Son gremios o mafias: no debería ser sinónimo
El bloqueo del espacio aéreo argentino por parte de la cartelización de gremios aeronáuticos es un coletazo del poder mafioso de los sindicatos que nunca cambió en democracia.
¿Alguien identifica el conflicto salarial o sectorial que mueve a dirigentes gremiales aeronáuticos a paralizar la circulación de aviones en la Argentina? Es difícil, porque esgrimen excusas de bolsillo para querer demostrar que son ellos, los dirigentes, quienes tienen la botonera del semáforo que indica quién puede trabajar y quién no; quiénes pueden utilizar los servicios y quiénes no; qué empresas pueden operar y cuáles no.
Esto sucede porque la gente les quitó de sus manos decidir quiénes deben gobernar y quiénes no: en las elecciones se los corrió del control del poder político y su reacción ante tal situación es no solo corporativo, sino contrario a los intereses del sistema democrático.
Hay sindicatos y sindicalistas. Y también hay mafias.
Comienza el paro de pilotos y controladores aéreos de Aerolíneas Argentinas
Los primeros se mueven dentro de la ley y defienden su vigencia. Alteran su tranquilidad cuando ven que corre en riesgo la legalidad y defienden a los que aportan a sus gremios.
Y están los que creen que son más que el Estado, la ley y la Constitución.
En una Argentina con instituciones desvalorizadas por su manoseo, o que han naturalizado -aun desde la Justicia- el poderío hasta ahora intocable de bolsones mafiosos (y no solo los sindicales) gremios como los que han bloqueado el espacio aéreo argentino consiguen oxígeno para seguir funcionando. En síntesis: no se les pone el freno y los límites que hacen alta y que resultan normales para cualquier otra nación del planeta. Ni hablar de qué harían con ellos en los países gobernados por gente con la que simpatizan, como Rusia, China, Cuba, Corea del Norte, Irán o Venezuela.
Ya con el inicio de la democracia, en 1983, se intentó democratizar a las instituciones gremiales que venían de cerrar un pacto "espalda contra espalda" de defensa mutua con la dictadura militar. Su candidato a presidente, Ítalo Lúder, les había prometido la amnistía a los criminales que hoy purgan condenas a prisión perpetua. Y el Partido Justicialista -que contenía a esos gremios- se negó a formar parte de la Conadep, la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, que investigó el accionar ilegal del último gobierno militar.
Un buen gobierno es el que consigue solucionar las pequeñas cosas
Pero no lo dejaron. La Ley Mucci fue un intento por conseguir que los sindicatos aceptaran tener en sus conducciones mayorías y minorías. Lo impidieron.
Pero ya pasaron 40 años de democracia y uno de los pocos sectores todavía opacos, a los que no se puede escanear por completo, son justamente los gremios convertidos en empresas, y sus conductores, eternizados en el poder, multimillonarios y resbalosos para la Justicia.
De esto hablamos cuando no hay aviones en Argentina, y no solo de un problema coyuntural: es así de grave y profundo. ¿Es irresoluble?