El vino mendocino, en las mesas de fin de año
Juan Marcelo Calabria nos propone "un brindis por los recuerdos, los deseos y los sueños".
A medida que el año llega a su fin, es inevitable comenzar la etapa de síntesis, reflexiones y balances, al tiempo que se suceden las celebraciones institucionales, familiares y de amigos, y las mesas se llenan de sabores y aromas que evocan anécdotas del año, recuerdos y celebraciones por los logros alcanzados, brindis y buenos deseos. Y como en cada momento de alegría o tristeza, reencuentros o despedidas, de reflexión y esperanza, el vino juega un papel protagonista, uniendo generaciones y culturas en un brindis por lo vivido y lo que está por venir.
En nuestro caso, este es también un momento para agradecer por este espacio que surgió a principios de año como continuidad del programa "Vinos e Historias", que tuvo su inicio en Radio Rivadavia Mendoza hace unos años. Siempre estaremos agradecidos por aquella oportunidad, y hoy seguimos compartiendo nuestras historias a través de las redes y esta columna semanal gracias a Memo, a los amigos de la mesa "Caballeros del Malbec", enólogos, bodegas y espacios gastronómicos que gentilmente nos hacen partícipes del mundo cultural del vino. Reafirmamos, como siempre, que el vino, con su rica historia y diversidad, es mucho más que una bebida o un alimento ancestral. Es un símbolo de tradición y celebración, un compañero fiel en los momentos de alegría y reflexión. Por eso, en las mesas de fin de año, cada copa de vino cuenta una historia, desde los viñedos donde nacen las uvas hasta las manos que lo elaboran con dedicación y pasión. Nunca dejamos de rendir homenaje a esas manos, porque vimos y recibimos de nuestros padres agricultores ese legado de esfuerzo y orgullo.
Así en nuestras columnas a lo largo del año, hemos explorado la magia de los vinos argentinos, desde los robustos Malbec y Cabernet de Mendoza hasta los elegantes Torrontés del norte. Cada región aporta su carácter único, reflejando la diversidad de nuestro país y la riqueza de su tierra, representando en el vino argentino, bebida nacional nuestra diversidad y riqueza. Y es por ello que en estas noches especiales de festejos y recuerdos, nostalgias y alegrías, es el momento perfecto para redescubrir esos vinos que nos han acompañado en tantas ocasiones, y aventurarnos en otros nuevos que nos desafían en cada copa, porque si hay algo que hemos aprendido y seguimos descubriendo es que el impulso emprendedor e innovador de nuestros hacedores no se detiene y siempre nos sorprenden con nuevos tesoros en botella.
No podemos dejar de señalar que sin duda la elección del vino para las celebraciones de fin de año es un arte en sí mismo y todo un desafío. Depende el lugar, los asistentes, la comida y el momento sin duda encontraremos un vino para cada ocasión. No falta quien aprovecha un vino de alga gama para lucir sus conocimientos o simplemente para agasajar a su equipo de trabajo por los logros obtenidos. O aquel que cae con la novedad de un vino con baja graduación o un blanco de tintas para sorprender a los amigos que toman una copa de vez en cuando.
Tampoco faltará la tradicional y emblemática damajuana para acompañar al habitual asado, y que, a pesar de su casi grotesca cantidad, no desmerece en calidad frente a una botella. Ya sea en botella, damajuana, box, lata o pingüino, un buen vino mendocino puede realzar los sabores de un asado tradicional, mientras que un espumante fresco y burbujeante es ideal para acompañar los brindis y los deseos de prosperidad y buenos augurios. No olvidemos los blancos y rosados, que aportan frescura y dinamismo a la mesa, perfectos para maridar con entradas, postres y platos más ligeros. Pero más allá de la elección del vino, lo que realmente importa es el acto de compartir y disfrutar con familiares, amigos, colegas de labor y compañeros de vida. Porque en cada brindis, el vino nos presenta una oportunidad para agradecer por los momentos vividos y para soñar con un futuro mejor. En la mesa de fin de año, el vino se convierte en un puente entre el pasado y el futuro, uniendo a las personas en un abrazo de esperanza y alegría.
Este año, más que nunca, y aunque siempre digamos lo mismo y las palabras se repitan hasta el infinito, necesitamos esos momentos de conexión y celebración por un año que ha sido particularmente complejo. El vino, con su capacidad de reunir a las personas, nos recuerda la importancia de estar juntos, de compartir nuestras historias y de brindar por un nuevo comienzo. Que cada copa levantada sea un homenaje a los recuerdos y un brindis por los sueños y desafíos que están por venir. Así que, al preparar nuestra mesa de fin de año, tomemos un momento para pensar con cuidado el vino que acompañará las celebraciones. Que cada sorbo sea un recordatorio de la belleza de la vida y de la esperanza que nos une, con hermosas historias de lo vivido y nuevos planes para el porvenir. Recordando siempre que "nada mejor que un buen vino para contar una buena historia". ¡Salud y a disfrutar Mendoza!