Nos dan pánico, porque él y ella son un producto de lo que somos
Una semana que nos genera estupor, pero que en gran parte nos angustia y preocupa porque sabemos que en diferentes niveles, es una cuestión que está incrustada en la sociedad. Somos así, ellos son producto de la forma en que hemos permitido que el país se
Hay momentos en que seguro el aburrimiento de los suizos no debe ser tan malo y, quizás, hasta los habitantes de la Argentina nos acostumbraríamos a la previsibilidad. Lo que ocurrió en los últimos 7 días fue propio de la serie de televisión más delirante y mostró que por el poder el actor político argentino es capaz de cualquier cosa.
No digo nada nuevo, porque la ambición de poder, a cualquier costo, es la que llevó a que se tomaran malas decisiones durante décadas y se haya llegado al país que tenemos hoy. Un país al que le destruyeron las bases y que deambula en la eterna e infructuosa búsqueda de una normalidad que es imposible de alcanzar con los actores de la realidad actual.
Pero también cabe preguntarse si el problema del país es ella, si es él o si en realidad el problema es que todos somos así -en diferentes niveles- y lo que vemos no es más que el producto de la sociedad que tenemos. Una sociedad que se fue desmoronando para acomodarse a una realidad deformada y en la que la viveza criolla, es valorada y celebrada, pero que cuando llega a su versión en las altas esferas de poder, se vuelve una cuestión destructiva y altamente peligrosa.
El problema es que somos así, ya por una cuestión natural o porque la deformación del país nos llevó, pero en la vida diaria funcionamos de la misma manera que lo hace el poder político. Buscamos sacar ventajas dándole la vuelta a una ley o a un negocio que está fuera de las reglas. Nos quejamos de los "planeros", pero todos conocemos a alguien que gana cinco o seis veces más que nosotros, pero que dibuja sus números para ser monotributista. Claro, lo justificamos porque la Argentina es un país que te saca la vida con impuestos, pero la realidad es que va más allá de eso y es una cuestión incrustada en el accionar diario de todos nosotros.
Si un estacionamiento está lleno y sólo queda el lugar reservado para personas con discapacidad, no te quepa duda que en la mayoría de los casos lo ocuparán. Pero no lo ocupa un auto propio de un "planero", lo ocupa una 4x4, un BMW, Audio o Mercedes cuyos dueños no están dispuesto a dejar su vehículo muy lejos del gimnasio, simplemente porque se sienten con el poder y la impunidad para hacerlo. Es más, se van a molestar si les haces ver que están en una falta, porque sienten que están por encima de la norma (caso frecuente y real en Paseo Las Cortaderas de Rodeo de la Cruz).
Alguien puede decir "mirá la pelotudez de ejemplo que pone", pero es altamente representativo, porque si no respetamos algo tan simple y fácil, qué podemos llegar a hacer si sentimos que tenemos poder para decidir sobre cuestiones con un alto impacto en la vida cotidiana.
Ella y él son producto de lo que somos, de lo que hemos hecho del país de manera directa o indirecta, dando el voto o por nuestra pasividad a la hora de corregir lo que nos está llevando por el rumbo equivocado.
Nos sorprendemos, nos espantamos, pero en realidad nos asustamos y nos preocupamos porque sabemos que podemos ser iguales o peores, porque sabemos que -quizás- los otros y nosotros no somos tan distintos.