La Mendoza criminal: los primeros asesinos seriales mendocinos
Los hermanos Marcos Mauricio y José Mauricio Leonelli eran hijos de los inmigrantes italianos José Leonelli y Teresa Pauranelorú. Luciana Sabina cuenta el historial criminal y las ilustraciones son tremendas.
"Pocas veces, el ambiente tranquilo de las ciudades del interior se ha sentido tan violentamente agitado por la noticia sensacional de un crimen monstruoso, como en estos días la ciudad de Mendoza". De este modo la revista "Caras y Cartas" inició una crónica sobre los hermanos Leonelli, dando a conocer al país a los primeros asesinos seriales de nuestra provincia.
Los hermanos Marcos Mauricio y José Mauricio Leonelli eran hijos de los inmigrantes italianos José Leonelli y Teresa Pauranelorú. En el acta de nacimiento del primero pueden leerse estos datos y otros, como que el bebé era "de color blanco".
Se cree que la madre era parte de la sociedad delictiva, ya que ambos jóvenes a penas llegaban a los 20 años. Todo salió a la luz el 20 de diciembre de 1916 cuando los vecinos de una casa situada en la calle Urquiza de la ciudad de Mendoza -casi llegando a Salta-, escucharon escalofriantes gritos provenientes de su interior.
Inmediatamente, dieron aviso a la policía. Los agentes llegaron, pero al ingresar no pudieron socorrer a la víctima. Los hermanos acababan de dar muerte al prestamista turco Tufick Ladekani, con el fin de robarle algunos pesos.
Según la investigación lo citaron allí planificando todo con la malicia propia de quién delinque. El plan falló los delincuentes porque Tufick sobrevivió al primer ataque y pidió auxilio alarmando al vecindario.
La situación fue realmente desesperante. Mientras dos vecinos y la policía acudían al lugar, los verdugos ultimaban a la víctima estrangulándola con un alambre y arrojándola luego al sótano.
La prensa de mendoza dio detalles del crimen al día siguiente, incluyendo la autopsia que realizó el Dr. Villare. Ladekani presentaba siete heridas profundas con rotura de cráneo y signos de estrangulación.
Pero esto no fue todo. En la caballeriza de la casa -alquilada por los Leonelli- se encontró el cadáver del vasco Julián Azcona. Un inmigrante español, oriundo de Burgos, de 28 años que vendía cigarrillos por la calle y había desaparecido misteriosamente poco después de casarse. El vehículo de Azcona se encontró frente al hogar de los hermanos homicidas.
También se los restos del corredor hipotecario Juan Dávila, a quienes debían un crédito.
Al conocerse la noticia, los mendocinos acudieron en masa a la sede central de la policía y fue necesario resguardar a los asesinos de un linchamiento seguro. Se los encarceló de inmediato. Uno de ellos resultó sentenciado a muerte. Sin embargo, no fue ejecutado por presión de los mismos habitantes de la provincia. Si bien aún era parte de nuestra legislación la pena de muerte causaba un gran rechazo social en Argentina.
Hacia 1923 ambos fueron enviados al penal de Ushuaia, conocido como la "Cárcel del Fin del Mundo". Ese mismo año se trasladó también al famoso Petiso Orejudo con quien seguramente compartieron espacios. Marcos Mauricio logró la libertad años más tarde, pero José Mauricio murió en la cárcel.
Llamativamente los restos de Marcos Mauricio descansan cerca de los de sus víctimas, en el Cementerio de la Ciudad de Mendoza.