Marcelo Cantón

La dura carrera de Alberto contra el almanaque

Un entrelazamiento de proyectos a ensayo y error del Presidente que juegan en un territorio dominado por la pandemia de coronavirus covid-19. Qué dicen los analistas y cómo corre el tiempo para un Gobierno al que el tic-tac del reloj empieza a perseguirlo.

Marcelo Cantón

El Presidente arrancó una carrera acelerada contra el almanaque. De aquí al próximo otoño debe resolver ecuaciones sanitarias, políticas y económicas clave. Y el reloj está lanzado, tic-tac, tic-tac. Si no lo logra, la elección del 2021 será una pared contra la que podría chocarse y sellar el destino de su gobierno.

"Seguimos hablando de cuarentena sin que exista", dijo el viernes Alberto Fernández, dando por cerrado un período de su gestión respecto a la pandemia. Plantea que ahora es cuestión de la responsabilidad de los ciudadanos, no ya de las disposiciones del Gobierno. Un giro importante, claro. Y en ese cambio inaugural de un nuevo momento político, fijó plazos, marcó la primera carrera contra el tiempo de esta serie.

"Este es un tiempo distinto, con los problemas que perduran, pero al mismo tiempo es un tiempo con más esperanza, porque esta semana pudimos lograr acuerdos para que la sustancia central de la vacuna se produzca acá. Estamos trabajando para tenerla cuanto antes. Confío en que pueda ser en el primer trimestre del año entrante". Los próximos 6 u 8 meses, con las tensiones que ya patentiza la sociedad, hasta que la "esperanza" de la vacuna comience a concretarse, serán el tiempo de su rally contra el virus. Es el mismo plazo que coincide con otras pruebas de obstáculos que deberá sortear.

"Con el acuerdo de la deuda, al Gobierno se le abrió una ventana de oportunidad -dice Ricardo Delgado, economista de Analytica-. La posibilidad de estabilizar la economía está a la vuelta de la esquina". Pero esa ventana no es eterna, aclara, corre también de aquí al otoño.

El propio Delgado define cuáles son los obstáculos que encuentra el Presidente en la pista de carreras. Una política monetaria "extremadamente laxa", con "10 puntos de déficit fiscal". Toda esa presión puede transformarse en más inflación; pero, señala el economista, "hay una oportunidad" con salarios, jubilaciones y tarifas contenidos. "Si el Banco Central da señales convincentes de qué hará con todo ese dinero", existe la posibilidad de estabilizar la situación, señala.

Tic-tac.

Un momento clave para lograrlo es la presentación del Presupuesto, el mes próximo, primera escala de esta carrera en particular. Ahí el Gobierno debería dejar claro sus objetivos fiscales para 2021. El ministro Martín Guzmán ya dijo que piensa en bajar el déficit a la mitad. Para eso habrá que aplicar recortes en el enorme gasto asociado a la ayuda por la pandemia: deberán reducirse desembolsos en IFE, tarifas, tarjetas alimentarias, ATP, con el costo político que eso implicará en un país que estará rozando el 50% de pobreza y una desocupación del 15%.

También en setiembre hay otra fecha clave en la carrera de la economía: la elección del presidente del BID, cargo que el Gobierno quiere para Gustavo Béliz pero que Trump pretende para un hombre propio. Argentina juega a postergar esa elección, y pasar así el 3 de noviembre, fecha clave si las hay en esta carrera: la de las elecciones de Estados Unidos. El Presidente parece apostar a que gane Joe Biden. No es tanto por el puesto del BID: pretenden que a partir de ahí el FMI flexibilice sus exigencias para el acuerdo que el país deberá negociar de manera urgente por los vencimientos que hay el año que viene. Guzmán ya le puso plazo final a esa etapa: dijo que el acuerdo con el Fondo estaría en el primer trimestre del año próximo. A comienzos del otoño, claro, otra vez mas.

"Hoy estamos a un año de las elecciones primarias -dice Delgado-. Por eso hay sólo entre 6 y 8 meses para resolver esta agenda, porque después empieza la carrera electoral y ya no se podrá hablar de estos temas".

