Fraude y autogolpe

El opaco rol de Rodríguez Zapatero en Venezuela

La prensa española pone en foco la desconfiguración de un demócrata: Rodríguez Zapatero sale a pelearle al Grupo de Puebla, que integra, su pedido de transparencia hacia Nicolás Maduro. Una entrevista al expresidente español de 2022 y el misterio de su vínculo con el chavismo.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

El expresidente del Gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero, es el centro de una gran controversia debido a su defensa del régimen chavista de Venezuela y, en particular, del "legado" de Hugo Chávez, su actual dictador Nicolás Maduro.

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Ahora hay un tironeo con el Grupo de Puebla, "los progres" o "populistas" de América Latina, ya que él les pide que no le den argumentos a la oposición venezolana al pedir que Maduro "muestre las actas". Ese grupo político es integrado, entre otros, por Andrés Manuel López Obrador, Alberto Fernández, Dilma Rousseff, Marco Enríquez Ominami, entre otros.

Ya en octubre de 2022 desde Memo hablamos con Rodríguez Zapatero sobre su rol en Venezuela, que ya era objeto de debate. En aquel momento, el expresidente del Gobierno español echó mano a una frase de su admirado Jorge Luis Borges para disminuir las críticas sobre el régimen chavista. "Borges escribió 'estos son los años peores de la historia, esto lo han pensado todos los hombres en todas las épocas'", dijo Zapatero en la entrevista que difundió el programa radial "Tormenta de Ideas". Abajo, un tramo:

- ¿Cómo califica al gobierno de Venezuela? ¿Usted defiende a Maduro o lo está tratando de reconducir a la senda democrática?

- Bueno, la política es una inteligencia de la realidad, es una búsqueda de acuerdos, los mejores productos de la historia política son siempre los acuerdos que parten de diálogo y eso es lo que he defendido en Venezuela, y creo además que se está imponiendo porque hemos visto que ahora se está recuperando el diálogo entre el gobierno de Estados Unidos y el de Venezuela. Quizá en las próximas fechas se vuelva al diálogo gobierno oposición. Creo que toda salida, aunque cueste, aunque sea un esfuerzo grande, sobre el diálogo, es muy importante. Y sobre la situación global voy a invocar a un genio argentino, una cita de Borges. Borges escribió "estos son los años peores de la historia, esto lo han pensado todos los hombres en todas las épocas". Me parece que es una buena aproximación para tomar un poco de distancia en tanto y en cuanto la historia es una historia cíclica, de convulsiones, y ahora en efecto tenemos un momento, pienso que un momento de trance, en cómo se va a definir el siglo veintiuno y que ha sido acelerado por la pandemia y por la guerra de Ucrania. 

En aquel momento, Zapatero solo admitió llamar "populismos" a los movimientos de derecha, utilizando esa predilección desde la izquierda de autoconsiderarse no "dictaduras", sino "revoluciones populares".

"Yo vaticino que los populismos, que las extremas posiciones como la extrema derecha en algunos países europeos, creo que va a ser bastante efímero, Trump perdió, es probable que Bolsonaro, y eran los dos grandes referentes internacionales, y van como ondas, quizá en España y, en mi opinión, Vox está ya declinando, Suecia es verdad que ahora ha emergido, pero puede ser un ciclo. Y lo que constatamos es que cuando estas posiciones extremas que quieren acabar con todo, teóricamente porque todo está mal, presentan grandes debilidades porque sus proyectos son débiles, entonces tiendo a pensar que va a ser cíclico y que el grave problema de este momento geopolítico global es la dificultad de establecer un sistema internacional que funcione, se ha roto especialmente con la guerra de Ucrania y vemos la tentación a los bloques, a una confrontación de bloques más o menos activa, más o menos intensa, cuando en mi opinión la senda del progreso de la humanidad será siempre y ha sido siempre una senda de progreso de cooperación y colaboración, y por eso no creo en la desglobalización, creo que es una especie de reacción ante las dificultades, porque la ciencia es global, la tecnología es global, la sociedad es global". 

