Ley Micaela: ¿Es el patriarcado un invento del feminismo?

"El patriarcado es el sistema en el que actualmente vive toda la humanidad. Sucede que lo esencial es tan invisible a los ojos, que a veces ni siquiera existe un término en nuestro lenguaje para nombrarlo y así ser visto", explica Emiliana Lilloy.

Emiliana Lilloy

Mucho se habla de esta ley por la cual todas las personas que integran en Estado argentino deben capacitarse en perspectiva de género y violencia contra las mujeres. En una nota anterior nos preguntamos sobre el porqué de esta ley y reflexionamos sobre cómo el entendimiento y absorción de estos conocimientos puede llevarnos a evitar cometer errores que afecten a las personas, como afectó a la vida de Micaela García.

Es importante saber que los lineamientos, esto es, los contenidos básicos que se deben dar, los determinó en su momento el gobierno anterior durante el cual se sancionó la ley, y lo hace ahora -sin cambios relevantes- el gobierno actual. A partir de ello, cada provincia u organismo del Estado realiza las adaptaciones pertinentes para que sean útiles según las necesidades de cada espacio u organización. Así, cuando dictamos un curso para docentes, no se dan los mismos contenidos que si se da esta capacitación a las fuerzas de seguridad, por la evidente razón de que cada organización necesitara herramientas distintas para ejercer su función. Sin perjuicio de esto, existen conceptos básicos que son comunes a todos.

Uno de los primeros temas que se tratan en el curso son los conceptos de "Patriarcado y Sistema sexo género" y se explica la interrelación directa entre ellos.

Recuerdo que cuando pregunté a mi hermana hace unos años ¿qué entendía ella por patriarcado? Me contestó que le sonaba a una palabra medieval. Es por ello, por lo raro que nos suenan algunas palabras que recogió y dio significado el feminismo radical de los años 60 y 70, que hay que explicarlas y traerlas a nuestra experiencia cotidiana para ser entendidas.

El patriarcado es el sistema en el que actualmente vive toda la humanidad. Sucede que lo esencial es tan invisible a los ojos, que a veces ni siquiera existe un término en nuestro lenguaje para nombrarlo y así ser visto. Incluso-como el caso de la palabra patriarcado- una vez nombrada, nos causa rechazo, porque nos lleva tiempo mirar lo que antes no habíamos advertido.

El Patriarcado es un sistema legal, económico, político y religioso que divide a las personas en dos castas sociales según el sexo con el que nacen (mujeres y varones), atribuyéndole roles, posiciones y derechos, dando superioridad o jerarquía a uno sobre el otro.

Y como las definiciones siempre se nos quedan en lo abstracto, veamos algunos ejemplos de cada uno:

Sistema legal: Las leyes civiles y políticas regularon a la mujer como una incapaz, como una niña que no podía ejercer sus derechos y con necesidad de pedir permiso a su padre o marido para cualquier acto de la vida civil. Es difícil imaginar que para comprar nuestro auto debe autorizarnos nuestro padre o marido, pero así lo vivieron nuestras madres y abuelas. ¿Abrir una cuenta en el banco y pagar desde allí el alquiler de mi casa? También hubiera necesitado permiso y firma de otro, si es que ese otro aprobaba el contrato de alquiler y mi decisión de alquilar primero. Esta disminución legal persistió hasta llegados los años 90 en diversos aspectos en Argentina, sin tener en cuenta además, que los derechos específicos de las mujeres, como los reproductivos, se están regulando en esta última década.

Sistema económico: Al privar a las mujeres de derechos y por lo tanto de la posibilidad de adquirir propiedades y de trabajar, los varones acumularon el poder y el capital. Asimismo, a las mujeres se les asignó moral y culturalmente el cuidado de la familia y del hogar, trabajo que se consideró carente de valor económico. Sin dinero en el bolsillo, toda compra, hasta de los alimentos básicos, dependía de la buena voluntad de nuestro padre o marido, y por tanto de nuestro buen trato-o sumisión-para obtenerlo.

Sistema político: A la mujer se la privó del derecho al voto y a ser representante, es decir, a ocupar cargos electivos y de dirección en el Estado. Consecuencia de ello es que todas las instituciones del Estado que hoy pensamos como "neutrales u objetivas" fueron creadas por y para los hombres y pensadas por ellos. Con la reciente incorporación de las mujeres, es que pudimos obtener leyes y políticas públicas que nos tuvieran en cuenta como ciudadanas. Incluso la lucha de las inglesas que obtuvieron el voto en 1918 hizo que ya desde esa fecha sus gobernantes fueran electos por la ciudadanía, en cambio, en la Argentina, presidentes como Irigoyen fueron elegidos por varones y recién en 1951 Perón fue el primer presidente que votamos las mujeres.

Sistema religioso: la humanidad adhirió al monoteísmo recientemente. Ese dios único es la imagen y semejanza del varón -el padre, el hijo y el espíritu santo- y además, lo instituyó como ser central, poniendo a la mujer bajo su dominio con deberes de obediencia. En culturas profundamente religiosas, estas creencias hacen que hoy las mujeres no tengan ningún derecho e incluso sean mutiladas o lapidadas si no responden a este mandato. La figura del Padre y la Hermana, para curas y monjas en el cristianismo nos da una imagen de la posición de cada casta sexual frente a la religión y frente a dios.

El Patriarcado es el sistema en que vivimos actualmente, y es tan real como lo fue el feudalismo o es el capitalismo en este momento de la historia. La diferencia es que el sistema patriarcal ha persistido por casi 12.000 años más allá de que los sistemas políticos y económicos cambien o creamos en unos u otros dioses. Es por ello que decimos que es el paraguas de todos los sistemas que se han aplicado en la humanidad.

A una puede gustarle o no cómo los señores feudales administraron la tierra y a sus siervos/as, o puede rebelarse o aceptar el capitalismo que hoy condiciona y modela nuestras vidas. Lo que no se puede es negar su existencia, porque de hacerlo - y sobre todo siendo mujeres en el caso del patriarcado- se vivirá sin la conciencia y la posibilidad de cambiarlo, para evitar las consecuencias de un sistema que divide a las personas en dos categorías y priva a uno de los grupos del acceso a las mismas oportunidades que tiene el otro.

¿Y cómo se vincula esto con el sistema sexo-genero? Más que vincularse, este último es la base o estrategia que hizo posible esta disminución en los derechos y oportunidades de "la casta mujeres" en esta tierra. Pero con el ánimo de no aburrir, la seguiremos en la próxima nota. 

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