El día en que Francisco volvió a ser Bergoglio, y los progres vieron caer a un ícono
Medios europeos coinciden en que en un encuentro, el Papa habría solicitado a los obispos italianos que no ordenen sacerdotes ni admitan en el seminario a personas homosexuales.
Jorge Mario Bergoglio se opuso al "matrimonio igualitario" en sus tiempos de arzobispo de Buenos Aires y movilizó a la Iglesia hacia la calle en contra de la ley. Nadie nunca antes de que fuera elegido como pontífice tuvo argumentos para calificarlo como un hombre de ideas progresistas, sino más bien todo lo contrario.
Sin embargo, al asumir el papado se transformó en un ícono de los «progres» del mundo: su discurso, abiertamente más abierto que el del intelectual dogmático Josep Ratzinger, Benedito XVI, lo colocó ahí.
Ahora, según los diarios La Croix y Repubblica, dan cuenta de que el Papa ha utilizado la palabra frocciagine, que tiene connotaciones despectivas hacia el colectivo homosexual. Lo hizo el pasado 20 de mayo durante la asamblea de primavera, cuando aprovecha para intercambiar opiniones de forma franca con la Conferencia Episcopal Italiana (CEI). El Papa fue claro en su mensaje y evitó las parábolas: no deben admitirse homosexuales en los seminarios.
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Con esto, si es que estuviera sintonizando discursos al ritmo de su país de origen, la Argentina, parece sintonizar más con Javier Milei y sus fanáticos ultraconservadores, que con el kirchnerismo que lo tuvo como referente en el exterior todos estos años.
La expresión que ha utilizado del Papa es extraña, porque choca con su habitual posición pública desde que ocupa el Sillón de san Pedro respecto a los homosexuales y ha llegado a aprobar la bendición a las parejas homosexuales sin equipararlas al matrimonio". ¿Quién soy yo para juzgarles?", se preguntó en aquella ocasión.
Durante un tiempo, Bergoglio ya transformado en Francisco mantuvo su distancia con el kirchnerismo en Argentina, por ejemplo (y viceversa) hasta que, de un día para el otro, se cristinizó o bien, Cristina Kirchner y toda La Cámpora, que lo visitaron en el Vaticano, se papizaron. A partir de allí, fueron lo que en Mendoza se califica sin vueltas como "culo y calzón".
En el resto del mundo, sus consignas en favor de que las mujeres se incorporaran a la Iglesia o su pedido de bendecir a matrimonios gay lo colocaron como referente de un pensamiento de izquierdas que ha existido en el catolicismo, pero nunca tan abiertamente.
Hubo, en el camino, una advertencia en torno a que podría tratarse de un "biribiri" discursivo solo expresado para contener la sangría de fieles que había producido, hasta su designación, la inclinación de los sacerdotes alrededor del mundo a cometer delitos. Muchos fueron los casos y no solo de pedofilia, sino vinculados a negocios sucios. La gente dejaba de inspirarse en la "Santa Sede" y Bergoglio lo revirtió con su carisma del "fin del mundo2.
Fue un exsacerdote de alto rango del Vaticano quien, entrevistado por quien escribe estas líneas, refirió a la posible estafa ideológica.
El polaco Krzysztof Charamsa pasó 17 de 43 años como miembro de la iglesia católica. Se ordenó como sacerdote en 1997, estudió Teología y Filosofía de 1991 a 1993 en Pelplin, Polonia y de 1993 a 1997 en la Facultad Teológica de la Universidad de Lugano en Suiza. En 2002, se doctoró en la Pontificia Universidad Gregoriana. Desde 2004 enseñó teología en el Pontificio Ateneo Regina Apostolorum y de 2009 en la Pontificia Universidad Gregoriana. Entre 2003 y 2015, fue miembro destacado de la Congregación para la Doctrina de la Fe dentro del Vaticano, lo que en la antigüedad se conoció como "La Santa Inquisición", sostenida como "guardiana del dogma católico".