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Larga parrafada, evasiva del punto focal de la pregunta que dejó sin responder: "Cómo califica al gobierno de Venezuela? ¿Usted defiende a Maduro o lo está tratando de reconducir a la senda democrática?".

Mirá nuestra entrevista a Zapatero con clic en la imagen o aquí. 

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En España se ha hablado de sus viajes "secretos" a Venezuela. Aunque el Gobierno mantiene en secreto los detalles de estos viajes, se indica colateralmente que se ha financiado sus visitas con 500.000 euros. Curiosamente, Zapatero ha evitado hacer comentarios sobre el presunto fraude electoral de Nicolás Maduro y se ha mostrado más cercano al chavismo que otros miembros del Grupo de Puebla, un conglomerado de dirigentes que han ejercido gobiernos populistas que se autodenominan "de izquierda". 

El apoyo a Maduro de Rodríguez Zapatero ha sido más firme que el del propio Grupo de Puebla, que exige una auditoría electoral para seguir respaldando al líder venezolano. La ambigua posición del Gobierno español también es cuestionada, ya que ni reconoce la victoria del opositor Edmundo González ni condena los abusos de Maduro. El presidente Pedro Sánchez está más cerca dentro del PSOE de Zapatero que, por ejemplo, Felipe González, el veterano líder socialista español a quien la madurez le ha otorgado una altísima cuota de pragmatismo y racionalidad. 

La relación de Zapatero con Venezuela sigue siendo un tema polémico y enigmático, pero que debe ser verbalizado porque está en juego si se apoya la democracia y a la dictadura. 

La prensa española de este miércoles pone en foco su triste rol: "Zapatero hace lobby para que el Grupo de Puebla no exija la entrega de las actas de las elecciones de Venezuela. El expresidente del Gobierno español presiona a dirigentes izquierdistas para 'no hacer el juego a la oposición'", titula el diario El Mundo, por ejemplo.

Y allí radica el nudo de la discusión: hasta dónde los intelectuales de la izquierda, otrora luminarias en el camino de la confusión de los países que cayeron en el dominio de los autoritarismos, no ha sido consumidos por sus egos o sus ambiciones dinerarias, según les quepa.

El rol de Rodríguez Zapatero se volvió triste. Su pretendidamente brillante argumentación en torno al devenir de las cosas se tornó opaca, ahora que vemos a Maduro como la reencarnación política de Jorge Rafael Videla, pero por la lateral izquierda.

En la entrevista que le hicimos y a la que hacemos referencia en esta nota, abundó en adjetivaciones y ramificaciones en torno al tema central.

¿Fue una gran simulación? Abajo, algunas preguntas y respuestas más de Rodríguez Zapatero a nuestra requisitoria:

- ¿Cómo define usted a Maduro? ¿Como un presidente democrático o como un dictador como lo definen incluso algunos líderes de América Latina?

- Creo que la tarea de alguien que quiere construir no es definir sino es proponer, es superar los adjetivos, las descalificaciones, porque si solo nos dedicamos a atribuir a otro una condición negativa pues ya empezamos a no poder dialogar, el diálogo pasa por el respeto en primer lugar y el reconocimiento. Yo le podría hacer la trayectoria de lo que ha pasado en los procesos electorales en Venezuela porque lo conozco muy bien desde el año 2015, pero más allá de cada circunstancia concreta y de la responsabilidad de unos y otros, lo cierto es que en Venezuela se dio un conflicto entre dos visiones antagónicas muy enfrentadas que seguramente en algún momento tendrán que refundar un pacto de convivencia, y cuidar las palabras es empezar a cuidar los consensos, por eso siempre estoy alejado de las descalificaciones exageradas, de un entendimiento de culpabilización a una u otra parte de dos visiones y de dos partes que hay en la sociedad venezolana. Afortunadamente puedo decir que en Venezuela estamos empezando a mejorar. Y ojalá podamos llegar a las elecciones de 2024 con unas elecciones competitivas donde participe la oposición y donde la ciudadanía venezolana decida libremente su futuro.

- ¿Por qué en estos siete o seis años no se ha logrado una salida pacífica a la crisis que hay?

