La oportunidad ética: el verdadero porvenir argentino

Isabel Bohorquez aborda la cuestión de los privilegios para exmandatarios, se asoma a la historia y se aferra a la literatura para analizar casos actuales, por fuera de la exaltación, buscando lo sustancial y conceptual del asunto.

Isabel Bohorquez

"Se trata de hombres de diversas estirpes, que profesan

diversas religiones y que hablan en diversos idiomas.

Han tomado la extraña resolución de ser razonables.

Han resuelto olvidar sus diferencias y acentuar sus afinidades (...)

Mañana serán todo el planeta.

Acaso lo que digo no es verdadero, ojalá sea profético."

Jorge Luis Borges [1]

Inicio mi texto con este precioso pasaje de Los conjurados de Borges para destacar un aspecto indispensable en la conformación de un destino social y colectivo: las personas podemos (y debemos) asumir el compromiso de acentuar nuestras afinidades y olvidar nuestras diferencias en procura de algo superior a todos nosotros.

¿Y qué puede ser esto superior, trascendente a cada uno?

Esta semana ha sido noticia la condena de Cristina Fernández de Kirchner y a posteriori, la suspensión de su jubilación de privilegio. Al mismo tiempo que se trasmitía la pulseada entre el gobierno y los gremios aeronáuticos.

Lo que trae a nuestra conciencia la cuestión de las ventajas, muchas abusivas y obscenas. Otra vez. Y otra vez y otra vez.

A los ojos de la sociedad parece abrirse cada día un abanico de situaciones injustas para el conjunto de la misma.

Argentina recorre un territorio de rincones infinitos donde ha anidado la mentira, el exceso, la indiferencia, el olvido, el horror y la pena de tantas historias mínimas que desaparecen, se esfuman porque son anónimas desde su origen ¿a quién parece importarle un niño más asesinado, un pobre más, un enfermo terminal más?

Aunque Cristina sea noticia hoy y en tantos otros asuntos que estos últimos años han resultado moneda corriente en nuestra vida cotidiana, no es Cristina lo más importante. Ni son importantes quienes la secundaron para mantenerse en el poder durante dos décadas.

Tampoco lo son el resto de los personajes que han desfilado por el Congreso, la casa rosada, las redes, los medios de comunicación y los tribunales... de un sector y de otro de todos los rótulos partidarios hoy tan endebles.

Todas estas personas, sus acciones o inacciones son una representación de nuestra sociedad. Lo que admitimos o lo que repudiamos, a lo que le hacemos lugar, naturalizamos y cobijamos o a lo que le decimos basta.

Eso es realmente lo más importante. Esto es lo superior.

Ya es tiempo de restarle interés a los personajes y comenzar a enfocarnos en lo que como sociedad tenemos por delante. Justamente porque es nuestra comprensión ética de nuestra propia realidad, de nuestra forma de vivir que puede, tanto condenarnos a seguir sumidos en la neblina del fatalismo, así como de la imbatible pobreza y la decadencia, o que puede impulsarnos a un cambio.

Dice genialmente Edgar Morín y siempre que tengo oportunidad lo reitero:

"Existe una ética de la comprensión que nos exige primero comprender la incomprensión, que tiene muchas fuentes: la indiferencia frente al otro, la incomprensión de cultura a cultura, la posesión por los dioses, mitos, ideas, el egocentrismo, la abstracción, la ceguera, el temor a comprender...Una palabra sobre esta última fuente de incomprensión: comprender al asesino no significa tolerar el asesinato del que es autor.

La compresión compleja implica una temible dificultad. Teniendo en cuenta bifurcaciones, encadenamientos que conducen a lo peor o a lo mejor y, a menudo, a lo uno y a lo otro, la comprensión compleja afronta sin cesar la paradoja de la responsabilidad/irresponsabilidad humana."[2]

Vuelvo a nuestras cuestiones domésticas: es necesario que se diluciden los actos de corrupción y se condenen, que se haga justicia sin mirar a quien, claro que sí.

También es necesario que nos replanteemos si es correcto que nuestros exmandatarios, funcionarios de alta jerarquía y sus viudas o viudos reciban una asignación extraordinaria de manera vitalicia (incluso actualmente hay un caso de una hija de 75 años -y que desde sus 50 años- aún percibe una pensión millonaria por ser soltera [3]...). Pero por sobre todas las cosas, que nos replanteemos su condición de exorbitante en comparación con una jubilación o pensión regular de cualquier argentino...

El origen de este privilegio es una ley promulgada en el año 1938 para beneficiar a Elpidio González que fuera vicepresidente de Hipólito Yrigoyen entre otros cargos de relevancia y que luego de retirarse de la función pública trabajó como vendedor de anilinas de la marca Colibrí en una situación económica con muchos apremios y carencias. En aquél entonces, interpreto que la ley se solidarizó con las personas que prestaron un servicio a la Patria y que luego, por eso mismo, quedaban en la miseria. La anécdota ejemplificadora es que el propio Elpidio la rechazó. Nunca cobró su jubilación de privilegio. Su concepto de funcionario consistía en dar lo mejor de sí.

El vicepresidente que también escribió una carta

Desconozco el contexto político y jurídico que dio lugar a una nueva ley N° 24018[4] promulgada en el año1991 durante el gobierno de Menem que asumo habrá derogado la anterior, aquella de 1938.

El punto es: ¿por qué todos los sectores políticos han consentido una ley así que establezca semejante privilegio vitalicio para expresidentes y ex vicepresidentes? Y ¿por qué nosotros hemos consentido que ellos lo consintieran? ¿Y por qué lo hemos admitido como inevitable?

Hoy quizá sería muy oportuno que los actuales beneficiarios renunciaran a tamaña cifra que resulta tan desigual comparada con cualquier jubilado con la mínima que aportó 30 años de su vida y en el mejor de los casos no paga alquiler...

Qué penoso resulta para una sociedad penalizar a quienes deshonraron su lugar en la historia. Y además, qué difícil es esa vara para medirlos siendo que hemos convertido a nuestros dirigentes políticos en semi dioses dignos de una vida suntuosa a costa de nosotros mismos.

¿Cómo salir de este tejido enmarañado y lleno de contrastes injustos?

Con nuestra fuerza de principios.

Es nuestra mirada ética la única con la potencia suficiente para entablar otra relación con los sectores que hoy tienen el poder para direccionar nuestras vidas. Y esa mirada incluye un pensar y un obrar indispensable para este momento crucial en Argentina.

¿Seremos capaces de asumir la responsabilidad de volvernos protagonistas de nuestro destino?

[1] De Los Conjurados - 1985 (publicado este libro un año antes de su muerte) Recogido en: Jorge Luis Borges-Poesía Completa Ed. Lumen 2011© ISBN: 978-84-264-1901-9

[2] Edgar Morin y Patrick Viveret, Cómo vivir en tiempos de crisis, Ed. Nueva Visión, Bs As. 2011, p. 16.

[3] https://www.infobae.com/politica/2024/11/14/quienes-son-los-dirigentes-que-cobran-jubilaciones-y-pensiones-de-privilegio-y-cuanto-perciben/

[4] https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/ley-24018-417/actualizacion

Esta nota habla de: