Historia

Mendoza y Chile: vínculo centenario, político, económico y cultural

El historiador Gustavo Capone revisa, en esta nota, la relación histórica de Mendoza con Chile y cómo actuaron otros presidentes al encabezar delegaciones a Santiago.

"Y los porteños decían: ahí viene el vino y el aguardiente de Chile". Lo escribí hace años. Vaya a saber en qué nota periodística. Pero era real la aseveración. Era una expresión natural y espontánea que nacía de los comerciantes de Buenos Aires que esperaban ansiosos esos productos para ser distribuidos en la ciudad virreinal del Plata, en todo el litoral argentino, en Uruguay y Paraguay. 

Habría que reparar que ese vino y una multiplicidad de productos derivados de la uva habían sido elaborado en Mendoza, y surgido de las cepas de los pueblos que con el tiempo serían Maipú, San Martín, Godoy Cruz, Rivadavia, Guaymallén, Junín, Las Heras, Tunuyán, Santa Rosa, Luján de Cuyo, San Carlos y Tupungato. Era verídica la expresión que emanaba de Buenos Aires, pues Mendoza formó parte de la Capitanía General de Chile desde su fundación en 1561 hasta la creación del Virreinato del Río de la Plata a finales del siglo XVIII. Por entonces, hubo más de 200 años de lazos económicos y políticos entre Mendoza y Chile. 

Pero sobre todo de lazos sociales y culturales. Relación que nunca se cortó hasta el presente, convirtiéndose Mendoza históricamente en el principal paso vinculante entre ambos países, y la vía que económicamente generó mayor tráfico comercial desde aquellos nativos indígenas nómades que surcaban el desierto mendocino hasta las playas del Pacífico antes de la conquista española. Desde aquellos arrieros que cruzaban la cordillera refundando los pioneros pasos indios que luego utilizará el ejército libertador de San Martín. 

Una agenda pluralista entre Mendoza y Chile

Desde aquel Tren Trasandino (asombrosa obra de la ingeniería mundial) hasta las modernas flotas de camiones que transitan la ruta internacional provenientes de toda América. Todo pasaba y pasa por Mendoza antes de llegar a Chile. Y se retroalimenta mutuamente. Lo económico y lo social. Lo académico y lo político. Construcción cultural que derivó en la clara manifestación por la cual, para los mendocinos y chilenos, la montaña nunca fue una barrera sino un puente. "Dos puntas tiene el camino, y en las dos alguien me aguarda"; eterna vigencia de la cueca de Rocha y Ocampo.

Y vaya saber por qué

Ejemplos históricos abundan. Prácticamente todo el sector ilustrado mendocino del siglo XVIII y XIX se educó en la Universidad de San Felipe. Muchas de esas personalidades serian figuras prominentes de Mendoza que ocuparían relevantes cargos públicos en la provincia y la nación o serían gestores de emprendimientos empresariales pioneros. Pero también un amplio sector social "cuentapropista" estuvo netamente vinculado al nexo económico y comercial entre Mendoza y Chile: ganaderos, tamberos, los nombrados arrieros, curtidores, hojalateros, pequeños aceiteros, modistos, artistas teatrales, músicos, bailarines, metalúrgicos, químicos, tejedores, hojalateros, domadores de caballos, herreros, toneleros, enfermeros, viticultores. Reparando además en la cantidad de maestros, sacerdotes, abogados, médicos, escribanos, ingenieros, carpinteros, albañiles, enólogos, agrónomos, que hacían "su temporada" en uno u otro lado de la cordillera.

Y vaya a saber por qué la tradición se rompió. Siempre las delegaciones nacionales que tenían por objetivo un encuentro entre máximos mandatarios de ambos países tuvieron al Gobernador de Mendoza como referencial invitado. Por lo históricamente planteado, pero también por la relevante proyección geopolítica y económica de Mendoza como punto vinculante del Atlántico y el Pacifico, y por su irremplazable posición estratégica como puerta de ingreso a los mercados del sud este asiático a través de los puertos chilenos.

En la actualidad y a lo largo de la corta historia democrática reciente desde 1983, cada encuentro entre mandatarios tuvo al gobernador mendocino como protagonista y testigo. Los gobernadores de Mendoza fueron un ariete trascendente en la relación bilateral. Su cercanía; su vinculación; su interiorización e interactuación cotidiana con ciudadanos, comerciantes, turistas, religiosos, empresarios, políticos y académicos de ambos países hacían, y hacen, la relación sumamente aceitada.

Para muestra sobre un botón

Pero para despuntar el apasionante gusto por la historia contaré una breve historia. Fue en febrero de 1899, las relaciones entre Chile y Argentina estaban muy tensas. El presidente argentino era el General Julio Roca. El presidente chileno el doctor Federico Errázuriz. La situación era compleja y de continuos forcejeos con fuertes amenazas bélicas. Pero como símbolo de que se había elegido el camino de la paz (ya se habían dado los pasos iniciales para un laudo arbitral), se acordó un encuentro entre los presidentes Roca y Errázuriz en el Estrecho de Magallanes. Uno de los principales gestores de dicho encuentro fue Emilio Civit, quien por ese entonces acababa de llegar al cargo de Ministro de Obras Publicas de la Nación, tras dejar de ser gobernador mendocino. 

Mendoza necesita que Fernández tenga algo más que una agenda partidaria en Chile

La excelente y larga relación familiar entre los Errázuriz y los Civit hizo que el encuentro se produjera favorablemente, descomprimiendo la celosa relación entre ambos países. 