- En efecto casi siempre cuando obviamente la salida se ha retardado, ha habido graves problemas, claro, la lectura es difícilmente positiva pero le diré, en 2017 yo estaba en plena intensidad de la tarea, hubo una situación de conflicto ya en la calle de pre conflicto civil, no quiero utilizar una palabra mayor que podía ser guerra, pero hubo cien muertos, yo estaba allí en Caracas y intentaba por todos los medios reunir a ambas partes para buscar una salida mínima, porque una vez que ese momento se desbordara hubiera sido todo casi imposible. Creo por tanto que hemos evitado, hemos logrado con todas las dificultades un discurrir pacífico del conflicto, del grave conflicto y de la grave crisis pero sin que se desbordara a situaciones mucho más graves y con mucho esfuerzo y con mucho trabajo intentar reconducir la situación.

Debo decir, como casi siempre, los extremos se tocan y hubo un momento para mi muy preocupante que fue precisamente la elección de Trump, conicidiendo con bastantes gobiernos conservadores de Latinoamérica que parecía que podían dar un vuelco radical a la situación de Venezuela, mi pronóstico siempre era que eso no iba a pasar y que era necesario volver o estar en el diálogo y mire usted por dónde, con el tiempo, al cabo de cuatro años esa tesis se ha impuesto y me parece que siempre es mejor el plan B que el plan A en política, mi experiencia me dice que es mejor el plan B porque el plan A siempre se hace en una mesa, es teórico, está lleno de ambiciones últimas y la política, en democracia, buscando la convivencia debe tener siempre de fondo una sintonía que es la contención, el límite, el no intentar todo a la vez, y yo he discutido mucho con opositores venezolanos y dije: primero paz y luego justicia, y hagamos mientras tanto un tránsito lo más democrático posible.

Es mi filosofía, es mi concepción de la política, lo ha sido no sólo en Venezuela sino ante otros confictos que en su momento como presidente de gobierno me tocó administrar, gestionar, unos muy difíciles. Para algunos esta posición es buenista, ingenua, débil con los duros, respeto esa posición pero a mi me parece que es el método. Yo todas las cosas importantes que he conseguido en política, las que yo considero logros han sido a través de mucha paciencia, diálogo, generosidad y humildad.

- ¿Puede ser que las necesidades económicas estén condicionando al éxito de las posiciones extremas? Hasta ahora hemos visto en el mundo muchas posiciones absolutamente extremas, después de la pandemia lo tenemos a Biden negociando con Maduro por el petróleo y otras cuestiones económicas...

- Quiero pensar que no sea sólo el petróleo. Quiero pensar que sea una reflexión de la posibilidad de agotar todas las posibilidades últimas en el diálogo. Yo he dialogado con el gobierno de Venezuela, antes invocaba aquí a Leopoldo López, podría ampliar esa lista, y por supuesto que es un diálogo, como todos los diálogos políticos en situación de crisis, no fácil, pero si yo pensara que en Venezuela no es posible el diálogo ni es posible una elección democrática en la que se respeten los resultados que para mí es la condición demócrata, la aceptabilidad de la derrota, es fácil ser demócrata si se gana siempre, pues no hubiera estado trabajando en Venezuela. Y le añado que la historia nos demuestra que la evolución de las economías, de la situación económica impacta, es lo que más impacta en la política. Cuando hay crisis, y venimos de una crisis latente que no se ha superado desde 2008, la crisis financiera global de 2008-2009, pero desde ese momento hay una especie de sismos políticos, extremismos, partidos que casi desaparecen, cambios políticos, y estoy hablando de las democracias bastante consolidadas, esto ha sido así a lo largo de la historia, si uno ve los antecedentes de los peores momentos del siglo veinte siempre venían precedidos de graves crisis económicas, y ahora tuvimos además la crisis de la pandemia, que es una crisis no previsible, pero que ha provocado además del impacto económico otro impacto muy preocupante que el otro día ponía de manifiesto Naciones Unidas en su informe anual de desarrollo humano y es quizás este el momento desde hace décadas de mayor incertidumbre, inseguridad, desconfianza, angustia ante el futuro de las sociedades en el mundo en general y que esto está provocando ese gran desasosiego que hay.

