Del "no negocio mi moral a cambio de dinero" a la bilateral con Xi
Javier Milei creía posible evitar las negociaciones "estado a estado". También que la diplomacia no servía para nada. Pero las últimas semanas pudo permitirse un aprendizaje que algunos optimistas creen que puede sacarlo de la rusticidad en sus modales.
"Yo no haría negocios con China, no negocio mi moral a cambio de dinero y no hago transacciones con comunistas" dijo Javier Milei en forma reiterada en su campaña, posición que continuó cuando ganó las elecciones, lo que no era ya sorpresa para nadie. Fueron reiterados los entrevistados en los programas de radio y televisión que hacían malabarismos para responder "no hay ninguna razón para hacer negociaciones estado-estado, las negociaciones comerciales las hacen los privados". A esta periodista le contestaron de ese modo, en distintas circunstancias, desde la ahora ex canciller Diana Mondino hasta el legislador Ramiro Marra. Pero es algo que dijeron en LLA durante mucho tiempo.
No es sencillo comprender cómo es que Milei llegó a esa conclusión, de que no era necesario sentarse a negociar con los jefes de estado, que los acuerdos entre estados no eran un asunto de los presidentes. Está claro que es una visión que se desprende de los libros de los libertarios que leyó con pasión, una idea de escala similar a la de cerrar el Banco Central, que asegura no resignar, aunque solo viene trabajando para hacerlo más fuerte.
Obviamente, China no se inmutó con los dichos de Milei. No necesitaba demasiado esfuerzo para tener claro cuánto necesita nuestro país de la que ya es la principal economía del mundo, según las estimaciones de Bloomberg Economics (abril 2024) utilizando pronósticos del FMI sobre Perspectivas Económicas Globales. Ya se trataba de una economía desafiante en especial para los Estados Unidos, donde las élites políticas (tanto demócratas como republicanos) coinciden en tomarla como una prioridad a derrotar en el terreno del comercio, un arma que -juzgan- utilizan con fines políticos, para avanzar sobre las posiciones norteamericanas.
Ránking de riesgo país para los países latinoamericanos
Todo indicaría que Donald Trump cree posible lograrlo poniéndole aranceles a los productos chinos, algo no muy eficiente en el corto plazo si no hay un impulso poderoso a través de subsidios, lo que no parece disponible o acorde a las necesidades. El riesgo puede ser la inflación además, lo que innegablemente provocará disgusto en la población. ¿Será por ese intríngulis de difícil resolución que aún no fue designado el jefe del Departamento del Tesoro?
Como sea, estábamos hablando de Milei y la caída de uno de sus paradigmas, la prescindibilidad de la negociación estado-estado. El embajador chino en la Argentina logró una entrada al despacho de Karina, le fue explicando que aún las democracias más sólidas no mantienen vínculos diplomáticos con la República Democrática China (en fuerte crítica a Mondino, que se reunió en el Hotel Libertador con el embajador de Taiwan), fue dándole la visión global de la diplomacia, generándole confianza, le aseguró que nunca dejarían caer al país, que los préstamos swap no se caerían, en fin, que la invitaban a participar en Shangai de una Feria de la Alimentación en el mes de noviembre.
Era setiembre, Karina ya había dicho que sí, que iría como titular de la Agencia Argentina y Comercio Internacional y ya en la Secretaría de Medios ensayaban un relato ad hoc, para no contradecir al hermano: la Secretaria General no viajaría como funcionaria, sino como parte de una delegación privada, que su apellido sea Milei no era importante a tales fines, y que no habría bajo ningún punto de vista una negociación "de estado a estado".
¿Qué pasó desde entonces hasta el 24 de octubre, cuando el Presidente aseguró en un reportaje a Susana Giménez que no tenía ningún prejuicio con los chinos? Solo hay especulaciones. Que temió que el esfuerzo que estaba realizando Argentina cayera en saco roto si no venían inversiones ni el préstamo del FMI para pagar el año próximo las obligaciones. Que se sintió traicionado por los Estados Unidos, que hizo viajar a Luis Caputo en reiteradas ocasiones para nada. Que abrió el paraguas ante la posibilidad de la derrota de Donald Trump, la última esperanza que le quedaba para recibir apoyo de parte del Gran País del Norte.
Generalmente uno ve en MIlei a un loco dispuesto a redoblar la apuesta cada vez que se lo desafía. A veces es solo un hombre aterrado, carcomido por los fantasmas que no lo dejan en paz y se expresan, sobre todo, cada vez que tiene esas madrugadas en las redes sociales, cuando no duerme o tiene ataques de pánico que lo obligan a encerrarse. Son esos momentos en que la realidad ingresa sin pedir permiso, como solo lo hace con los gobiernan países inestables, que en su vida se traducen en la necesidad de más orden, más agresiones, a veces más violencia verbal, donde puede refugiarse.
