Salud, líderes enfermos y hospitales: Aldao y Lagomaggiore
El historiador Gustavo Capone ofrece aquí su cuarta entrega de la historia de los nombres de los hospitales de Mendoza y promete más.
El "cacho" de Aldao
En esta penúltima entrega abordaremos brevemente la historia de Luis Carlos Lagomaggiore, intendente y estadista. Pero previamente quisiera compartir una anécdota, en esta serie de relatos sobre la vida y acción de médicos que dan nombre a los hospitales mendocinos, para demostrar en otra postal de la historia mendocina, desde dónde venimos en materia de salubridad y cuál era el estado de situación de la medicina provincial desde mediados del siglo XIX. Deberíamos remontarnos a 1845, último año de gobierno de José Félix Esquivel y Aldao ("el Fraile Aldao").
Lo habíamos manifestado en notas anteriores, Mendoza solo contaba desde la época colonial con el "Hospital San Antonio", quien "quedó al cuidado de la Orden Hospitalaria de los Betlemitas. Estos se habían trasladado desde Lima para cumplir esa misión. Tuvo un pabellón para españoles y otro para mestizos. La práctica de la cirugía se reducía a la curación de heridas, reducción de fracturas, extirpación de tumores externos, cauterizaciones, sutura de heridas y apertura de abscesos. La analgesia se lograba con la embriaguez alcohólica y el opio, pero resultaban poco eficaces para mitigar el dolor durante las operaciones". (Historia de la cirugía en Mendoza Dr. Eduardo Cassone. Revista Médica Universitaria, Volumen 1, Número 1, Diciembre 2005).
El Fray Aldao, ha sido caracterizado como "un duro". Su tenacidad y sus cruentas prácticas contra sus adversarios en defensa de sus ideales federales fueron históricas. Y también cuenta la leyenda, que su mal humor era una constante. Pero si algo no soportó fue la burla de sus rivales políticos cuando lo ridiculizaban diciendo que tenía un "cuerno" en su frente.
Así lo que empezó como un evidente tumor protuberante terminó siendo diagnosticado como un "lobanillo". Aldao (gobernador de Mendoza entre 1841 y 1845), recurrió a consultar al doctor Cayetano Garviso. Éste era un viejo médico español, ya retirado del ejército. Garviso opinó que se trataba de un quiste que contenía "miel o suero con leche cortada o materia sebácea" y que lo curaría con una punción por bisturí. Aldao, alarmado escribió a Juan Manuel de Rosas, máxima autoridad nacional por ese entonces. Textual de Aldao: "(...) en Mendoza hay tres a cuatro médicos, pero todos con excepción de uno, son salvajes unitarios en quienes no puedo tener confianza, y el único federal es el más ignorante"; solicitando enviara con urgencia un cirujano "que algo supiera".
En este ínterin y ante las seguridades que ofrecía Garviso, Aldao aceptó realizarse la operación. El doctor cobraría 1.000 pesas fuertes. Cuando Garviso punzó el tumor con el bisturí, en vez de sebo comenzó a manar sangre. Si bien pudo cortar la hemorragia, a los pocos días el tumor estaba peor.
Entonces Garviso, lejos de sentirse amilanado, fue por otra oportunidad. Volvió a convencer a Aldao que una nueva operación sería la definitiva. En esta ocasión estaría asistido por otro médico español (Martínez) y el padre betlemita Santa María. Los antecedentes de Santa María decían: "que era casi sordo, hablaba muy poco, pero había sido habilitado como cirujano por el gobierno mendocino por su acción caritativa en el Hospital San Antonio". Una garantía. "La operación duró casi una hora. Solo pudieron extraer parte del tumor, cauterizar la restante y las caries que mostraba el hueso coronal (frontal) también fueron cauterizados, coser los colgajos y poner un apósito. Par supuesto, toda ello, sin la menor anestesia".
Es en ese tiempo cuando Rosas envió al doctor Miguel Rivera (casado con Mercedes Rosas, hermana del mismo Juan Manuel). Era considerado una eminencia. Graduado en Buenos Aires y especializado en Paris. Cuando Aldao fue revisado por Rivera el tumor se había extendido cubriéndole la nariz, el ojo derecho y casi toda la frente, mientras una gran infección abarcaba la zona. Decidiendo entonces el cirujano hacer una nueva operación.
En paralelo el doctor Garviso huyó a Chile por temor a las represalias que había despertado la ira del fraile. Mientras tanto Aldao seguía enfrascado en los virulentos conflictos entre federales y unitarios que acosaban la provincia.
