Perspectivas

Los empresarios quieren gobernar Mendoza, sin intermediarios ni "gerentes" políticos

Cada vez toma mayor presencia pública la voz de empresarios, que coordinados o en forma individual, reclaman ser parte de las decisiones de gestión. Qué dicen unos y otros.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

Los empresarios mendocinos -y no solo los de la vitivinicultura, como ha sido históricamente- han decidido pasar al frente y marcarles el territorio a los que ejercen la política desde los partidos. En diferentes actos, algunos vinculados a la incursión en política, otros como balances de fin de año o bien en declaraciones públicas, han empezado a opinar sobre qué debe hacer el Gobierno con los recursos de Mendoza.

Así, hemos escuchado como "a los de siempre" se les han sumado otras voces. Fue de alto impacto el mensaje de Sebastián Halpern en el aniversario 20 de su empresa en el que exigió "minería para financiar recursos hídricos" y la posibilidad de que haya actividad minera en Malargüe, y fue aplaudido en forma cerrada por más de 500 invitados.

También aparecieron los que son capaces de pedir un paso más rápido y firme en las acciones y el trazado de nuevos horizontes, que den algunas chances más allá de administrar un presente fofo. Fue el caso de Diego Pérez Colman, quien dijo que "lo que necesita Mendoza es un masterplán que siga todo el que le toque gobernar". O Julián Groisman, que pide una distribución controlada del agua: "No puede destinarse el agua a productos que no tengan mercado o necesiten subsidios, eso Mendoza no puede darse el lujo ni tomar deuda ni usar ese recurso escaso", como le dijo a Memo.

Halpern, el empresario que propone minería para tener mejor administración del ambiente

El tono crítico de los empresarios lo fundamentan en que algunos ven "quietismo" de parte de las autoridades a la hora de aprovechar oportunidades de desarrollo económico o bien que los gobernantes manifiestan un muy gran temor a enfrentar a la opinión pública mendocina, poco afecta a los cambios, aunque sin embargo los acepta cuando se producen y notan su beneficio.

Han insistido oportunamente en los carriles de la política, a los que en muchos casos han acompañado con aportes de campaña, según filtran cuando hablan en privado de sus frustraciones, pero sin haber obtenido la respuesta esperada, comenzaron un camino propio

También están los que no quieren entrar en candidaturas ni política: les piden a sus actores acción, simplemente.

Lanzaron la Fundación ADN Mendoza para respaldar a +República

Hay un par de corrientes que buscan ofrecerse como alternativa electoral. Allí está el viejo lobby finquero, que antes era contenido en diferentes partidos y que ahora se siente y juega de líbero. Pero también están los que impulsan una mayor amplitud de la matriz productiva, incluyendo, por ejemplo, la minería. Ya participaron en las PASO de Cambia Mendoza y ahora quieren hacerlo llevando a destacados empresarios que los respalda (y que se reunieron hace unos días para lanzar la Fundación ADN) como concejales en los departamentos en donde viven. Una jugada en coordinación para generar impacto.

Desde los partidos políticos los tratan con actitudes diversas, que van -como dice Silvio Rodríguez en la canción- "entre el espanto y la ternura". Por un lado, los descalifican por "pedigüeños" o "poco capacitados para lo público". "No es lo mismo manejar una empresa que el Estado", dicen en voz baja, en tono defensivo. Luego, otros juran que los coptarán, que se dividirán o que "nadie los va a votar". Y están los que los ven como "bienintencionados, pero novatos"

En todos los casos, desde los partidos piensan que pueden y deben hacer las cosas por ellos, pero que de ninguna manera deben meterse directamente a ejercer la política. Desde las empresas, sus dueños -ya sin gerentes ni testaferros dentro de los partidos, como ha sido antes- se muestran hartos de "las mañas que no cambian nada, salvo la vida de muchos dirigentes políticos".

Julián Groisman, entre un nuevo campo y una nueva ciudad

Podría decirse que no hay odio, sino un gran desencuentro, un malentendido, nutrido en la desconfianza mutua. Cada sector ofrece sus razones para descalificar al otro. Pero no deja de haber un resto de respeto cuando todos dicen, desde sus trincheras, que "Mendoza es distinta".

Es temprano para sacar conclusiones, pero sí puede observarse que se trata de un momento de transición. Terminarán de nacer legítimas vocaciones de ejercer la carga pública de parte de los empresarios o bien los partidos empiezan a comprender que el Gobierno no es cosa de "profesionales de la militancia", sino de "profesionales de la administración y la gestión", que es otra cosa.

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