Los libreros de la Alameda
Un puñado de personas constantes y perseverantes está cumpliendo en enero, 15 años de presencia ininterrumpida en este histórico rincón del centro mendocino.
En enero de 2009, tres amantes de las letras comenzaron a ofrecer literatura en el extremo de la Alameda, en la esquina más cercana al microcentro. Con el correr del tiempo fueron incorporándose otros y poblaron el espacio con sus escaparates bajo los cilindros colocados por el municipio a tal efecto. Pueden trabajar dos libreros por cada uno de los diez cilindros establecidos y la Municipalidad les permite inscribirse para desarrollar su actividad acompañados por un ayudante, con quienes rotan turnos.
Estos hombres que desafían el sol, el frío, el zonda e incluso la lluvia, están presentes de lunes a sábados de 10 a 18 horas. Los pioneros de este emprendimiento fueron Sergio Taglia, Roberto Mignani y Ramón Abdala.
Charlamos con Sergio Taglia y nos contó que en toda ciudad importante o que se precie de tal, siempre ha habido una feria de libros. Él quiso regalarle a Mendoza algo así y por eso junto a dos amigos, la iniciaron hace ya quince años. Al comienzo abrían los fines de semana, pero frente a la demanda y buena recepción de los transeúntes, la extendieron de lunes a sábados como sucede habitualmente.
En cuanto al público que se acerca, asegura que es muy variado: mendocinos de todas las edades que gustan de la lectura, sanjuaninos, puntanos (en San Juan y en San Luis aún no cuentan con este tipo de ferias), chilenos y hasta europeos. Los extranjeros aprovechan a hacerse de interesantes títulos que encuentran en sus idiomas de origen y a muy buen precio.
Los rubros elegidos por los compradores varían mucho, aunque las novelas en todas sus versiones son siempre las más apreciadas. Lo que sucede habitualmente es que la gente que se acerca a preguntar específicamente por una obra, al no encontrarla, lleva otra recomendada por estos expertos vendedores y ávidos lectores. Muchos de ellos toman muy en serio su tarea y dedican tiempo para leer lo que ofrecen y así aconsejar concienzudamente al público que los visita.
Roberto Mignani hace treinta y cinco años que vende libros y es otro de los fundadores. Él nos cuenta que muchas personas se acercan para ver qué consiguen, preguntan por alguna obra y terminan llevándose otra. Recalca que ellos no son una típica librería, no poseen de todo, pero son una opción diferente. Proponen una feria en la calle y el intercambio algunos con la gente hace que la experiencia sea más casual y libre.
Saben que quienes los frecuentan no son el mismo público que entra a una librería, pues la gente los ve, se cruza de vereda y comienza un diálogo distendido con ellos, muchas veces para pasar un buen momento. Tal es el caso de los vendedores ambulantes o de preventores que circulan cerca.
Roberto remarca que últimamente los visitan personas que nunca antes habían ido, no piden rebajas en los precios y saben aprovechar las ofertas. Pueden conseguir buenas lecturas llevando tres ejemplares por $ 2.000, o dos títulos por tan solo $ 5.000. La competencia entre ellos no existe, ya que son una suerte de gremio con la idea genuina de que hacer que la cultura se extienda. Él mismo se define como un "hacedor de la cultura general" al desarrollar esta tarea que vive con pasión.
"Aquí no se viene a buscar, se viene a encontrar. Una obra literaria es como un colador, se entra de una manera y se sale de otra al terminar de leerla" .
Frente a la competencia que tiene hoy el libro papel con la tecnología y la invasión de plataformas y redes sociales reconocen que si bien la cantidad de los lectores ha disminuido, quienes se deleitan con historias, personajes y mundos sugeridos, están en sus casas o en lugares tranquilos nutriendo su espíritu. Afirman que existen jóvenes lectores y que eso nunca acabará. Reconocen que lo único bueno de un libro digital es que no le faltan hojas. Les ha sucedido a veces de vender un ejemplar al que le faltan las últimas cinco hojas y su comprador consciente de la situación ha quedado satisfecho igualmente.
El público puede acercarse también para ofrecerles comprar sus libros y recomiendan que no sean enciclopedias o manuales de estudio. Son bienvenidos las novelas, los cuentos, los best sellers y libros de autoayuda también.