El lado oscuro de Belgrano

Uno de los aspectos menos difundidos de la vida de Manuel Belgrano. Lo trae al presente la historiadora Luciana Sabina.

Luciana Sabina

A mediados de 1810, una vez concretada la "Gesta de Mayo" los revolucionarios porteños se volcaron a la tarea de intentar someter al resto del Virreinato ya que muchos no estaban de acuerdo y ninguno fue consultado. En este marco, Manuel Belgrano fue destinado a Paraguay, Asunción se negaba a aceptar la supremacía de Buenos Aires. El general argentino no obtuvo victorias militares, pero sí diplomáticas: el país guaraní reconoció a la Junta porteña, aunque sin someterse.

Desde el primer momento nuestra Primera Junta se dividió en dos facciones que se disputaron el poder, una detrás de Cornelio Saavedra y otra bajo la sombra de Mariano Moreno, aún después de su muerte. Belgrano pertenecía a esta última y una vez desterrado don Cornelio, terminó al frente del saavedrista Regimiento de Patricios. Siendo parte de la elite como su nombre lo indica, este grupo se diferenció por utilizar trenzas o "coletas", símbolos de virilidad y distinción por entonces. De inmediato el nuevo jefe les ordenó cortarlas. Desde luego, que fuesen los soldados de un enemigo político incentivó en parte la medida. Los Patricios se amotinaron y exigieron el regreso de su jefe fundador. La mano de Belgrano fue brutal. Muchos murieron en el enfrentamiento y a otros se los fusiló posteriormente. Perecieron cincuenta personas en total.


Como vemos, el creador de la bandera fue un hombre de carne y hueso proclive a cometer injusticias, de las que muchas veces se arrepintió como en aquella oportunidad en la que hizo fusilar a su amigo Francisco Borges.


Con respecto al acto de enarbolar la bandera nacional por primera vez, pocos historiadores señalan el trasfondo por el que se lo amonestó y le dan un barniz patriótico mientras fustigan a quienes le ordenaron evitarlo. Lo cierto es que la Revolución de Mayo no fue un acto declaradamente independentista, de hecho, lo que no reconocieron fue a un gobierno español que trataba de vencer a Napoleón mientras el rey seguía cautivo. En 1810 la Gaceta publicó el juramento realizado:


"Juráis a Dios nuestro Señor y a estos Santos Evangelios reconocer la Junta Provisional Gubernativa de las provincias del Río de La Plata a nombre del Sr. D. Fernando Séptimo, y para guarda de sus augustos derechos, obedecer sus órdenes y decretos, y no atentar directa ni indirectamente contra su autoridad, propendiendo pública y privadamente a sus seguridad y respeto.
Todos juraron; y todos morirán antes que quebranten la sagrada obligación que se han impuesto".


Para el momento en que Belgrano presentó la bandera una de las hermanas del rey español era parte de la realeza portuguesa y se encontraba en Brasil. Sus sospechas sobre la fidelidad de Buenos Aires crecían, al punto de que deseaba avanzar para imponerse. El accionar de don Manuel fue sumamente imprudente, ya que complicó las tratativas de Bernardino Rivadavia con los ingleses que estaban limitando diplomáticamente el avance portugués. Por pedido británico debían seguir simulando adhesión a Fernando VII y no hablar abiertamente de libertad. "Esta situación explica sobradamente los reproches que se hicieran a Belgrano por el asunto de la bandera; pues con su entusiasmo hacía peligrar el éxito de una negociación diplomática dificilísima, llamada a dar resultados concretos", explicó en 1940 el historiador Galván Moreno.


Como vemos, la historia posee siempre muchas aristas que debemos analizar para conocer mejor a los hombres que lograron marcarle el ritmo. 

Esta nota habla de: