Una semana clave para el Gobierno

La baja del dólar, del riesgo país y de los precios le dieron aliento al gobierno que no puede distraerse porque el nivel de actividad sigue sin responder. Escribe Rodolfo Cavagnaro.

Rodolfo Cavagnaro

La semana arrancó bien porque se mantuvo la tendencia descendente del dólar blue y las otras versiones, como el CCL y el MEP. La prórroga del blanqueo y la mayor liquidación de los exportadores hicieron que el valor de la divisa siguiera cayendo, en una semana en la que el BCRA compró más de us$500 millones.

El miércoles se produjo un hecho positivo para el gobierno: la ratificación del veto a la ley de financiamiento universitario, dio a los inversores mayor certeza de la capacidad de gobierno por parte de Milei. Además, la notificación del envío de us$1000 millones para hacer frente a los próximos vencimientos de deuda, también resultaron positivos y eso hizo subir el precio de los bonos y las acciones argentinas en New York y posibilitó que el riesgo país caiga del nivel de 1200 puntos para estacionarse en la franja de 1170, para cerrar el viernes en 1109, el nivel más bajo en la era Milei y en mucho tiempo.

Parece raro, pero el mercado festeja cuando el gobierno hace un pago y llueven temores y miedos antes de que lo haga porque siempre sobrevuela el riesgo de un nuevo default. Lamentablemente, dado que Argentina tiene un extenso prontuario de incumplimientos, hay que aguantar estas cosas. Incluso ahora, empresas que están entrando al blanqueo afirman que postergan decisiones de inversión a la espera de las elecciones de 2025. Y luego dirán que esperan el resultado de 2027, y así es una seguidilla de especulación, que ya le pasó a Macri y el país debió soportar su profecía autocumplida.

Lo real es que, más allá de las variables financieras, los números de la economía no están mostrando muchas variaciones. El crecimiento de la actividad es muy modesto, sobre todo, cuando vemos hasta donde habíamos caído. Lo mismo ocurre con la producción industrial. Y en el caso del consumo, estamos cayendo en una paradoja muy extraña, porque cuando comparamos los datos interanuales nadie hace un cálculo básico porque no están los datos.

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Este cálculo está referido a las siguientes situaciones. El año pasado el dólar estaba muy atrasado en la Argentina y desde los países limítrofes venían en malones a comprar a nuestras zonas fronterizas. La demanda se centraba en artículos de alimentos, bebidas, limpieza y tocador. Los rubros de indumentaria, calzado y electrónica era más conveniente comprarlos en Chile o en otros países. Luego de la devaluación en Argentina los extranjeros no volvieron a comprar, pero los argentinos siguen comprando en Chile. El problema argentino no se resuelve devaluando. La Argentina no está cara en dólares, está cara en impuestos. Los extranjeros no vienen a consumir y los argentinos viajan al exterior para hacerlo.

Esta es la parte de la ecuación que todavía el gobierno no alcanza a cubrir. Si bien se están aplicando muchas desregulaciones, que mejoran la operación de las empresas, hay rubros impositivos que no se han corregido y que siguen siendo un obstáculo. Por ejemplo, los impuestos internos, que tienen gravámenes que afectan no solo a la electrónica y tecnología, sino a bebidas e incluso a neumáticos y seguros. Todo lo vinculado a la electrónica pierde competitividad por impuestos de importación, el régimen de Tierra del Fuego y los impuestos internos. Nunca seremos competitivos con estas distorsiones. Para eliminarlas, hay que profundizar el ajuste del gasto público.

Índice de precios: una golondrina no hace verano

Los números de septiembre no podían ser mejores. El índice del INDEC dio 3,5% y el de la DEIE arrojó 2,7% para Mendoza. Este dato le da tranquilidad al gobierno y acerca los guarismos al límite que estableció el presidente Milei para salir del cepo, que sería 2,5%. De todos modos, todavía sigue una fuerte influencia de las actualizaciones de tarifas, ya que los aumentos de servicios fueron de 4,6% mientras que los de bienes alcanzaron el 3%.

Un dato interesante es el comportamiento de los precios de bienes y servicios regulados y estacionales. Los primeros, ligados a las tarifas, crecieron un 4,5% mientras los estacionales lo hicieron un 2,9%. Lo que llama la atención es el IPC núcleo, el que no comprende a los otros dos, que aún se mantiene alto, con un 3,3%. En este caso, es un índice que no puede bajar mucho más por la incidencia del sistema de devaluación indexado del tipo de cambio oficial del 2% mensual.

Otro dato interesante que surge de los números del INDEC es que los precios regulados crecieron un 178,3% desde diciembre, mientras que el IPC núcleo lo hizo un 88,4%, lo que indica que el nivel de atraso de las tarifas era considerable y que la falta de actualización se cubría con emisión monetaria y la consiguiente inflación. Si bien tienen distintas ponderaciones, los alimentos y bebidas sin alcohol tuvieron un comportamiento bastante razonable y eso ayudó a la baja del índice, a pesar del peso que han tenido las tarifas.

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Llamó la atención el crecimiento del rubro indumentaria y calzado, que tiene una suba del 6%, contra el 3,5% del índice general. Si bien se justifica en el cambio de temporada, no se entiende la suba cuando están caídas las ventas, mientras están limitadas las importaciones. Hay un comportamiento extraño del mercado porque, si los datos de la recesión son verdaderos, no se explican subas sistemáticas de precios. Si bien los ajustes de tarifas afectan a todos, no justifican una traslación como la que se registra.

Es probable que estemos asistiendo a un fenómeno no conocido y que podría explicarse por niveles de actividad de bajo registro que utilizan el pago efectivo o ciertos monederos electrónicos que, aunque aparecen controlados, muchas operaciones pasan por debajo de los controles y, mucho más, de los ojos de las estadísticas. Es sugestivo el informe de Mercado Libre de esta semana, marcando un muy buen nivel de crecimiento.

La gran duda es cómo sigue este proceso. Por ahora, parece que en el plano financiero no habría que esperar sorpresas por el lado cambiario. El Gobierno no devaluará y, en un caso extremo, dejará flotar el tipo de cambio. Es importante la convicción que muestra el presidente para asegurar su compromiso con el equilibrio fiscal y el compromiso de no emitir más.

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Respecto de la inflación, los analistas opinan que los precios en octubre registrarán un 3,5%, similar a septiembre y no creen que los niveles lleguen al 2% hasta fin de año. En el Gobierno siguen convencidos de la posibilidad de cumplir con esto por una razón: deben cumplir con el objetivo de un 18% anual en 2025, como está planteado en el proyecto de Presupuesto que se debate en el Congreso. Además, nadie espera tasas muy elevadas de crecimiento de la actividad económica.


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