El descontrol y la parálisis que marcan a varios municipios en temporada de roscas
Hay intendentes que han tenido que recordarles a sus equipos que sigue siéndolo. Otros, que han juntado a sus colaboradores para impulsarlos a que vuelvan a trabajar. Desgaste generalizado. Pero sobre todo, más fortaleza en las personalidades que en los liderazgos.
Un fenómeno que podría ser producto de personalidades fuertes y liderazgos débiles, cuyos propietarios se confiaron más en lo primero que en revisar lo segundo, está generando una preocupación de último momento en varios municipios de Mendoza.
Se trata de comunas que están "despelotadas" en su gestión y hasta paralizadas (cuando no, equivocadas) en la toma de decisiones. No sucede solo en aquellas cuyos intendentes no tienen posibilidad de reelección y no ha quedado en claro quiénes serían los sucesores "naturales", sino en algunas en las que sus jefes comunales van a la reelección bajo protesta propia por no poder ascender o de los que pretendían entrar en la lista sucesoria.
No hace falta indagar mucho: hay que mirar alrededor de cada uno. Obras que se eternizan y ya molestan, decisiones que se ven a todas luces como erróneas, falta de controles y de supervisión de los controladores. A ello se le suman operaciones cruzadas en los medios de quienes empiezan a pasar datos contra quienes se suponen que son su equipo, y mucho más.
Hay un exceso de confianza (o amor propio) en los intendentes que no les ha permitido ver que no es cuestión de señalar con el dedo al sucesor, sino que debe tener consenso interno primero, conocer la tarea que debe encarar, demostrar los certificados que lo llevan a querer gobernar un territorio y saber hacerlo. Deben pasar además por el escrutinio de la sociedad, para lo cual los padrinazgos se caerán a pedazos si todo lo bueno que se podría decir sobre los actuales mandatarios se desmorona por el despelote que está dejando la presente temporada de roscas.
Se percibe desorganización y descontrol.
Y lo han notado -posiblemente por la demanda que la sociedad hace ver no solo en las líneas públicas de los medios, las redes sociales que explotan los opositores y lo que van diciendo las encuestas- aquellos intendentes que están intentando hacer arrancar los motores de sus equipos para evitar el desmoronamiento de toda la gestión.
Sucedió hace unos días en Guaymallén, en donde el intendente Marcelino Iglesias convocó a todos los que ocupan cargos políticos y técnicos y, cuando la mayoría esperaba que provocara un dedazo para salir a colgar carteles, los acusó por estar quietos, aburguesados y entorpeciendo el final de sus ocho años a cargo de la comuna que hoy ofrece más flancos que nunca antes.
Iglesias no pidió renuncias, pero advirtió sobre las posibles malas consecuencias para todos de una continuidad del actual status quo y desconexión.
En Las Heras lo hizo Daniel Orozco, a su manera, y en medio de una situación política personal irresuelta, ya que pasó de ser un potente candidato a la gobernación a tener que recordarle a su equipo de que todavía es el intendente e intentar -en un clima sumamente enrarecido- de poder definir a algún sucesor que tenga chances de ganar en unas Primarias PASO que se presume ya bastante concurrida de radicales que creen merecer su cargo.
Orozco hizo desfilar a todos los funcionarios a su alrededor para que le firmaran la renuncia y el fin de semana se encargó de resolver quién sí y quién no.
Algo así hizo en su momento Juan Manuel Ojeda, en Malargüe, otra comuna que se ha visto metida en enredos, más allá de la "mala suerte", digamos, de las decisiones en torno a su futuro en el contexto nacional.
En Rivadavia el descalabro es total en la gestión de Miguel Ronco y tiene epicentro en la UCR, dentro de la cual muchos no se toleran entre sí y los ha llevado a una situación política de difícil reversibilidad.
En San Carlos el intendente Dante Scanio pudiendo optar por la reelección no lo hizo, porque perdería. Las características propias de ese municipio, con personajes de ego altísimo y pretensiones que exceden los límites del "condado", complican el panorama.
No por estar ausentes de la enumeración otros departamentos no están sumidos en situaciones complejas de gestión debido a la rosca preelectoral. Se aceleró en aquellos que tienen elecciones en abril, pero está latente en los que las tendrán en el segundo turno.
Las funciones de los municipios están claras. Además, la sociedad les pide más y más. De allí que una cosa es construir una personalidad fuerte para exhibir y otra distinta -aunque bien podrían ser concurrentes- es determinar lineamientos que trasciendan los períodos constitucionales y dejen una marca en la historia.
Todo eso lo deben percibir los vecinos en la puerta de su casa, porque a los eslóganes se los lleva el tiempo.