Los orígenes de la Argentina y el papel del mate

El historiador Pablo Lacoste da cuenta en esta nota del Día de la Independencia que la Argentina no se construyó solo con batallas.

Pablo Lacoste

El nuevo aniversario del 9 de julio de 1816 es ocasión propicia para pensar en los orígenes de la nacionalidad argentina y el legado de los padres fundadores de la Patria. Porque más allá de las acciones militares (batallas), políticas y jurídicas (congresos, actas, constituciones), la Argentina se construyó fundamentalmente a partir de una cultura compartida, que algunos llaman "el espíritu del pueblo".

Esa cultura compartida fue cuidada por aquellos argentinos de los tiempos fundacionales, en las etapas heroicas de la independencia y la construcción nacional, y transmitida de generación en generación, como un patrimonio valioso.

Este legado incluye diversas manifestaciones culturales, incluyendo fiestas, bailes, música, alimentos y bebidas. Por eso tiene sentido reunirse estos días para comer empanadas, locros y otras comidas típicas, juntamente con vino argentino y músicas tradicionales. Dentro de este contexto, un papel singular cupo a la cultura del mate.

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La yerba mate fue mucho más que una infusión para compartir con amigos y familiares; estuvo en el corazón de los fogones de los arrieros y troperos, en las frías noches de las rutas de larga distancia que ellos recorrían para conectar pueblos y construir una comunidad en el territorio argentino. Junto con su capacidad de calentar el cuerpo y animar la charla, la yerba mate era el vector fundamental del transporte y el comercio; era la principal carga que justificaba y financiaba el servicio regular del transporte terrestre carretero, desde Buenos Aires hasta Mendoza y San Juan. Este fue un aporte fundamental para animar la conexión de todo el territorio, a la vez que animó la vida de las localidades intermedias, que luego se convirtieron en villas y ciudades como Río Cuarto, Villa Mercedes, La Paz, Santa Rosa, La Dormida, La Ramada (actual Rivadavia) y El Retamo (actual Junín). Es decir, la yerba mate contribuyó al desarrollo de todas las ciudades que estaban situadas sobre la ruta de las carretas, incluyendo a los departamentos de Mendoza Este.

Ese tráfico de carretas de Buenos Aires a Mendoza, financiado por el flete que pagaba la yerba mate, aseguraba la disponibilidad del servicio de transporte de regreso, para llevar los vinos y destilados de Mendoza a la capital del Río de la Plata. En otras palabras, la temprana consolidación de Mendoza como capital vitivinícola de la actual Argentina, fue posible en buena medida, por la yerba mate.

A ello hay que añadir el papel que cupo al mate en la etapa posterior a la independencia, cuando fue necesario construir y organizar jurídicamente la nación. Entre 1829 y 1852 Argentina estuvo en peligro de extinción: estuvo muy cerca de pulverizarse en múltiples estados menores, tal como ocurrió con la Confederación Centroamericana, la Gran Colombia y la Confederación Peruano-Boliviana, que existían en esos tiempos, pero se disolvieron en más de diez países más pequeños.

Entre los fracasados de este proceso se encuentra Simón Bolívar que, a pesar de gobernar durante 14 años la Gran Colombia, no pudo evitar su fragmentación en cuatro países actuales (Venezuela, Panamá, Colombia y Ecuador). Y Francisco Morazán no pudo evitar la fragmentación de la República Federal Centroamericana en muchos países menores y vulnerables (Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Honduras, Costa Rica y Chiapas).

En Argentina hubo alguien mayor que Simón Bolívar: un gaucho de las pampas, llamado Juan Manuel de Rosas, que logró mantener unida la Confederación Argentina entre 1829 y 1852, sentando las bases del surgimiento de un gran país. ¿Cómo lo hizo?

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Esta historia es increíble. Porque todo parecía indicar que Rosas iba a fracasar, como Morazán en América Central, Bolívar en la Gran Colombia y Andrés Santa Cruz en la Confederación Peruano Boliviana. Los cuatro sufrieron las fuerzas centrífugas de las guerras civiles; además de ello, Rosas tuvo que enfrentar a las dos superpotencias mundiales de la época, Francia e Inglaterra, cuyas flotas de guerra estaban desplegadas por todo el mundo para formar imperios coloniales, haciendo la Guerra del Opio en China, conquistas territoriales en África, y el bloqueo del puerto del Río de la Plata, incluyendo la toma de la isla Martin García e innumerables ataques anfibios por tierra y agua, incluyendo bombardeo de ciudades como Rosario y Magdalena y cruentas batallas (Vuelta de Obligado). En estas acciones, las flotas de guerra europeas estuvieron aliadas formalmente con los antirosistas, incluyendo al Gobierno de Corrientes y al ejército del general Lavalle, entre otros.

¿Cómo hizo Rosas para salvaguardar la unidad argentina, superar las guerras civiles y enfrentar con éxito, la amenaza exterior? ¿Cómo logró consolidar la unidad nacional, en medio de tantos problemas, y obligar a ingleses y franceses a devolver el territorio argentino ocupado y saludar su pabellón con 21 cañonazos?

¿Qué hizo Rosas para atraerse el corazón de gobernadores, generales, coroneles, intelectuales y referentes de las provincias argentinas, para superar la fragmentación y salvaguardar la unidad nacional? Naturalmente, no hubo causas únicas. Pero dentro de este complejo proceso, un papel crucial cupo al patrimonio: frente a los antirosistas que renegaban del legado hispanocriollo y predicaban un cambio radical de la cultura argentina para someterla a pautas de anglofilia y francofilia, Rosas se afirmó en el patrimonio cultural, tangible e intangible, incluyendo la cultura del mate. Desde su cuartel general, el palacio de Palermo, una especie de Versalles del Plata, Rosas construyó el sentimiento de unidad cultural argentina, en torno a productos icónicos, entre los cuales estaba el mate. Recibía a sus visitantes con un mate, lo cual era una forma simbólica de establecer un lenguaje compartido. Ello se reflejó también en sus estrategias logísticas, al momento de abastecer a sus ejércitos con yerba mate. Y se corroboró también en su exilio, cuando el mate y un bife asado se convirtieron en su austera dieta.

El tema es complejo y se pueden ver más detalles en un artículo publicado recientemente en una revista científica de Brasil. https://revistas.usp.br/revhistoria/article/view/215337

Lo importante en todo caso, es recordar este 9 de julio, que la Argentina es mucho más que un gobierno, un mapa y una bandera; es un territorio, con una cultura que incluye alimentos y bebidas de alto valor simbólico e identitario, entre las cuales se encuentra el mate.


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