¿Qué pueden hacer los bancos centrales para mitigar los efectos del coronavirus?

Victoria Nuguer y Andrew Powell con un informe difundido por el Banco Interamericano de Desarrollo en el marco de la pandemia de coronavirus covid-19.

Las condiciones sin precedentes creadas por la propagación del coronavirus exigen respuestas excepcionales de políticas por parte de las autoridades monetarias regionales. Además de instrumentos tradicionales como la reducción de la tasa de interés, los bancos centrales han estado adoptando medidas no convencionales para evitar consecuencias permanentes de un choque negativo que será transitorio, pero potencialmente muy severo. Desde la crisis financiera global de 2008, los bancos centrales han desarrollado nuevas herramientas que pueden desplegar para ayudar a las empresas y los hogares a navegar en la tormenta. No sólo los bancos centrales se encuentran en una situación diferente con respecto al periodo previo a la crisis financiera anterior, sino también el choque al que se enfrentan tiene características diferentes. En esta nota se exponen diversas políticas que algunos bancos centrales ya están implementando y otros quizás deseen considerar, y se explican algunas de las limitaciones de otras políticas.

Como mostramos en el recién lanzado Informe macroeconómico de América Latina y el Caribe 2020, en la última década, los bancos centrales de la región han ganado credibilidad manteniendo niveles de inflación bajos. Las tasas de interés oficiales son más bajas en relación con el período 2003-2008, en gran parte debido a las expectativas de inflación ancladas a las respectivas metas. Además, y como respuesta a la crisis financiera global, las hojas de balance de los bancos centrales han aumentado. Numerosos países de la región también tienen cierto grado de flexibilidad del tipo de cambio, lo cual puede contribuir a absorber parte del choque negativo. Las posiciones de reservas internacionales son más sólidas actualmente en comparación con el período anterior a la crisis financiera global, pero se sitúan por debajo de su nivel óptimo (según se explica en el Informe macroeconómico de América Latina y el Caribe 2019). Durante 2003-2008, las reservas internacionales representaban el 13% del PIB, mientras que en el período 2014-2019, las reservas internacionales eran del 16,25% del PIB.

Dado que esta crisis implica tanto un choque de oferta como de demanda, la noción tradicional de gestión de la demanda contracíclica mediante la política monetaria es menos pertinente. Sin embargo, las empresas y los hogares están sufriendo un estrés financiero importante. Disminuir la tasa de interés de política puede ser un instrumento útil en países donde dichas medidas se pueden traducir en un menor costo del financiamiento para las empresas y un menor pago de los préstamos para los hogares. Los bancos centrales se encuentran en posiciones diferentes con respecto al margen que tienen para reducir las tasas y a los potenciales beneficios de dichas políticas. El margen depende no sólo del nivel de la tasa oficial sino también del grado de anclaje de las expectativas de inflación. Al 15 de abril de 2020, por lo menos 14 bancos centrales de la región ya habían reaccionado reduciendo las tasas, algunos incluso más de una vez. Dado que el brote de coronavirus está disminuyendo tanto la oferta como la demanda, el impacto en los precios no es claro.

Los hogares con trabajadores en el sector informal serán los más afectados, no sólo por perder su fuente de ingresos sino también porque no recibirán prestaciones de desempleo y probablemente no poseen seguro de salud. Las pequeñas y medianas empresas (PyMEs) que dependen de las ventas diarias y tienen escasas o nulas reservas de liquidez también están siendo sometidas a un grave estrés financiero, y es posible que tengan que despedir trabajadores. Estas empresas están conectadas con otras del mismo tamaño, así como con empresas más grandes a través de las cadenas de valor. Si bien puede que numerosas PyMEs no obtengan crédito directamente, las tasas de interés más bajas pueden ayudar a las empresas más grandes con las que están conectadas a través de las cadenas de valor, y mantener funcionando a las empresas que de otra manera podrían tener que cerrar.

De manera similar a la crisis financiera global, las políticas monetarias no convencionales (o las medidas directas de política monetaria) también pueden contribuir a contrarrestar el choque negativo, sobre todo allí donde la transmisión de la política de tasa de interés (un mecanismo más indirecto) es débil. Los bancos centrales tienen diferentes instrumentos y mandatos legales, y puede que se enfrenten a obstáculos para ampliar la liquidez a diferentes tipos de agentes o para comprar diferentes tipos de activos. Puede que los bancos centrales tengan que considerar cuidadosamente cómo se pueden utilizar esos instrumentos y si es adecuado realizar ajustes en los marcos legales para adquirir una mayor flexibilidad.

Muchos bancos centrales en la región utilizan los encajes bancarios o requisitos de liquidez, y éstos se pueden reducir para dar a los bancos una mayor liquidez. Analizamos estas medidas en mayor detalle en nuestro Informe macroeconómico de América Latina y el Caribe 2020. Asimismo, dichas autoridades monetarias también podrían ampliar la liquidez directamente a las empresas no financieras. En algunas circunstancias, puede que incluso tenga sentido considerar un aplazamiento de ciertos pagos de la deuda, aunque debería evaluarse rigurosamente el impacto en los balances de los bancos.

