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Las oscuras razones por las que el Papa dio de baja a la Comunidad Loyola

La Comunidad Loyola fue fundada a mediados de los años ochenta en Eslovenia por mujeres que se conocieron cuando aún estaban en la universidad y mantenían estrechos vínculos con el entonces joven sacerdote jesuita Marko Ivan Rupnik.

El Arzobispo de Liubliana anunció el jueves que el Dicasterio para la Vida Religiosa decidió seguir adelante con el proceso de cierre de la Comunidad de Loyola, según una fuente que sigue el proceso.

La decisión fue anunciada en una reunión convocada a finales de noviembre por el comisario que, desde hace tres años, se encarga de realizar una visita canónica (equivalente a una inspección) del estado de ese instituto religioso, el obispo auxiliar de Roma, Daniele Libanori. El hecho de que haya tenido lugar en la archidiócesis de Liubliana se debe a que fue allí donde se formalizó, reconoció e inscribió la constitución de la Comunidad de Loyola.

Fue este obispo quien, como informó el portal 7MARGENS, escuchó a las pequeñas comunidades y a sus miembros, y supervisó la vida de la institución. A la superiora general, la eslovena Ivanka Hosta, se le suspendieron inicialmente sus poderes. Posteriormente, ante las pruebas consideradas consistentes de que había abusado de su poder, fue destituida definitivamente y enviada a reclusión en la pequeña comunidad de Braga.

La Comunidad Loyola fue fundada a mediados de los años ochenta en Eslovenia por mujeres que se conocieron cuando aún estaban en la universidad y mantenían estrechos vínculos con el entonces joven sacerdote jesuita Marko Ivan Rupnik. Este sacerdote, que también se iniciaba como artista, se convirtió en el director espiritual y mentor de la naciente institución. De hecho, adquirió tal protagonismo que, según testimonios de algunos religiosos, era el jefe de facto de la comunidad, supuestamente como intérprete del fundador y superior general, Ivanka Hosta.

Los abusos de poder y sexuales que un número significativo de religiosas atribuiría a Rupnik caracterizaron aquellos primeros años. Tanto es así que, cuando en 1984 se constituyó formalmente la Comunidad de Loyola, ya se había producido una ruptura, que provocó la salida del sacerdote y artista, junto con cuatro religiosas, que pasaron a fundar en Roma el Centro Aletti, laboratorio y obra de construcción de mosaicos de temática bíblica, que desde entonces se han extendido por todo el mundo.

El secretismo, la manipulación y el autoritarismo de Ivanka, que caracterizaron su liderazgo, denunciados posteriormente por las monjas y claramente mostrados en el informe del obispo Daniele Libanori, podrían estar relacionados con el trauma no reconocido del daño causado por el padre Rupnik, o con el estilo de liderazgo adoptado por la fundadora cuando la Comunidad inició su nueva etapa tras la ruptura.

El balance hecho tanto por algunas ex religiosas como por las víctimas de abusos, que denunciaron públicamente los horrores vividos desde diciembre de 2022, retrataba una Comunidad moralmente traumatizada e internamente dividida. A los ojos de algunos observadores, la decisión de la Curia Romana de extinguir la Comunidad parece ser el resultado lógico y esperado.

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