Emiliana Lilloy

¿Hacemos un pacto?

Desde que nacemos no "conocemos" el mundo, sino que "reconocemos" nuestra propia posición impuesta por quienes nos antecedieron, esto es, sociedades patriarcales que enseñan o construyen a una mujer que se sueña a sí misma en inferioridad de condiciones.

Emiliana Lilloy

Las sociedades Toltecas hablaban del sueño de la humanidad. Creían que todas las personas que veníamos al mundo entrábamos en un gran sueño compuesto de todas las reglas preestablecidas, las creencias, las leyes, las religiones, las diferentes culturas y maneras de ser. Según esta idea, al crecer aprendimos todas esas reglas como válidas, internalizamos qué estaba bien y qué estaba mal, qué era aceptable y que no. Para garantizar su cumplimiento, se establecieron una serie de recompensas y castigos. Luego, comenzamos a tener miedo de ser castigados/as y también de no recibir la recompensa por parte de nuestros padres y madres, amigos/as jefes/as, gobiernos etc.

Comenzamos a soñar y nos olvidamos de quienes éramos o de quienes podíamos llegar a ser, más allá de este sueño colectivo que la sociedad Tolteca llamó "la domesticación"

Algo parecido dice el historiador Yuval Noah Harari cuando explica que la capacidad de imaginar cosas que no existen por parte del homo sapiens, nos hizo crear pactos sobre qué era lo que existía y lo que no: dioses, estados, empresas, el dinero, el sistema patriarcal, los derechos humanos etc. Pactos que nos rigen y que dicen qué es válido y que no y cómo debemos comportarnos en este planeta.

Ahora bien, como mujeres sabemos que muchos de estos pactos no nos convienen y que nos han llevado a sociedades desiguales en que las mujeres no accedemos a las mismas oportunidades. Sociedades en que se nos hace soñar que debemos cumplir ciertos roles o mandatos que parecieran ser "naturales" y que nos tienen atrapadas en nuestras propias mentes. Así, soñamos, entre otros, el sueño de la buena madre, la mujer incompleta si no tiene marido o es madre, el sueño de la eterna juventud y belleza o el de la mujer abnegada al servicio de los demás. El sueño de que a los hombres les corresponden los espacios de poder, que somos frágiles y debemos ser protegidas, el sueño de naturalizar la ola de femicidios y agresiones sexuales que vivimos diariamente.

Entonces, ¿cómo despertar del sueño planetario para encontrar el propio sueño, sentido o vocación en nuestras vidas y sobre todo, salir de este patriarcado?

La primera respuesta que nos viene a la mente es decir No. No a estas normas, no a responder a estos mandatos o instituciones machistas, no a vivir sintiéndonos incompletas o menos válidas si no cumplimos los estándares de belleza o juventud, no a que nos sigan indicando qué hacer y cómo será el gobierno de nuestras sociedades.

No es tarea fácil justamente porque estamos domesticadas, colonizadas en nuestras mentes desde los primeros años. Y aquí es interesante escuchar a Bourdieu cuando explica: "Cuando los dominados aplican a lo que les domina unos esquemas que son el producto de la dominación, o, en otras palabras, cuando sus pensamientos y percepciones están estructurados de acuerdo con las propias estructuras de la relación de dominación que se les ha impuesto, sus actos de conocimiento son, inevitablemente, unos actos de reconocimiento, de sumisión"

Es decir, desde que nacemos no "conocemos" el mundo, sino que "reconocemos" nuestra propia posición impuesta por quienes nos antecedieron, esto es, sociedades patriarcales que enseñan o construyen a una mujer que se sueña a sí misma en inferioridad de condiciones.

Entonces, entre nosotras, ¿hacemos un pacto?

Digamos no.

¿Hagamos otro?

No tenemos los mismos tiempos para despertar, cada una de nosotras vivimos circunstancias familiares, económicas y sociales que nos permiten darnos cuenta antes o más tarde del sueño del patriarcado. Entonces pactemos paciencia, pactemos no rechazar a quien duerme y enemistarnos, sino intentar que despierte con nosotras, pactemos que cada mujer desde su lugar, el que le toca y como puede, contribuye al cambio y a desarmar el sueño.

Y luego, cuando despertemos ¿qué pasará? Según la sociedad Tolteca, se caerán las estructuras impuestas de nuestra mente y lograremos encontrar el propio sueño y vocación. En el caso nuestro, de las mujeres, ya sin restricciones y límites artificiales impuestos desde afuera para poder lograrlo en libertad.

Pero primero nos toca despertar y para ello hacernos algunas preguntas como estas: ¿Alguna vez has dicho no a estos mandatos? ¿A qué tienes miedo? ¿Cuándo fue la primera vez? ¿Estás despierta?

Digamos no. Despertemos.

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