Casa Rosada

Dos ex mileístas volvieron al PRO y se saludaron con Mauricio Macri

Se habían ido porque no les daban espacio y en el acto en La Boca estuvieron sentados en un lugar expectante. Macri elogió a Milei pero criticó a su equipo, como cuando en su gestión criticaban a Marcos Peña. PRO y LLA, dos culturas distintas y un diálogo imposible. El error en la historia.

Silvia Mercado
Periodista acreditada en Casa Rosada

Desde que Javier Milei llegó a la Presidencia, incluso mucho antes, LLA fue tomando dirigentes del PRO uno por uno. Los que llegaron al final, porque Mauricio Macri había abierto la puerta de la colaboración con el ganador del balotaje al respaldarlo con estructura política territorial y donantes. Los que acompañaron los primeros movimientos de Milei en la política, porque el libertario les ofrecía un lugar de reconocimiento que no tuvieron en el PRO, un partido político que juzgaban "tibio" a la hora de dar la batalla cultural con el kirchnerismo y excesivamente rígido para generar espacio a quienes no seguían "la escuelita" partidaria, un exigente método de incorporación de militantes.

Rosendo Grobocopatel, que fue secretario y mano derecha del poderoso Marcos Peña, reconoció en su canal de streaming, ante una pregunta, que si Milei si se acercaba al PRO "no lo dejábamos pasar ni por la puerta".

No había capacidad para comprender un fenómeno que ya se estaba gestando entre los jóvenes, los influencers, con más o menos formación profesional pero fuerte capacidad de llevar la política entre sus pares, promoviendo su agenda al terreno donde los jóvenes están, las redes sociales. Es el caso, por ejemplo, de Alvaro Zicarelli y Eduardo Prestofelippo, que fueron estigmatizados por el kirchnerismo. Ayudaron, junto a otros jóvenes, a posicionar la figura de Milei. Pero el líder libertario ganó las elecciones y muchos fueron dejados de lado.

Lo curioso es que tanto Zicarelli y ElPresto volvieron al PRO. O, por lo menos, al acto del #NuevoPRO que el miércoles se realizó en La Boca para escuchar a su nuevo presidente, Mauricio Macri. Fueron invitados por dirigentes del partido que viven con culpa que en su momento nos los protegieron. Según pudo constatar Memo, fueron sentados en la tercera fila de invitados, detrás de los diputados, y recibidos como si nunca se hubieran ido. Incluso les pedían selfies.

No es la única presencia que llamó la atención en el acto.

La diputada Silvana Giudice, alineada con Patricia Bullrich, fue otra de las asistentes. Y se subió al escenario donde todos se colocaron para escuchar el discurso de Macri, sabiendo que sería fotografiada. "Salvo (el bullrrichista) Damián Arabia, vicepresidente 2º del PRO y tal vez algún otro más, la mayoría de los que están con Patricia estuvieron presentes. Es el caso de varios dirigentes del interior que en lo político la siguen pero en lo partidario ya no", se explicó.

Como se sabe, tanto la Ministra como los dirigentes que le responden fueron invitados, aunque ella no aceptó el convite. Lo mismo sucedió con Horacio Rodríguez Larreta y los dirigentes del PRO que están alineados con él. En este último caso, no se vio a ninguno. Los organizadores consideran que el evento fue un éxito, al punto que originalmente había varios invitados por distrito, pero después tuvieron que desinvitar a varios porque no entraban en el Arena. Eligieron priorizar a quienes venían del interior o se habían alejado en el último tiempo.

El PRO inició el largo camino de reposicionarse en una época que no termina de entender. Claro que no es fácil para nadie en la política. Lo que estaba en las márgenes del sistema se colocó en el centro en su segunda jugada (la primera, en 2021) y nadie sabe muy bien dónde y cómo colocarse. Algunos se preguntan si habrá lugar para ellos en los tiempos que vienen.

"Has been" escribió en X el consultor peronista Juan Courel sobre la reaparición de Macri, siguiendo lo que ya había dicho Santiago Caputo: "ya fue". Claro que no es lo que pensaron los que asistieron a escuchar al ex presidente. Se sienten interpelados por él, comparten su modelo de construcción y -sobre todo- tienen un método de gestión que los define, la transformación basada en planes, procesos, logística, los "tableros de control" que fueron modernizando, algo que los distingue en política.

Milei se ríe con estas obsesiones. Lo escucha a Macri y no puede creer que sus temas sean siempre "de la micro", impulsar las licitaciones, empujar los expedientes, escribir las reglamentaciones de las leyes aprobadas, coordinar entre las distintas áreas para evitar superposiciones y errores.

El Presidente va a un solo tema. No sabe de nada más. Ni de relaciones internacionales, trenes, puertos, energía, exportaciones, narcotráfico, acuerdos políticos, justicia. Nada. No le importa el resto. Está verdaderamente convencido de que "si anda la macro, después la micro se acomoda". Que cada funcionario haga lo que quiere hasta que choque algo. Ahí, se enoja con el que provocó un ruido que trascendió a los medios.

Por eso su mesa chica es tan poderosa. Karina Milei y Santiago Caputo son los que llevan el Gobierno, tampoco con mucha experiencia. Nadie en el actual Gobierno valora "la gestión". Se eligen a los que son vivos y rápidos, que no se dejan atropellar, que son fieles y leales a los hermanos Milei. La idoneidad, definitivamente, no es un valor.

Por eso no hay que esperar demasiado del vínculo entre Macri y Milei, entre el PRO y LLA. Hablan dos idiomas distintos. Las huestes del ex presidente, si se suman a LLA, dejan de ser lo que eran. Todavía hay mucha agua que correrá bajo el puente y la vida, claro, siempre puede dar sorpresas. Pero le vaya bien o mal a Milei, ese diálogo es imposible. No son culturas complementarias.

Con modos cuidadosos, lo explicó el propio Macri cuando habló maravillas de Milei pero mal de su equipo. Era como cuando criticaban a Marcos Peña para no criticarlo a él. El ex presidente sabe muy bien lo que hizo. No puede evitar hacer comentarios acerca de cómo lo haría él en lugar de Milei. Se considera más,  mucho más y mejor. Todavía no llegó el momento en que pueda decir lo que realmente piensa. Esperará el éxito o el fracaso de quien quiere y comprende, sí. Aunque, en el fondo, considera un error de la historia.

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