Muchos países sufrirán presiones presupuestarias extraordinarias y puede que se enfrenten a problemas de financiamiento tanto en el sector público como en el privado, lo cual se puede traducir rápidamente en problemas en el financiamiento de los déficits de cuenta corriente y problemas en la balanza de pagos. En casos en que las condiciones iniciales macroeconómicas no sean demasiado sólidas, debería considerarse seriamente un acuerdo tipo stand-by u otro tipo de acuerdo de préstamo con el FMI. Estos acuerdos podrían abrir un mayor acceso al financiamiento de otros bancos multilaterales, e incluso posiblemente de fuentes bilaterales.

El 19 de marzo, la Reserva Federal de Estados Unidos estableció acuerdos tipo swap del dólar con varios bancos centrales, incluyendo los de Brasil y México, de hasta US$ 60.000 millones por al menos seis meses. Estas líneas, que se aplicaron con éxito durante la crisis financiera global, pretenden mitigar los efectos en la oferta internacional de crédito a los bancos y a las empresas que participan en los mercados internacionales y tienen efectos indirectos en el crédito de manera más general.

Desde finales de febrero, los países con tipos de cambio flexible en la región se han enfrentado a una brusca depreciación de la moneda doméstica. Esto puede ejercer cierta presión en la inflación en el corto plazo en los países donde la transmisión todavía es alta, pero, aún más importante, puede ejercer presión sobre aquellas empresas con elevadas deudas en dólares estadounidenses. No sólo porque estas empresas se enfrentan actualmente a un aumento de su deuda, sino también porque se enfrentan a pérdidas en ingresos en dólares y en moneda nacional. Los bancos centrales deberían monitorear el sector corporativo para entender los problemas potenciales que podrían surgir.

Dado el carácter extraordinario de la situación actual, a las autoridades monetarias les conviene trabajar con las autoridades fiscales para evaluar la posibilidad de proporcionar liquidez al sistema de salud. Al final, se trata seguramente de un problema fiscal, pero los bancos centrales pueden proporcionar liquidez rápidamente a cambio de un bono del gobierno por una fracción de la inyección de liquidez que se puede requerir.

Por último, y como se ha demostrado en períodos de incertidumbre anteriores, los bancos centrales deberían tener una clara estrategia de comunicación con el público general, y no sólo con los expertos, con respecto a sus medidas y objetivos. Esto contribuirá a reducir la incertidumbre en todos los niveles de la sociedad. Además, ayudará a explicar el carácter temporal de las medidas adoptadas y la estrategia para eliminar gradualmente muchas de esas políticas.

Como se señaló en nuestro nuevo informe, el coronavirus está teniendo un fuerte impacto en las economías de la región. Los bancos centrales pueden ayudar a disminuir el tamaño del choque reduciendo las tasas de interés y proporcionando liquidez para mantener las cadenas de suministro abiertas, minimizando así la pérdida de empleos y quiebras. Son tiempos muy difíciles que exigen medidas temporales extraordinarias.

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Victoria Nuguer es Economista Investigadora en el Departamento de Investigación del Banco Interamericano de Desarrollo. Obtuvo su doctorado en la École Polytechnique Fédéral de Lausanne en Suiza y su licenciatura en la Universidad de Buenos Aires en Argentina. Antes de formar parte del BID, fue Economista Investigadora en el Banco de México por casi tres años. La agenda de investigación de Victoria se enfoca en construir modelos dinámicos y estocásticos de equilibrio general para explicar el rol de los mecanismos de transmisión financiera en economías cerradas y en economías abiertas. En economías cerradas, se ha centrado en estudiar los mecanismos de propagación de choques financieros en el sector inmobiliario al resto de la economía. Con respecto a economías abiertas, Victoria estudió la transmisión internacional de choques financieros desde economías avanzadas a economías emergentes a través del canal de crédito bancario. Recientemente, ha estado trabajando en entender la relación estratégica de la política monetaria y la macroprudencial y el rol del crédito a proveedores cuando las firmas deciden sus precios en economías emergentes.

Andrew Powell es el Asesor Principal del Departamento de Investigación (RES). Llevó a cabo sus estudios de pregrado, maestría y doctorado en la Universidad de Oxford. Hasta 1994 se dedicó a trabajar en la academia en el Reino Unido como becario en el Nuffield College de Oxford y fue profesor asociado (catedrático) en las universidades de Londres y Warwick. En 1995 trabajó en el Banco Central de Argentina donde fue nombrado Economista Jefe en 1996. A finales de los años noventa representó a Argentina como diputado G20/G22 y fue miembro de tres grupos de trabajo G22: resolución de crisis, fortalecimiento de sistemas financieros y transparencia. En 2001 regresó a la academia a la Universidad Torcuato Di Tella ( Buenos Aires, Argentina) como profesor y director del Programa de postgrados en finanzas. El Dr. Powell ha sido investigador visitante en el Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Universidad de Harvard. Él se vinculó a RES en 2005 como Economista Investigador Líder y en 2008 se desempeñó como Asesor Económico Regional para los países del Caribe, y luego regresó a RES como Asesor Principal. Ha publicado numerosos documentos académicos en prestigiosas revistas académicas en temas como mercado de materias primas, administración de riesgos, rol de las multilaterales, regulación, banca y finanzas internacionales. Recientemente editó el libro Calidad de vida en las ciudades latinoamericanas: mercados y percepciones. Actualmente su trabajo de investigación se enfoca en las consecuencias económicos de la reciente crisis financiera global, flujo de capitales y regulación macro prudencial y bancaria para las economías emergentes.

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