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Este es el momento en que seguramente por eso necesitamos más política y más políticos de la palabra, del diálogo, del acercamiento y del entendimiento. Quizás cuando emerge el riesgo de más radicalidad hay que contraponer una capacidad de diálogo y eso es lo que algunos pensamos, creo que afortunadamente Latinoamérica, a pesar de lo que se dice, anota importantes virtudes en este ciclo. Yo lo reflexionaba en estos días en algún foro, hemos visto grandes movilizaciones no sólo en Chile, en Colombia, en la crisis de Venezuela, problemas serios en muchos países y sin embargo todas las salidas están siendo salidas en las urnas, salidas democráticas, con el resultado que sea, pero democráticas, y no sólo democráticas sino con aceptación de los resultados. Insisto en esta idea, mientras el valor general en Latinoamérica se conserve, y ahora tenemos Brasil que no tengo ninguna duda de que también gane quien gane se va a producir la aceptación democrática, eso dice mucho de un continente, de una región. Fíjense que esto no se comenta, es la única región en el mundo que no tiene ningún conflicto bélico o casi bélico abierto, ningún conflicto entre naciones, incluso cuando hay alguno se acude a los tribunales internacionales, pienso Bolivia y Chile con su conflicto de la salida al mar, esto solo pasa en estos momentos en Latinoamérica. Creo que es bueno que se miren con autoestima en un mundo que, fijese cómo está Europa del este, la terrible guerra que tenemos, África tiene 10, 12 conflictos bélicos abiertos muy graves y en Asia Pacífico tenemos toda la situación del Mar del Pacífico, Taiwán, todos los días estamos un poco en vilo a ver qué pasa en Taiwán, por ejemplo. Sin embargo en Latinoamérica no, por eso tengo una gran confianza en que Latinoamerica pueda jugar un papel que ya jugó, por cierto, en el siglo pasado después de la creación de Naciones Unidas, de ser un referente para la paz, para un ciclo que no termine con conflictos.

Latinoamérica tiene una gran posición internacional aunque no lo parezca, un continente en paz, está a punto de terminar el último grupo guerrillero que es el ELN en Colombia y además tiene capacidad de dialogar con Oriente y Occidente, está bañado por el Atlántico y el Pacífico, tiene relación intensa con China, con Estados Unidos y con Europa, no hay una región que tenga este potencial y este potencial en mi opinión debería ser un modelo y ojalá el estadío superior que, en mi opinión necesita Latinoamérica, que es la integración, muchos de los desvelos, muchas de las insatisfacciones y seguramente reducir la desigualdad económica y social que es la pobreza que es el gran problema de fondo de Latinoamérica, podrán tener una salida con ese proceso de integración. Naciones jóvenes, no podemos ser más exigentes.

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Europa estuvo en guerra casi dos mil años hasta que después de la Segunda Guerra Mundial se produjo un ataque de razonabilidad y fuimos a la Unión Europea que sin duda alguna es un escenario de paz, de progreso, de democracia, y ojalá Latinoamérica tenga la capacidad de impulsar esa integración siendo como es una región homogénea, con recursos naturales. Ahora estamos en el debate de que las materias primas van a ser eso que llaman "materiales raros", todo lo que garantiza el mundo la conectividad y Latinoamérica tiene muchísimos, a mi me daba satisfacción ver que argentina y Bolivia discutían a ver quién tiene más reservas de Litio, el Litio es un potencial extraordinario de riqueza en la sociedad a la que vamos y en la economía a la que vamos.

Pienso que es muy importante que Latinoamérica ponga esos instrumentos en valor pero qué le falta políticamente, le falta un consenso izquierda - derecha, le falta recuperar un gran consenso por la integración entre izquierda y derecha, creo que esto es lo más difícil, cuando uno ve a argentina o a otro país, la fractura que hay, la polarización es excesiva, y claro que la democracia es ante todo debate, contraposición contestar al poder, claro que eso es la democracia, pero tiene que haber una especie de fondo de armario, de clarividencia de cuáles son los temas necesariamente de consenso.

Abajo, la entrevista completa con José Luis Rodríguez Zapatero:

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