Es más, dicen las crónicas que Emilio Civit, conociendo a Errazuriz le aconsejó al General Roca, que se presentara en todas las reuniones vestido de ropa de civil, y no con su tradicional atuendo de General como siempre lo hacía. El gesto simple, pero solamente dispensado por quien conoce desde la cercanía, fue un elemento que contribuyó a evitar posibles susceptibilidades. 

¿Fue el consejo de Civit y el gesto de Roca lo que evitó la guerra? No. Rotundamente no. Pero en el campo de las relaciones internacionales y en materia diplomática los gestos públicos y políticos son determinantes. Esos gestos son contundentes. Y la vinculación directa ayuda (y mucho) predisponiendo escenarios propositivos. En ese encuentro se asistió a una evidente relajación de la tensión. No se había resuelto mucho, pero ambos presidentes se llevaron el "espíritu del Estrecho", tendiente a una mejor comprensión mutua. Se había evitado la guerra. Nada más y nada menos.

Una cueca, un gato y una tonada. Uno se tienta

Las historias locales siempre apasionan. Vaya otro buen ejemplo de encuentros binacionales con sede en Mendoza. Fue el encuentro de los días 28, 29 y 30 de octubre de 1965. Entre los presidentes Arturo Illia quien había llegado al gobierno por la Unión Cívica Radical del Pueblo y Eduardo Frei Montalva (padre del también presidente Eduardo Frei Ruiz - Tagle). Como anfitrión el gobernador mendocino Francisco Gabrielli, referente insoslayable del Partido Demócrata provincial.

Illia visita a Eduardo Frei en Chile junto al gobernador Francisco Gabrielli.

Ese encuentro de 1965 en Mendoza será el sexto encuentro entre presidentes argentinos y chilenos desde aquel relatado anteriormente entre Roca y Errázuriz. Once años después de la cita en el estrecho de Magallanes (1899), el 25 de mayo de 1910, los presidentes José Figueroa Alcorta y Pedro Montt (en cuyo periodo se construyó el tramo del Ferrocarril Trasandino entre Los Andes y Mendoza) estrecharon sus manos frente a una multitud en la Plaza de Mayo para los actos del centenario. En marzo de 1925 Marcelo T. de Alvear y Arturo Alessandri se reunieron en la Dársena Norte, después que Alessandri llegará desde Montevideo. 

El próximo encuentro argentino - chileno llegará tras 22 años de espera cuando en 1947, el general Juan Domingo Perón recibiera a Gabriel González Videla en la estación de Retiro. Perón repitió el encuentro con el sucesor de González Videla, Carlos Ibáñez del Campo. Lo hizo el 9 de julio de 1953 en la Casa Rosada, antes de asistir a un tedéum celebrado en la catedral metropolitana. 

Perón junto a Ibáñez del Campo en Chile.

Longobardi y la ausencia de Mendoza en la delegación a Chile

El quinto encuentro entre mandatarios argentinos y chilenos, previo al encuentro en Mendoza de 1965, fue el de Arturo Frondizi y Jorge Alessandri, en el Palacio Presidencial de Viña del Mar (10 de septiembre de 1961). Nuestro presidente asistió con el gobernador mendocino Ernesto Ueltschi.

Frondizi Alessandri.

Pero lo anecdótico de aquel encuentro mendocino entre Illia y Frei, fue tras el almuerzo del 29 de octubre en las terrazas del Plaza Hotel, cuando un grupo folklórico rivadaviense, fuera de todo rígido protocolo y rigurosa seguridad apareció cantando temas populares de ambas naciones. Eran los reconocidos "Trovadores del Este". En la mesa principal también se encontraban los cancilleres de ambos países: Miguel Ángel Zavala Ortiz y Gabriel Valdés. 

Paralelamente mucho público congregado en la Plaza Independencia vitoreaba a los presidentes al son de palmas pidiendo otra cuenca, otro gato y otra tonada. Entre aros y cogollos que ponderaban la buena relación entre los anfitriones mendocinos y los visitantes chilenos. Los presidentes y sus comitivas partieron para continuar con la agenda de trabajo tras algunas interpretaciones de los músicos, pero la "farra" en la plaza siguió hasta bien entrada la noche cuando al tradicional conjunto rivadaviense se sumaron otros grupos folclóricos e improvisados bailarines del público presente.

Eran otros tiempos

Reitero. La democracia argentina nacida en 1983 profundizó el vínculo argentino - chileno. Mucho más, cuando Chile recuperó su estado democrático. Desde ese momento cada encuentro entre ambos presidentes, los gobernadores mendocinos estuvieron presentes. Vaya paradoja. 

En este tiempo pandémico (tiempos excepcionales) muchos mendocinos deberán extrañar disfrutar las ventajas brindadas por la proximidad con Chile. Seguramente, a la par, nuestros comerciantes y emprendedores mendocinos deberán extrañar la llegada de turistas y empresarios chilenos, y con ellos divisas que tanto necesita nuestra economía. Todo eso queda en un segundo plano. 

Mendoza debió estar en Chile

Puede sonar coyuntural, efímero o hasta frívolo. Pero lo que es de extrañar, es por qué Mendoza y su gobernador no formaron parte de la delegación oficial que visita Chile. Grave error. Político, económico, diplomático, histórico y cultural. Tendencioso y discriminatorio.

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