Juan Germano, analista político de Isonomía, coincide con esos plazos. "El Gobierno esperará el resultado de la elección de Estados Unidos antes de abrir la negociación con el Fondo, pero tendrá que resolverla antes de marzo o abril, porque después el tiempo electoral lo hará imposible". ¿Alguien se imagina, por ejemplo, un debate sobre la reforma previsional en medio de la campaña?

Pasemos entonces a la política, donde el pasaje de primavera a verano y luego otoño implicará también un desafío de porte para el Gobierno.

"Hoy la ciudadanía le exige a los dirigentes que la cuide", dice Germano. Primero fue que la cuidara de la pandemia. Luego que la cuidara de la pandemia y de la crisis económica. Después, que la cuidara de ambas cosas, pero también de la inseguridad. "El desafío que tiene el Presidente es si puede transformarse para adaptarse a todas estas demandas", añade el analista. A Alberto Fernández le fue bien en las encuestas en marzo y abril como garante de los cuidados ante el Covid, pero en junio y julio cayó en las mediciones porque no pudo responder al reclamo sobre el cuidado de la economía.

Y en esa transformación también hay plazos. "Hay un 20% de la gente que es la que definió las últimas elecciones -dice Germano-. En 2015 lo hicieron presidente a Macri para acabar con el kirchnerismo; y en 2019 lo eligieron a Fernández para acabar con la economía de Macri, pero también creyendo que él era algo distinto a Cristina". Sería así un votante que votó contra Cristina votando la fórmula Alberto-Cristina, porque creía que el Presidente podría ponerle un límite a su vice. Y aquí aparece la reforma judicial poniendo plazos a esta agenda.

"Ese 20% en 2015 votó contra la corrupción, y si el Gobierno propone una reforma judicial que es leída como una reforma de impunidad, sentirá el impacto", analiza Germano. "Sería como sacarle una careta a Alberto, mostrarlo como kirchnerismo puro", añade.

La reforma judicial, así, terminaría transformada en un "símbolo" político, como lo fue la 125, la negociación de Macri con el FMI o el intento de estatización de Vicentín. Hechos que produjeron cambios en la actitud de parte del electorado, sobre todo de ese 20% decisivo. Y volátil. Todo ese debate está hoy sobre la mesa, claro. Y el tiempo para resolverlo es también de acá al otoño, antes de que la campaña arranque y las posiciones se cristalicen.

"Es que el kirchnerismo podría estar apuntando a un éxito en las elecciones de 2021 para reforzar sus posiciones sobre todo en el Senado y así poder sacar la reforma", señala Germano. "Es difícil, pero en estos meses tienen que convencer a la ciudadanía de que es una reforma pensada para mejorar el metro cuadrado de los ciudadanos, y no el metro cuadrado de Cristina, de Cristóbal López y otros amigos", añade.

Pero las urgencias de Cristina Kirchner por resolver temas como el traslado de los jueces de los Cuadernos, el recambio del Procurador, la designación de nuevos jueces federales ponen plazos a la discusión. Todo lo quiere ya.

Y acá aparece otra fecha clave de la carrera, en este caso impuesta por el propio Presidente. La Comisión Asesora que deberá aconsejar sobre si se amplía o no la Corte Suprema, y que integra el defensor de Cristina, arrancará formalmente sus sesiones esa semana. Y tiene luego tres meses de plazo para su dictamen. Esto: emitiría su dictamen en la segunda quincena de noviembre.

La complejidad de estos meses se mide en los giros de las últimas semanas, cuando el Presidente pasó de hablar de "mi amigo Horacio" Rodríguez Larreta a que este sea el objetivo de todos los ataques kirchneristas. "Podrían estar cometiendo el mismo error que el gobierno de Macri, polarizando totalmente antes de tiempo", plantea Germano. Eso le dejaría estos meses clave a Larreta para recorrer solo el "camino del centro" del que tanto habló Sergio Massa. De aquí al otoño Alberto Fernández deberá encontrar la fórmula para conciliar "reforma judicial" con "no soy sólo kirchnerismo". Otro obstáculo en esta carrera que acaba de comenzar.

Con el Covid, con la economía, con la política, el reloj está sonando. Tic-tac, tic-tac.

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