La encrucijada de un Milei al descubierto

Una mirada sobre el debate de esta noche con el foco puesto en la situación de Javier Milei.Escribe José Lilloy.

José I. Lilloy
Periodista

En medio de sus idas y vueltas discursivas Javier Milei llega a la cita de esta noche con el siguiente desafío: necesita mostrarse excéntrico para sostener el fervor que lo trajo hasta aquí, pero a la vez convencernos de que grita por indignación y no por falta de argumentos. Por esto, el debate presidencial será el primer verdadero desafío en su camino a las elecciones generales de octubre.

El libertario lleva semanas bajo la lupa de propios y extraños. Con su acercamiento al sindicalismo ha tirado por la borda cualquier postulado anti casta y en sus apariciones públicas ha puesto en duda sus principales propuestas como la dolarización y el cierre del Banco Central. Y aunque lo intenta, no logra moderarse, o por lo menos no del todo.

En cuanto a las andanzas por los medios de comunicación repite vicios de la vicepresidenta Cristina Fernández, que cuando era presidenta solía hablar por horas en Cadena Nacional, pero no toleraba sencillas preguntas por ejemplo de alumnos de Harvard. Recordemos que en aquella ocasión la ex presidenta faltó al agasajo final que la universidad le había preparado por haberse sentido humillada, repito por los alumnos. Y es que el libertario no soporta las preguntas o compartir mesa con personas que no están de acuerdo con él, y rotula de operación a todo aquello que lo saca de su zona de confort. Y no se sabe bien si el enojo es con las preguntas o con las respuestas que no sabe dar. Alguien con malicia podría decir que en este aspecto Milei es la segunda marca de Cristina.

En lo que a la casta se refiere, Milei ha metido en sus listas a todos los massistas que ha podido y tiene en sus filas a Barrionuevo, líder y exponente de buena parte de la casta sindical argentina. Barrionuevo, para que no quedaran dudas, agasajó la semana pasada al león con una comida para recaudar fondos de campaña en el complejo de Cavalieri, otro "jefe" del sindicalismo jurásico que lleva 37 años en su cargo. Por si esto fuera poco, Javier Milei ha presentado como ministro del Interior de su eventual gobierno al kirchnerista Guillermo Francos, que acaba de renunciar al BID, en el que estaba por la gracia de Alberto Fernández. Y para concluir con sus comportamientos de casta cuenta en su equipo de asesores económicos con tres ex funcionarios de Menem en los noventa: Roque Fernández, Darío Epstein y Carlos Rodríguez.

En cuanto a la moderación de sus propuestas, algunos analistas consideran que es positivo que ablande sus posturas. El dilema radica en que un libertario moderado ya no parece un libertario, porque fueron justamente sus propuestas extremas las que lo pusieron en carrera por la presidencia. Parece habernos quedado un Milei vacío, que no está de acuerdo con el primer Milei y no se sabe bien qué piensa. De nuevo, algún malicioso diría que se ha mimetizado con Massa y replica los vaivenes del tigrense. Sí se ha mantenido fiel, y esto hay que reconocerlo, a su temperamento expresándose con insultos contra todo lo que lo pone nervioso o lo hace dudar.

Mientras Patricia Bullrich parece haber encontrado la sintonía de campaña y Sergio Massa trata de atajar penales que ya sabemos van a terminar dentro del arco, Milei tiene esta noche y para lo que resta de campaña el desafío de distraer con gritos a sus votantes, para no revelar quién realmente es. 

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