Qué leer

Leé un fragmento del libro "Zonceras kirchneristas", de Raúl Lilloy

Aquí te ofecemos un párrafo del libro "Zonceras kirchneristas. Un socialismo del Siglo XXI", de Raúl Lilloy, de próxima presentación en Mendoza.

Una pregunta ha caído en el olvido. Es la pregunta por la libertad. Nació en 1810 con nuestra Patria y se apagó durante la tiranía de Rosas. Con el triunfo de Caseros, volvió a renacer y se convirtió en la Constitución liberal de 1853 que generó las condiciones para hacer de Argentina el país más próspero del mundo.

En 1930 un golpe fascista interrumpió la libertad y con ello la prosperidad. Los impedimentos a la libertad continuaron hasta el Gobierno de Menem, tuvimos entonces la primera década del siglo XX sin inflación y con los sueldos más altos de América Latina.

En 2001 hubo una crisis de gobernabilidad y los enemigos de la libertad, del Club del Helicóptero, incendiaron el país.

Y vinieron los supuestos salvadores bomberos, Néstor Kirchner y su señora. Tuvimos, con ellos, un estado regulatorio en estado puro y un adoctrinamiento antiliberal pro Cuba y populismos del Siglo XXI. Después de 20 años, llegó el naufragio con 45 por ciento de pobres, la inflación más alta del mundo y una corrupción generalizada.

En ese punto llegó Milei, a una ciudad tomada por la sinrazón y la antimodernidad.

Civilización y barbarie

Sarmiento escapa del degüello de los Federales del unitario Rosas y tiene tiempo para escribir una frase en francés en una piedra, antes de cruzar la Cordillera de los Andes: "Bárbaros, las ideas no se matan". Si lo atrapaban, lo degollaban como hacía la tropa del tirano Rosas. Le llevarían su cabeza, ya embalsamada y disecada, a su casa en Palermo. Luciría en el escritorio del degollador para su inspiración, hasta que un día su hija Manuelita arrojara al aljibe tan horrible recuerdo.

Ya en Chile, y con mucha bronca, Sarmiento escribió Facundo que empieza con una tremenda interrogación a su corazón acerca de lo que es aquello contra lo que está luchando, la barbarie; él que es hijo de un arriero en una provincia humilde, alejada de los centros de poder. Pero un día le picó el bichito de la ilustración, de los libros subversivos que le hablaban de un modo de organizar la Nación basado en la libertad, la democracia parlamentaria, la educación del pueblo, la libertad de expresión, de culto y de prensa. Todo lo que no existía en su Argentina gobernada por un tirano que se decía federal, pero tenía sometida a todas las provincias bajo su yugo, que exigía a sus súbditos obediencia absoluta y la práctica del catolicismo, que degollaba, vejaba o encarcelaba a sus opositores. Debemos salir de esa barbarie, pensó, porque la barbarie no eran los gauchos ni los pueblos originarios, sino esa forma de gobierno aún peor que la de la corona española, la que tenían sus cabildos. ¿Y entonces, después de 20 años de Kirchnerismo, podríamos reescribir la frase de Sarmiento?

No, los kirchneristas no son bárbaros, han leído y practican a Gramsci, Goebbels, Laclau. Sus intelectuales orgánicos rentados leen como una exégesis la novela 1984 de Orwell y sacan ideas, recetas para aplicar a nuestra doliente Argentina. Los ayuda la inercia de la historia, como una masa crítica que piensa por sí sola y que emerge contundente cuando algún intento civilizatorio empieza a hacer agua, flaquea, a veces, por el empeño que ellos mismos ponen para que los palos en la rueda terminen incendiando el carro.

Con esta bronca, pero sin perder la lucidez, hemos escrito este libro, buscando caóticamente los artilugios, los trucos groseros y a veces sutiles con los que el Kirchnerismo nos ha colonizado el inconsciente al punto de que pensamos como kirchneristas sin saberlo.

El Kirchnerismo es la barbarie del siglo XXI y eso lo favorece por- que hereda las anteriores como los anillos de un viejo árbol. Allí están la corona española, Rosas, Perón y el Uriburu del golpe de estado de los años 30. Los bárbaros unidos jamás serán vencidos. Y nosotros somos la civilización versus la ciudad pensada como una organización militar. Nosotros somos Atenas, ellos Esparta. Nosotros la Roma republicana, ellos la de los Nerón. Nosotros anhelamos ser, con nuestra propia identidad, Europa Occidental, Australia, Canada, Japón. Ellos sueñan con ser una autocracia como Cuba, Irán, la Rusia de Putin, China, Nicaragua o Venezuela. Nuestro sueño democrático es muy sencillo: volver a la Constitución de 1853 y el de ellos es una autocracia, una tiranía donde no hay división de poderes, ni libertad de prensa.

Por eso este libro, porque duele que terminemos como una tiranía perpetua, porque íbamos en esa caída y qué mejor que hacer la anatomía de esta gran mentira y falacia que es el Kirchnerismo.

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