Cerca del 5 de noviembre, cuando se votó en los Estados Unidos, Milei empezó a ver que la victoria de Trump era posible. Allí dudó en consolidar su vinculo con Xi Jinping y no se confirmó el viaje de Karina, que ya era un hecho. Pero la diplomacia insistió con pedirle el gesto de que Argentina pidiera el encuentro, y le dio dos oportunidades, una en la reunión de APEC, en Perú, a donde viajaría Xi, o directamente en el G20. Finalmente, tomó la segunda opción, y los chinos tuvieron la deferencia de no informarlo, esperar que lo hiciera la Argentina.
Así fue que se concretó hoy por la mañana la reunión en Rio de Janeiro, donde ayer Milei sorprendió firmando el documento final, sin generarle ningún problema a su vecino, Luis Inácio "Lula" Da Silva. Hasta que se escribió esta nota, China solo informó a través del viceministro-vocero de la cancillería China, quien en un posteo en X expresó que "el Presidente Milei valoró altamente las relaciones de amistad entre Argentina y China, y manifestó su voluntad de seguir profundizando la cooperación binacional, por lo que el Presidente Xi expresó su aprecio".
Recordó que "este año coincide con el 10º aniversario de la Asociación Estratégica Integral entre China y Argentina, y las vinculaciones binacionales se encuentran en una coyuntura importante para dar continuidad a los logros ya conquistados y abrir nuevos horizontes".
Y concluyó diciendo que "el Presidente Xi expresó su disposición de trabajar junto con el Presidente Milei para fomentar el desarrollo duradero y estable de la Asociación Estratégica Integral entre China y Argentina, coadyuvando mejor al desarrollo de sus respectivos países".
Corto, discreto, formal en el estilo y preciso en el lenguaje, cualidades que están en las antípodas libertarias, el comunicado oficial demuestra que logró su objetivo, al que sumó el propio Xi con una postura levemente displicente ante un Milei muy involucrado en la escena. Un troll de LLA diría: "DOMADO".
El comunicado argentino, que salió apenas concluida la reunión, incorpora lógicamente el interés nacional. A saber, por ejemplo: "durante la sesión se reafirmaron los vínculos y acuerdos comerciales y FINANCIEROS (mayúsculas mías) vigentes, así como la vocación de seguir explorando nuevas oportunidades para ampliar y mejorar todo lo que involucra el fortalecimiento de la relación bilateral".
Agrega que "el presidente Xi cursó una invitación formal al presidente Milei para visitar China y, en retribución el presidente Milei extendió una invitación formal al presidente Xi para visitar Argentina. Estas visitas se realizarán en plazos y términos a acordar entre ambas cancillerías".
Con la economía aparentemente encaminada, el Presidente puso foco en la agenda internacional y todo indicaría que está haciendo una inmersión con los temas, con los modos y también con las formas de la diplomacia, que es un idioma común entre los países, independientemente de la ideología. Como le pasó con Trump, que devolvió el llamado a Milei a su debido tiempo, quizás Xi sea un vehículo para el aprendizaje de la importancia de esos pasos de ballet que vinculan a las sociedades civilizadas, donde la rusticidad no suma al diálogo.
Emmanuel Macron seguramente fue un pedagogo por estos días. En Río no pudieron ocultar la angustia que tenían los funcionarios diplomáticos argentinos, a la espera de la delegación presidencial. Pero al llegar, Milei estuvo relajado, sin cambiar sus posicionamientos, pero asegurando que firmaría el documento. Hay quienes dicen que el presidente francés fue clave en esa transformación.
Y seguramente ayudó otro "docente", Narendra Modi, el primer ministro de la India. Consumado yoguini, paciente y tolerante, mantuvo una reunión clave para la Argentina, porque supone un paso en firme hacia un acuerdo de largo plazo en materia energética, que le dará a nuestro país una sustentabilidad inédita en materia de recursos genuinos.
Hace un año ganó Milei el balotaje. En pocos días más cumplirá un año de gobierno. No fue un año fácil para él ni para nadie en la Argentina. El Presidente fue aprendiendo de qué se trata la gestión. La materia económica parece probada. Está estudiando con buenas perspectivas las lecciones de las relaciones exterior. Es rápido e inteligente y cambia cuando la realidad se lo impone. Si no lo hace más, es simplemente porque los actores políticos argentinos todavía no terminan de entender qué pasó el 10 de diciembre y creen que diciéndole todo que sí, van a lograr algo.