Aceptó ser operado, "siempre y cuando no durase más de dos minutos" porque no podría soportar más dolor y bajo la promesa que la intervención no cubriría el ojo izquierdo. Rivera en pocos minutos realizó la operación "cortando el tumor con las porciones de hueso que estaban adheridas. La hemorragia era tan abundante que no podía perder instantes en examinar". La operación dejó un hueco enorme sobre la cara del fraile, quien se desmayó en varias oportunidades durante la intervención, siendo reanimado con colonia de alhelí y sorbos de aguardiente. Lamentablemente para Aldao el tumor se reprodujo rápidamente. Una infección bacteriana en poco tiempo terminó con una manifiesta deshidratación y una marcada desnutrición. Falleció en enero de 1845. Fue enterrado según su expreso pedido con dos uniformes: el de militar y el de fraile.
Hospital Luis Carlos Lagomaggiore (Ciudad de Mendoza)
Lagomaggiore es considerado el gran sanitarista de Mendoza, sin tener el título de grado que lo facultaba. Sin embargo, este nacido en Perú, pero indiscutidamente un mendocino por adopción de "pura cepa". Fue por sobre todas las cosas un gestor público extraordinario. Un político "de raza", ocupando los espacios más representativos en las áreas claves del gobierno: seguridad, salud y educación. De su acción emanaron realizaciones sustanciales para la provincia en tiempos de enorme complejidad.
Mendoza, llegando al 1880 recién empezaba a recuperarse del devastador terremoto de marzo de 1861. La nueva ciudad estaba dando sus primeros pasos. Recordemos que en aquel terremoto murieron 4.247 personas y hubo cerca de 1.000 heridos. Es en ese tiempo intermedio cuando Lagomaggiore llegó a Mendoza. Empezó siendo Jefe de Policía. Y siendo Gobernador José Miguel Segura, le encargaron junto a Sebastián Samper un análisis sobre la situación de la educación en Mendoza. Era profesor del Colegio Agustín Álvarez y terminó siendo Director General de Escuelas, una tarea titánica ya que tras el terremoto hubo que reconstruir toda la estructura edilicia y gran parte de la intelectualidad mendocina había sucumbido en el suceso.
Lo mismo ocurrió en materia de salubridad. El agua no era potable, la precaria industria de la carne, lácteos y embutidos era un constante foco infeccioso, las aguas "servidas" brotaban por doquier, el transporte comercial y privado era de tracción a sangre: bueyes, mulas, caballos, se movilizaban constantemente por las aceras del nuevo centro sin ningún tipo de organización y los arreos de vacas y cabras llegaban hasta el casco urbano. Agreguemos que aquel sistema de acequias previo al terremoto había sucumbido y que era imprescindible rediseñarlo, y que el sistema hospitalario como lo hemos venido señalando era extremadamente mediocre.
Es lógico pensar que enfermedades como "la rabia", el hantavirus, la aftosa, se propagaban cotidianamente. Además de la lepra, la tuberculosis y las epidemias, sobre todo el cólera, que en 1886 ocasionó casi 800 muertes. Esa coyuntura hizo que el gobierno mendocino promoviera el Consejo Provincial de Higiene precedido por el Dr. Berutti, constituyéndose en paralelo una comisión de vecinos para contribuir con las autoridades. Al frente de la organización ciudadana estará Luís Laggomagiore, y entre las primeras medidas que tomó, ante la carencia de agua potable, fue cortar la circulación por las acequias provinciales, pues será el agua el principal vehículo de contagio. Se exigirá también desparramar cal viva en las acequias y consumir agua hervida que se distribuyó a domicilio.
Dicha acción, no solo le valió un distinguido reconocimiento social y comunitario, sino que fue nombrad0 Presidente del Consejo de Irrigación y posteriormente Director de la Administración Sanitaria y Asistencia Pública. Lo manifestado: fue Jefe de Policía; fue Director General de Escuelas; y en la emergencia, mérito de su capacidad, el Jefe del área de la salud pública. Tamaña solvencia hizo que Rufino Ortega lo propusiera como Intendente de la Ciudad de Mendoza entre 1884 - 1888.
Fue indudablemente un gestor insoslayable de la Mendoza moderna. En el cargo generó "una red de agua potable para viviendas y canillas públicas, con la introducción por primera vez del uso de filtros. También creó la Oficina Municipal de Química para el manejo seguro de los alimentos y mejoró la infraestructura del hospital San Antonio". Dictó la regulación del transporte de la basura, de los mataderos y tambos. Su plan de urbanización todavía sigue vigente en algunas secciones de la ciudad. Fue un pionero en el control de viviendas antisísmicas; niveló calles y reestructuró el cementerio y zonas aledañas. Creó la estación meteorológica; las oficinas de contraste de pesas y medidas; la oficina de estadística y la Contaduría de la Municipalidad. Introdujo el tranvía de tracción a sangre. Construyó los primeros baños públicos; incrementó la cantidad de farolas en cada cuadra y organizó las calles con nombres y numeración domiciliaria.
Luis Carlos Lagomaggiore, fue un hombre de la brillante generación que abrió la puerta a la Mendoza de hoy. Un estadista. Falleció el 16 de diciembre de 1916.