¿Schiaretti ejecuta un plan vengativo contra Bullrich?
¿Qué rol cumple Juan Schiaretti (gobernador de Córdoba, por si alguien no le quedó claro) al porfiar con ser candidato cuando antes se desvivía por apoyar a Juntos por el Cambio, pero con Horacio Rodríguez Larreta?
Juan Schiaretti no tiene absolutamente ninguna posibilidad de llegar a al presidencia de la Nación. El gobernador de Córdoba -después de su intervención ultracordobesista en el primer debate, nadie podría dudar su origen- a diferencia de Myriam Bregman, del FIT, la otra candidata en igualdad de posibilidades, no tiene un partido nacional, por más que intentó alianzas con sectores residuales del peronismo y de fuerzas locales en diferentes provincias.
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De tal modo que, aunque la sociedad lo haya puesto ahí, habilitándolo en las Primarias (PASO) para seguir en competencia, cabe preguntarse por qué sigue y no se sumó, como se especulaba, a Juntos por el Cambio, frente con el que coqueteó insistentemente vía Horacio Rodríguez Larreta.
Podría especularse con facilidad, después de escuchar su mensaje netamente provincial, que busca consolidar su electorado. ¿Para qué, si ya se impuso Llaryora como su sucesor? Para que los cordobeses, que no se bancan al kirchnerismo, lo sigan votando a él, peronista también, pero de otro origen, exfuncionario de Carlos Menem y exinterventor en Santiago del Estero, inclusive (acompañado en ese momento por el lafallismo mendocino).
Cabe recordar aquí que quien se opuso tajantemente en la interna de Juntos por el Cambio a que Larreta lo sumara fue Patricia Bullrich. Fue un momento de alta vehemencia, en donde todos los días se pasaban de rosca atacándose.
Pues bien, ¿no será esta la venganza de Schiaretti contra la que quedó como candidata de la principal fuerza opositora al kirchnerismo, tras vencer a Larreta?
Para abonar esta hipótesis deberíamos considerar al gobernador de Córdoba como un dirigente rencoroso, cosa que no sabemos si le cabe. Pero viene de ser superado en las PASO de su provincia por Javier Milei, y eso duele.
Pero además, quedarse como candidato sabiendo que no ganará y sumar así los votos de los cordobeses antikirchneristas, le quita la posibilidad de que esos votos se trasladen a Bullrich, irónicamente la que mejor podría interpretar sus ideas de peronista no K.
En 2015 Mauricio Macri logró teñir de amarillo a Córdoba. En octubre de aquel año, Macri obtuvo más del 53% de los votos, inclusive un 3% más que en la ciudad de Buenos Aires, la ciudad en la que nació el PRO. En el balotaje de noviembre, el voto por Macri y Cambiemos fue récord: casi el 73% frente a Daniel Scioli.
La política tiene estas mañas y no siempre es directa. El camino meandroso de Schiaretti en esta oportunidad podría estar alimentado de frustraciones propias (no se sabe a qué apostaba al ofrecer renunciar a todo a cambio de apoyar a Larreta, en su momento), pero además por terquedades exageradas de Bullrich.
Revolvieron tanto el río que dos pescadores, uno munido con dinamita para hacerlo, como Milei, y otro de picardía, como Sergio Massa, cosechan su ganancia casi sin hacer nada.
Y mientras tanto, Schiaretti "cordobesea" sin demasiado sentido en la campaña para elegir un presidente que ponga en marcha el cacharro que significa el gobierno que se va.