorias que inmortalizaron su nombre, fue el Gobernador Intendente de Cuyo.

Ese San Martín de mirada profunda y penetrante, de corazón comprometido con la causa de la libertad, supo cultivar la cepa de la esperanza en todo el pueblo cuyano, y como un viticultor paciente, trabajó incansablemente durante 2 años para preparar el terreno de la libertad. Y desde su chacra no solo plantó viñas, sino que también cultivó la ilustración y el fomento de las letras y por sobre todo las ideas de independencia, justicia y progreso.

En su despacho, rodeado de mapas y documentos, San Martín trazó estrategias que iban más allá de las fronteras de Cuyo. Soñaba con una América libre, un continente hermanado por lazos invisibles pero indestructibles de la unidad americana. Y así, como quien poda las ramas para que la vid crezca con sana y fuerte, San Martín tomó decisiones audaces, enfrentó desafíos y forjó alianzas que desde cuyo dieron el sustento jurídico y político para la declaración de la independencia. Este 17 de agosto, como todos los años, recordamos su paso a la inmortalidad y corresponde levantar nuestras copas para honrar su nombre y recordar el esfuerzo de todos los que nos legaron la libertad. No solo la nuestra, sino la de todos los cautivos, los oprimidos, los que aún luchan en por alcanzar aquella libertad de espíritu que tanto lo desvelaba.

La Tebaida de San Martín: altar del Libertador y el vino de calidad

Porque el vino de la libertad no se agota en un sorbo; fluye como un río eterno, alimentando la sed de justicia y de equidad, por ellos queridos lectores, los invito a levantar sus copas y celebrar la vida, el esfuerzo y la esperanza, desde esta tierra de trabajo y libertad, que cada gota de nuestros vinos sea un grito de emancipación, un tributo a los que nos precedieron y un recuerdo al máximo líder que pisó nuestra tierras, el militar ilustrado, el creador del Regimiento de Granaderos a Caballo, el amigo de Belgrano, el Gobernador Intendente de Cuyo, el Libertador de América, agricultor de La Tebaida y el padre y abuelo querido que fue ejemplo para su familia como lo había sido para América. Que el brindis con un buen mendocino, acompañe la dulce promesa: "Que siempre habrá un racimo de libertad esperando ser vendimiado", y con él siempre la esperanza de un mañana mejor.

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