Efecto Bukele: ¿realidad o farsa?

El analista Ezequiel Parolari ausculta el caso del presidente de El Salvador, que concita inclusive más apoyo fuera que dentro de su país.

Ezequiel Parolari

En los últimos años, el presidente de El Salvador Nayib Bukele, ha logrado llamar la atención de América Latina gracias a sus políticas de mano dura contra la delincuencia y su habilidad para utilizar la comunicación política a su favor. Aunque algunas personas en la región ven en Bukele un modelo a seguir para abordar la inseguridad, es importante analizar si este enfoque es realmente aplicable a otros países latinoamericanos y qué consecuencias puede tener su implementación a largo plazo.

El llamado "efecto Bukele" se refiere al conjunto de políticas y estrategias implementadas por el presidente salvadoreño para combatir la delincuencia y la violencia en su país. Estas medidas incluyen la implementación de un régimen de excepción, la construcción de una megacárcel y la guerra declarada contra las pandillas. Gracias a estas políticas, El Salvador ha experimentado una drástica reducción en su tasa de homicidios, y se ha logrado desarticular a las principales pandillas.

Para ponerlo en cifras, según el ministro de Justicia y Seguridad Pública Gustavo Villatoro, han logrado capturar a 66.417 personas que son calificadas por la administración de Bukele como "terroristas". Además, han desarticulado a las principales pandillas, capturando a 10 de 15 cabecillas de la Mara Salvatrucha (MS), y detenido al "pilar nacional" del grupo criminal Barrio 18. En relación a la tasa de homicidios calculada con base en los últimos 12 meses, el ministro informó que durante el estado de excepción la cifra se redujo a 3,6 asesinatos por cada 100.000 habitantes, mientras que el promedio en 2015 era de más de 106 personas asesinadas por cada 100.000. Estos resultados ha llevado a algunos líderes y políticos latinoamericanos a considerarla como un modelo a seguir.  

El "modelo Bukele" y la predicción sobre "dictadorcillos" regados por Latinoamérica

Pero, ¿es el Efecto Bukele aplicable en el resto de América Latina? El famoso "efecto" también ha sido objeto de críticas por parte de organizaciones de derechos humanos y líderes políticos de la región. Se han denunciado abusos de autoridad, detenciones arbitrarias, violaciones a los derechos humanos y el debilitamiento del Estado de Derecho en El Salvador como consecuencia de la implementación de esta política de seguridad. Sin embargo, es importante resaltar que Nayib Bukele ha sabido utilizar varios elementos a su favor.

Por un lado, el contexto político previo a su llegada era nefasto. El país venía de una serie de gobiernos con baja popularidad y desconfianza ciudadana. Salvador Sánchez, expresidente salvadoreño, dejó el cargo con niveles muy bajos de popularidad (35%) según una encuesta de CID Gallup. La desconfianza en las instituciones, los altos índices de homicidios y violencia, el narcotráfico y la inseguridad aumentaron en la última década. Los gobiernos anteriores no lograron combatir estas percepciones, lo que generó un caldo de cultivo propicio para el surgimiento de una figura política como Bukele.

Por otro lado, el uso estratégico del marketing y de la comunicación política para vender su política de seguridad como la mejor opción para enfrentar los problemas de violencia y criminalidad en América Latina, y comunicar cercanía con los ciudadanos, ha logrado que mantenga una popularidad superior al 70% entre los salvadoreños. Bukele ha sabido aprovechar las redes sociales para difundir su mensaje en la lucha contra el crimen y ha cultivado una imagen de líder moderno, renovador y "disruptivo", en contraste con la vieja guardia política en El Salvador y en la región. Bukele ha sido catalogado como el "presidente millennial" debido a su uso intensivo de redes sociales como Twitter y TikTok, donde se comunica directamente con la población. Esto le ha permitido generar una relación de cercanía con los ciudadanos y mostrar empatía hacia sus problemas y preocupaciones. 

El "método Bukele" contra el crimen en El Salvador y las cárceles argentinas

Otro factor preponderante, es la alineación o control político de los tres poderes del Estado. La alineación de las tres ramas del gobierno en El Salvador puede considerarse tanto positiva como negativa, dependiendo del enfoque que se le dé. Por un lado, es innegable que la mayoría parlamentaria del partido Nuevas Ideas ha permitido al gobierno implementar políticas y tomar decisiones rápidamente, hechos que se ven reflejados en áreas como seguridad, y en su momento, la atención a la pandemia. Sin embargo, la alineación de las tres ramas del gobierno bajo el control del partido Nuevas Ideas, podría tener implicaciones negativas para la transparencia y rendición de cuentas en la gestión de la seguridad, ya que la independencia judicial es clave para garantizar que no haya impunidad ante violaciones de derechos humanos.

Dicho todo esto, es menester resaltar que para poder replicar el "modelo Bukele", varios son los factores a considerar para definir si es aplicable al resto de países de Latinoamérica. La diversidad de la región y las diferencias en las condiciones políticas y sociales hacen que la implementación de políticas similares pueda resultar complicada. Cada país de América Latina presenta un contexto diferente en términos de seguridad, violencia y crimen organizado. Por ejemplo, los maras y pandillas son un fenómeno específico de países como El Salvador, Honduras y Guatemala, mientras que en otros países, como México y Brasil, las organizaciones criminales tienen características y estructuras distintas. Uno de los principales riesgos del enfoque de Bukele es su impacto en la democracia y el Estado de derecho. La implementación de un régimen de excepción y el debilitamiento de las instituciones democráticas pueden conducir a esquemas autoritarios y autocráticos que no son beneficiosos para América Latina.

Entonces, además del cuestionamiento de versatilidad del efecto Bukele es importante determinar su sostenibilidad a largo plazo. Si bien las políticas de mano dura han logrado reducir la violencia y debilitar a las pandillas en El Salvador, es importante considerar si estos resultados pueden mantenerse en el tiempo y si es posible abordar las causas subyacentes de la inseguridad, como la desigualdad y la falta de oportunidades. Pese a que es cierto que el marketing y comunicación política de Nayib Bukele ha sido efectiva para mantener su popularidad y la confianza en su gobierno, y poder vender en la región el modelo de seguridad salvadoreño, es importante seguir analizando el impacto de sus acciones y decisiones en el ámbito nacional e internacional. Y aún cuando los tres poderes del Estado estén alineados para una toma de decisiones rápida y efectiva, es fundamental garantizar que estos logros no se traduzcan en un debilitamiento de la democracia, el estado de derecho y la protección de los derechos humanos en El Salvador y en cualquier país latinoamericano que tenga intenciones de aplicar el mismo modelo.

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