La causa por los niños: homenaje a los docentes a través de ejemplos inspiradores
El recuerdo en torno a referentes que pusieron en valor a la niñez, en el Día Internacional de Lucha contra el Trabajo Infantil.
En el Día de la Lucha Contra del Trabajo Infantil es oportuno hacer un homenaje a todos los maestros y directores de escuelas que brindan un ámbito de contención y orientación a los niños y niñas que sufren diferentes tipos de abusos. En este texto recordaré a sólo tres y a través de ellos a todos los docentes.
"Para ayudar a la humanidad hay que empezar por los niños" dijo en 1945 el director de escuela Santiago Bovisio. Y a su esposa Amelia solía decirle "Todo niño necesita cariño". Ella comprendió que debía acompañarlo junto con sus hijos en la construcción y puesta en funcionamiento del colegio Santa Rosa de Lima en el medio de un cerro en Embalse, Córdoba. Se inauguró en 1948 con siete niños, la mayor parte de ellos de los alrededores y de las más diversas condiciones. También había niños huérfanos del patronato. A las maestras les decía que "no sólo se trata de educar la mente del niño sino suavizar su corazón, darles un sentido de vida, encaminarlos al bien". Ser maestra integral para Don Santiago - como solían llamarlo - era hacer vida la enseñanza que se quería transmitir, reflexionar y actuar acorde al bien del niño.
Esta experiencia que recogí en un trabajo de investigación biográfico me recordó el significado del título de la obra "Los mocosos nos miran" de la educadora Elia Ana Bianchi de Zizzias. Sugiere tomar conciencia sobre nuestro estilo de vida y pensar que puede ser un espejo en el que se reflejen otros seres humanos. Es comprender que nuestras palabras y acciones abren el camino a "incontables posibilidades educadoras, pero también pueden incidir en ellas fuerzas e inercias deseducadoras" como afirma el preámbulo de la Carta Internacional de ciudades educadoras.
Zizzias nos moviliza año a año en su "causa por los niños" y al leer el libro citado comprendemos una de las raíces de esta motivación: su experiencia como maestra rural y una tradición heredada y aprendida. Su madre tenía alumnos cosechadores y también cuidadores de tumbas porque la escuela quedaba cerca de un cementerio. Elia Ana, luego como decana de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo creó y organizó la carrera de Ciencias de la Educación. También dio origen a la Fundación Educar dedicada a la investigación y formación de recursos humanos en metodologías educativas no convencionales. Y a través de la dirección del proyecto Ludoniño organizó y asesoró a numerosas ludotecas en el país y el extranjero.
Otro maestro de nuestra provincia que viene a mi recuerdo en estos días es Vicente Lahir Estrella. Dijo "En 1933 invité a todos los pintores del ambiente y no me hicieron caso. Me resolví a hacerlo solo". En el diario apareció al poco tiempo el siguiente aviso: "Desde el domingo en la mañana se dará clases de dibujo, populares y gratuitas, en el parque". Estrella dijo a Antonio Di Bendetto: "El domingo me planté al pie de los portones a ver qué pasaba. Llegaron unas cien personas: niños y mayores. Les expliqué mis propósitos. Entré en el parque y me siguieron". Así se fundó la Escuela de Dibujo al Aire Libre, el domingo 9 de abril de 1933. Impartía clases gratuitas a niños y jóvenes. Se formaron con Estrella y lo acompañaron en este proyecto otros artistas como Rosa Arturo, Rafael Montemayor, José Bermudez, Juan Scalco, Beatriz Capra, Mario Vicente, José Gil, Rosario Moreno y Rosa Stilerman.
"La finalidad de esta escuela es transmitir al niño - comentaba Rosa Arturo continuadora de la obra - el amor por la naturaleza y por esta razón el profesor Estrella eligió el pulmón de Mendoza: el Parque General San Martín para que el niño aprenda y descubra en la naturaleza. Alguien la postuló la universidad sin techo o más modestamente la escuela sin techo del dibujo".
Los ejemplos de Bovisio, Zizzias y Estrella son luces que inspiran el presente para continuar apoyando la "causa de los niños". Incontables docentes en sus aulas físicas y virtuales realizan una labor cotidiana y silenciosa. Abren espacio a nuevas y a veces únicas posibilidades que tienen sus alumnos para desarrollarse como seres humanos armónicos, integrales y con un sentido de vida.