Análisis

Ramón se vuelve imprescindible: más que como candidato, se lo ve en un cargo "eterno"

El mendocino José Luis Ramón, eje de críticas de muchos de sus votantes que lo acompañaron por su oposición de otrora al kirchnerismo, posee votos decisivos en su bloque siempre "indeciso" en torno a proyectos muy conflictivos. No habrá espacio para que vuelva a ser candidato. ¿Será magistrado?

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

La política es diálogo, negociación y consenso. Es tire y afloje. Y si bien lo que se espera de quienes la ejercen es un contrato electoral en el que el elegido se comprometa con el elector a sostener las ideas con las que se presenta a la hora de los comicios, no es el caso del mendocino José Luis Ramón el único caso de cambios sistemáticos de opiniones a la hora de tener que emitir su voto en el Congreso de la Nación.

Ahora, el ex animador de un programa de radio que fungía de defender a los consumidores, se ha vuelto imprescindible para el gobierno nacional a la hora de tratar la muy polémica reforma judicial en la Cámara de Diputados, un proyecto que ya se ha tornado en el mayor generador de empleos para magistrados de este año en el que -por otro lado- ya han cerrado unas 20 mil empresas en el país.

Así, el bloque de Ramón es muy deseado para que vote a favor o en contra, pero como lo anticipó Página/12 tras la media sanción del Senado, hasta ahora el legislador y su bloque "no fueron un obstáculo para el Frente de Todos".

Tampoco este rol que hoy ejerce Ramón, haciéndose desear y mostrándose sensual a los coqueteos del oficialismo nacional contra el que se lanzó al cargo de legislador nacional por Mendoza otrora, es nuevo. Como ya lo contáramos, otro protagonista surgido en circunstancias análogas -la presunta defensa desinteresada de consumidores y usuarios- como fue el fallecido Daniel Esaín, hizo lo mismo: un bloque no tan oficialista en apariencias, para actuar a favor del oficialismo, intentando no levantar sospechas, durante el gobierno de Néstor Kirchner.

Esta situación lo pone a Ramón en contra de sus votantes, que son quienes se sienten "traicionados" y lo cuentan en todo momento en que pueden manifestar su desazón. Quiénes más sino ellos podrían sentirse así.

De allí que, lejos de poder ser exhibido como candidato por el Frente de Todos en las próximas elecciones de término medio, a esa fuerza le haría flaco favor tener que explicar su presencia en las listas. Ya lo midió antes y no le sumaba votos. Ahora, hasta podría espantarlos y ponerlos a la defensiva, en lugar de jugar a la posibilidad de imponerse.

Allí aparece con fuerza la defensa que hace Ramón de un Tribunal de Defensa de la Competencia. A nadie le parecería extraño que termine en un cargo eterno, judicial, refugiando allí a todos los que quedan en la diáspora de su aventura política y que lo siguen defendiendo. No en vano, entre gallos y medianoche, la negociación en el Senado arrojó la creación de una cantidad exorbitante de cargos judiciales, todos de alto nivel, en las provincias, como parte de toma y daca que permitió avanzar en una Cámara en la que siempre fue mayoría el peronismo, ya que se compone con representantes de las provincias, en la mayoría de las cuales gobierna desde 1983.

Imaginemos entonces el costo que deberá pagar el Gobierno en Diputados, en donde hay más equilibrio y necesitará convencer a más legisladores para obtener la sanción definitiva de la reforma de la justicia federal que los desvela.

Tampoco sería el primer legislador que pasa a otro de los poderes de la República. En este caso, posiblemente sería acompañado de mucho ruido, el que él mismo ha generado con su megáfono bajo la frazada que lo caracterizó en campaña. 

Restará por ver si la "Ramoneta" en la que se movilizó en tiempos de proselitismo seguirá activa o pasará a desguace.

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