Edu Gajardo

Si miramos desde otro lado, vemos lo que evita mostrar el Presidente

Las comparaciones que hace Alberto Fernández parecen ser categóricas a favor de la Argentina. Todos sus datos son correctos, pero si le damos una vuelta y tomamos los números que el Ejecutivo evita, hay algunas cosas que no se ven tan bien.

Si algo saben los políticos es acomodar las estadísticas y hacerse ver como ganadores aunque no los sean. Por eso, los únicos que pierden cuando hay elecciones son los que no saben acomodar su discurso a los resultados.

De ahí que no resultara extrañó que en su exposición del viernes el presidente utilizara nuevamente los gráficos para exponer el éxito que ha tenido la Argentina en el control de los efectos de la pandemia de coronavirus. Volvió a compararse con países vecinos y nos mostró muy lejos de la catástrofe que -sin decirlo- dio a entender que tienen en Brasil, Ecuador y Chile.

No importa si en los otros países se hacen más o menos test, o si se suman a las estadísticas los casos de asintomáticos, de los cuales la Argentina aún no tiene registro. En el gráfico superior, un detalle a tener en cuenta (que analizaremos en esta columna) y que el presidente no se detuvo a analizar, es la cantidad de muertos. La Argentina tiene casi la misma cantidad de Chile. 

 Pero entre los gráficos el que más impactó, y que mejor usó, fue el de la cantidad de víctimas por millón de habitantes, lo que para las estadísticas es la tasa de mortalidad. En ese gráfico del terror Alberto Fernández mostró que estamos en un paraíso comparados con Estados Unidos, Italia o España, pero también comparados con los vecinos. Se trata de una estadística real respecto a las muertes, pero que no es del todo representativa, porque olvidó poner también la tasa de letalidad.

A diferencia de la de mortalidad, la letalidad es la cantidad de muertos por la cantidad de contagios. Es decir, cuantas de las personas que llegan a enfermarse, fallecen.

Si le damos vuelta el gráfico y tomamos el índice de letalidad de los mismos países que aparecen en la lista denominada América, nos encontramos que la Argentina no está tan al fondo.

Esa misma tabla con índice de letalidad quedaría así:

1.- México 10.02%

2.- Brasil 6.8%

3.- Estados Unidos 6.02%

4.- Ecuador 5.9%

5.- Argentina 5.02%

6.- Bolivia 4.67%

7.- Colombia 4.2%

8.- Perú 2.79%

9.- Uruguay 2.55%

10.- Chile 1.1%

Si sólo se compara con Chile, como le gusta a Alberto, el vecino país tiene una tasa de letalidad muchísimo más baja porque con más de 26.000 casos tienen 304 fallecidos. La Argentina con casi 5.800 casos tiene 300 muertos, casi la misma cantidad de Chile. Con esos números la tasa de letalidad acá es de 5,02% y al otro de la cordillera es de 1,1%. Si lo decimos de otra manera, una persona que infecta en Argentina por covid-19 -según la estadística y aunque suene duro- tiene más probabilidad de morir que una que se infecta en Chile. 

Si las estadísticas de la Argentina son reales y no tenemos más casos, es un índice de letalidad alto, aunque algunos expertos prefieren pensar que en realidad hay muchos más casos de los que se informan oficialmente.

El factor miedo

Claramente hay ciertas estadísticas que nos conviene más mostrar si lo que buscamos es justificar las medidas que estamos tomando. En el Ejecutivo saben que después de más de 50 días de cuarentena y con el impacto que está teniendo en la economía (y no sólo en los índices macro, sino a nivel del ciudadano de a pie), tienen que justificar la decisión de seguir con las restricciones duras.

Por eso, no es antojadizo que se usara el ejemplo de Suecia y Noruega, aunque nos resulte chocante compararnos con realidades tan lejanas en todos los sentidos. Tampoco es antojadizo que Fernández asegurara que si aplicábamos el modelo sueco tendríamos 13.000 muertos, una cifra que genera temor y que sirve para asegurar que la cuarentena rígida es la mejor forma para contener el virus. Suecia tiene un índice letalidad del 12.4% y sus vecinos noruegos uno de 2.7%, la mitad del que tiene la Argentina.

El miedo es una buena herramienta cuando queremos sumar apoyo en alguna causa, porque hay pocas cosas que movilicen más que el miedo. Por eso en los argumentos siempre están los datos del terror y nos comparamos con otros países. Para el Gobierno es bueno hablar de Salud y evitar enfrentar la situación económica, una preocupación que con el paso de los días crece en los hogares, incluso por encima del temor al coronavirus, lo que -quiera o no- obligará al Ejecutivo nacional a hacer más hincapié en el tema y no poner en una balanza dos temas que son prioritarios para los grupos más vulnerables y con el fantasma de la pobreza rondando con fuerza.

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