Pero en 2015 abandonó su cargo en la jerarquía eclesiástica y no porque haya querido: movido por los "nuevos aires" que soplaban en el Vaticano con la salida de Josep Ratzinger y la llegada de Jorge Bergoglio, planteó ante el Sínodo de Obispos su condición de homosexual. Y fue su último planteo como miembro formal de la Iglesia. Desde 2016 hasta ahora ya ha publicado 12 libros en los que abunda en torno a las contradicciones de la Curia y el último se llama "Dos hombres, siete pecados", que escribió junto a su pareja, Eduard Planas.
Hoy opina que el papa Francisco abraza para evitar las críticas, pero no cambia las cuestiones de fondo. Contiene a potenciales detractores, "pero sigue siendo el mismo conservador de siempre", dice, contradiciendo la imagen de «papa progresista» que se ha construido de él en el mundo.
"Yo no abandoné el Vaticano. Yo presenté la nueva identidad, la nueva dignidad de la persona homosexual. Es la Iglesia la que ha cerrado la puerta", dijo en la entrevista realizada en el programa radial "Tormenta de Ideas".
El contexto indicaba ya en 2022 que el 49% de los sacerdotes y el 73% de los seminaristas encuestados por la Universidad Jesuita de Santa Clara dijeron que les habían aconsejado reprimir la sexualidad como estrategia para afrontar su propia sexualidad. Proporciones similares de sacerdotes y seminaristas dijeron que les resultaba difícil hablar de su sexualidad.
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Según las conclusiones, en la formación del clero se descuida el examen de la sexualidad, los roles de género y el poder, recalcando que el clericalismo se ve favorecido por las deficiencias en la formación para una sana integración de la sexualidad.
Volviendo sobre el testimonio de Charamsa, lo que destacó fue no una actitud realmente aperturista de Bergoglio/Francisco, sino su talento para contener y decir las cosas. "El Papa es un comunicador perfecto de una inteligencia emocional que es extraordinaria. Sabe siempre qué decir y a quién. Sabe siempre lo que el otro quiere escuchar", dijo.
Charamsa evaluó que el papa Francisco, contrariamente a lo que la propaganda a su alrededor dice, «no cambió, no la ha cambiado». Fue duro y concreto cuando dijo que "lucha contra el matrimonio homosexual, ha publicado documentos de prohibición de sacerdotes homosexuales y después publicó un documento, que es una vergüenza, contra la transexualidad".
Contó, además, que lo afirma en lo que "es un documento de la Congregación para la Educación Católica, pero es un documento aprobado por el Papa".
Redondeó su crítica, que hoy volumen a la luz del pedido contra la "mariconería" en los seminarios: "Sus llamadas telefónicas, libros, fotos privadas con gays, lesbianas o transexuales no cambian nada. Qué puede cambiar la llamada al chileno Cruz (víctima de curas depredadores sexuales en su juventud), que en lugar de decir que el Papa termine con la homofobia, se convierte en defensor, en un propagandista de un Papa reformador que hasta las leyes homófobas las hizo más fuertes. Tenemos una opinión pública que no puede percibir la realidad".
"Yo pienso que, si no tenemos ninguna reforma para las personas homosexuales o para las mujeres, esto es consecuencia también culpa nuestra. por ejemplo, de los ambientes homosexuales católicos, de nuestras política y estrategias que deben cambiar. Nosotros hemos permitido en lugar de exigir el cambio real, estamos aplaudiendo al líder. Mientras tanto sabemos que opresor nunca superará a la opresión. Los oprimidos pueden exigir cambiar la realidad. Hasta ahora los ambientes católicos homosexuales parecen colaboradores de un sistema homófobo. Puede ser inconscientemente. Aplaudir al Papa no cambia nada", expresó el exsacerdote Charamsa.
Por esto, es muy probable que a su edad y cansado, haya preferido ser auténtico, al menos en privado, y dejar su actuación al hablar entre los propios como su jefe único e indiscutible. Francisco volvió a ser Bergoglio y, con ello, dejó en off side a toda la "progresía" internacional que se había creído su marketing contenedor. En Argentina, ya sabemos de quién estamos hablando, lo respetemos o no.