Ir, volver, ir, volver: Suarez se hace los rulos, pero Cornejo no se da por notificado
Rodolfo Suarez, apenas asumido como senador nacional y aun sin traspasarle la banda a Alfredo Cornejo, se mira en su espejo y utiliza los aprendizajes.
Rodolfo Suarez termina su gobierno con una alta imagen positiva. Eso, a pesar de las críticas internas de su partido y aliados por la falta de hechos rotundos en su paso por la gestión y, sobre todo, porque congeló (o le bocharon) las iniciativas que impulsó como "legado" y no le fue mal en las encuestas escudándose en la idea de "equilibrio" que supo transmitir durante la pandemia.
Puede interpretarse, al escucharlo, que con eso le basta. No le importa demasiado si será recordado como "un buen gobernador" o "un gobernador que le cayó bien a la gente". Mientras todos pensábamos que el obsesivo de las encuestas era Alfredo Cornejo, es Suarez quien jamás dejó de mirar sus conclusiones. Como le daban bien así como estaba, su indicación maestra al gabinete fue "no hagamos olas", de modo de no alterar esos números, suficientes como para flotar.
Se va bien, ya lo sabemos.
Pero mientras todos los que quedaron desplazados de las pretensiones de ser gobernador este año, debido a que "bajó" Cornejo a repetir en el cargo tratan de proyectarse para 2027, y además, se les suman los nuevos intendentes que ven que más temprano que tarde lograrán proyectarse y dejar de depender de sus "padrinos", Suarez no descarta volver a ser gobernador. Generaría así un tándem de poder, del mismo lado partidario, pero con diferencias suficientes como para promover la competencia y alternancia. Pero Cornejo no ha dicho al respecto "esta boca es mía": deja que las cosas sucedan y que la competencia se dé, desde ahora y con gestión, y no solo al final del camino.
Video: así juró el gobernador Rodolfo Suarez como senador nacional
Siempre se dijo que Julio Cobos era un político "con estrella". En términos menducos, algunos pretendieron ningunearlo con la frase "tiene más culo que cabeza", por la suerte. Pero finalmente, por lo que fuere, por liderazgo o azar, la sociedad lo eligió y hasta le perdonó cosas que a otros no les perdonó jamás.
Hay que anotar a Suarez en ese esquema, un gran aprendiz acerca de cómo sintonizar la opinión pública mendocina.
El ahora senador nacional, que se anotó a tiempo y sorpresivamente como suplente de Cornejo cuando se eligió senador nacional, sueña con ir y volver. Desde hace tiempo que lo habla en círculos íntimos. En los últimos días, inclusive, al hablar con el diario Los Andes y otros medios, sostuvo la posibilidad de candidatearse dentro de cuatro años y dio cuenta del aprendizaje obtenido en el manejo de la tensión entre ser muy ejecutivo y no serlo tanto, para sumar adeptos, aun sin tener núcleo partidario propio. "Podrá haber muchos que quieran candidatos, pero al final el partido elegirá al más competitivo", dijo. Y es cierto. Lo respaldan los hechos.
Eso fue lo que pasó cuando se realizaron las Primarias (PASO) de 2019. Cornejo era "el jefe" y tenía como "preferiti" a Martín Kerchner. Pero Suarez logró concitar apenas unos puntos más de imagen positiva, y solo con eso logró ser el escogido para competir contra el mejor puching ball posible: Omar De Marchi, que siempre pierde.
Este es el gabinete de Alfredo Cornejo para el período 2023-2027
A partir de allí supo cuál es el secreto: hacer lo mínimo imprescindible para estar en la superficie y no agitar las aguas, para evitar que algún remolino inesperado lo hunda.
Entonces, fundó su teoría incorrecta pero exitosa, que nadie se atrevería a discutirle, aquella que indica que es "un ciudadano común que trabaja de gobernador". No es un empleado público más, sino el jefe de todo el sistema público. Se es gobernador las 24 horas, todos los días. Y cada cosa que haga (o que no haga), cada error o éxito, cada traspié o hecho destacado de su entorno o familiares, repercute en la figura institucional para la que fue elegido, a cualquier hora del día o de la noche.
Pero claro está que por un canal va la teoría y el "deber ser" y por otro los resultados palpables y concretos, que no siempre coinciden con los caminos esperados o habituales.
Ganar es lo que sirve, así como los que perdieron saben tal condición puede transformarse en una maldición irreversible.