¿Por qué gastamos tanto en seguridad domiciliaria y no usamos el cinturón en el auto?

La inseguridad es "el tema" que parece insoslayable. Más allá de sus contenidos prácticos, técnicos, sociales, culturales y por supuesto, políticos, lo que le da una relevancia superior es que supone un tema en el que está involucrada que otra persona, el delincuente, disponga si seguiremos viviendo o no; que nos despoje de todo lo que conseguimos con esfuerzo, distraídos de otras cosas de la vida, o continuar disfrutándolo; que nos deje con alguna afección que altere nuestra forma cotidiana de movilizarnos, o seguir como estamos.

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Sin embargo, la evidencia da cuenta de que es 40 veces más probable que una persona muera abordo de un vehículo en un incidente de tránsito que en su casa. Esa es la "otra inseguridad", la vial, de la que se ha preferido hasta ahora hablar "en positivo". 

Este viernes se realizó en el Espacio Cultural Julio Le Parc unas jornadas sobre Seguridad Vial que rompieron el molde de lo previsible: se habló de los múltiples aspectos de los que poco se ha hablado y sucedió en un cruce de expertos académicos, judiciales, de empresas y también con policías, alumnos de la secundaria y del Instituto Universitario de Seguridad Pública, los futuros policías. Este último ente fue el organizador, desde su Dirección de Capacitación.

Uno de los expositores marcó mucho el hilo de toda la jornada de trabajo: se trata de Juan José Niedfeld, gerente de Prevención y Seguridad Vial de Seguros Rivadavia quien con sus planteos dio origen a nuevos debates y canales de trabajo en torno al tema.

Los policías tomaron la misión propuesta por el expositor de "salir cada día a salvar vidas" y no solamente a sancionar con el talonario de multas en la mano. Cambiar de actitud. Asimismo, dejó latiendo la idea de "no hablar tanto de las causas de los accidentes de tránsito, sino de explicar las consecuencias con toda su crudeza".

De allí surgió el primer dato de esta nota: ¿por qué invertimos cifras monumentales en asegurar las viviendas y nos cuesta aprehender la costumbre de, por ejemplo, ponernos el cinturón de seguridad en el auto, o el caso en la moto, entre otras cosas que son "gratis" en comparación con los costos que invertimos contra la "inseguridad" más famosa, la social?

Hablamos con Niedfeld sobre el tema.

- ¿Por qué hay que hablar de "inseguridad vial y no de "seguridad vial"?

- Primero, hay que hablar de inseguridad vial porque la seguridad no existe. Seguridad significa "a nada hay que temer" y lo de vial hace referencia a que sucede mientras transitamos en la vía pública. El día en que creamos que transitamos por la vía pública sin nada que temer es cuando pasa lo que nos está pasando hoy. Por otro lado, la palabra inseguridad genera un estado de alerta en el que la escucha y es absolutamente necesario ese estado de alerta para cambiar nuestras conductas viales. Por el contrario, la palabra "seguridad" nos relaja. Por ende, debemos dejar de hablar de "seguridad vial" para empezar a hablar siempre de "inseguridad vial". Tenemos que saber que puede ser mucha o poca, pero está y a partir de allí empezaríamos a cuidarnos.

- ¿Qué estamos haciendo mal al respecto en los medios de comunicación, el Gobierno, la Policía?

- En realidad, nos estamos equivocando en cómo se comunica la inseguridad vial y, a partir de allí, permitimos que nos pase lo que nos pasa a todos: todos creemos que "la inseguridad vial es peligrosa, pero que a mí no me va a pasar". La pregunta es: ¿vos te cuidarías de algo que no te va a pasar? Claramente, no. Mientras no empecemos a pensar que nos va a pasar, es muy difícil que cambiemos nuestra conducta. ¿Por qué pensamos que no nos va a pasar? Porque nos vienen hablando siempre de que no usamos el casco, que tomamos alcohol, que emiten mal las licencias de conducir, que no hay controles... y ninguno de ellos es el problema. El único problema de la inseguridad vial es que la gente se muere o que queda cuadripléjica. Pero, si a mí me hablan del "problema" con las "causas", no van a generar en mí un cuidado porque nadie se cuida de las causas, sino de los problemas. Insisto: el único problema de la inseguridad vial es que la gente se muere y queda cuadripléjica. 

A partir de este error conceptual en la comunicación, empezamos a darnos cuenta de que la inseguridad vial, como todos creemos que es social. El problema real de la inseguridad vial es que es individual y permanente. El día en que alguien queda con una discapacidad en una familia o pierde a un integrante, ese problema es para siempre, no se va más: es de por vida. Los seres humanos nos cuidamos de los problemas individuales, mientras que cuando creemos que uno es de carácter social, creemos que no tenemos nada que hacer con ellos y los trasladamos echándole la culpa a los demás, señalando que "acá no hay controles" pero cuando los hay, decimos que "lo que pasa es que salieron a recaudar"... De esta manera yo les estoy trasladando a los demás las responsabilidades. No es tan grave echarle la culpa al otro de las responsabilidades, lo grave es que cuando lo hago me estoy diciendo a mí mismo que "yo no tengo nada que hacer". Y cuando yo no tengo nada que hacer sigo haciendo lo mismo que antes, y eso es lo que pasa en Argentina: la inseguridad vial es, literalmente, la primera causa de muerte para jóvenes.

- Qué curioso que la gente esté todo el tiempo hablando de la seguridad delincuencial, criminal y viva en fortalezas para evitar ser asaltados, y no tome las precauciones al subir a sus autos.

- Efectivamente. Para cuidarnos de la inseguridad social -porque nos viven hablando de la "inseguridad"- empezamos a generarnos conductas, gastar dinero propio para poder "salvarnos" de esa inseguridad y no nos cuidamos de la inseguridad vial que es 40 veces más mortal en comparación con los siniestros que suceden adentro de viviendas. Las rejas solo sirven para eso: para cuidarme dentro de mi casa. La pregunta es: ¿por qué me cuido de esto que mata 40 veces menos, gastando mi plata y no me pongo el cinturón de seguridad, que es gratis? Claramente, porque estamos en un error de percepción de riesgo que, estoy convencido, nace en un error de comunicación.

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