Es sanador no perder la memoria histórica

La periodista Norma Abdo reúne una crónica histórica de la lucha por la democracia, ante las afirmaciones del senador Lucas Ilardo sobre el presunto "golpismo" del radicalismo.

Norma Abdo

Los argentinos a veces adolecemos de la rápida pérdida de nuestra memoria histórica. Por eso es bueno refrescar tiempos, que muchos jóvenes de hoy no vivieron y que por tanto, a veces hacen recortes de la realidad. Los 60/80, con Onganía primero (1966), con Isabel Perón después (con la Triple A, Alianza Anticomunista Argentina), derrocada en 1976 por la primera junta militar, son tramos nefastos de nuestra historia reciente.

Pasaría mucha sangre bajo el puente, hasta que en 1983 recuperaríamos la democracia en una Argentina que venía golpeada después de tantos años de violencia y dolor. Por eso, a casi 40 años de aquellos históricos momentos, es sanador de alguna manera, reconstruir brevemente aquellos tiempos, camino a la institucionalidad en nuestro país.

En 1981 comenzaba la resistencia a los gobiernos de facto en el país, cuando se formaba la Multipartidaria, con el objetivo de desplazar definitivamente a quienes habían usurpado el poder por la fuerza, en un régimen de secuestros, tortura y muerte. Las fuerzas armadas veían caer su estantería de poder, pero la Multipartidaria endurecía su posición con respecto a la pretensión de una amnistía para los genocidas antes de entregar el poder, exigiendo elecciones libres y sin condicionamientos.  

Ilardo acusó a la UCR de golpista y recibió el repudio de sus pares

Pero no sería tan fácil cumplir con el objetivo. Después de una multitudinaria marcha realizada el 30 de marzo de 1982, el 2 de abril el gobierno militar tomaba las Islas Malvinas en una irresponsable y desesperada acción por retener el poder, por parte del entonces general Leopoldo Fortunato Galtieri. Esto producía fisuras en la Multipartidaria, porque había quiénes sostenían que había que postergar los reclamos democráticos y sociales, apoyando una acción diplomática, mientras que otros encabezados por Raúl Alfonsín, se oponían por entender que se trataba de una operación orquestada para evitar la recuperación de la República.

En medio de estas posiciones encontradas llegaría la vergonzosa rendición en junio de 1982, después de haber engañado a la ciudadanía durante esos tenebrosos días, en que mentían sobre los resultados del conflicto. Colapsaba finalmente el gobierno militar, con la renuncia de Galtieri, asumiendo el general Reynaldo Bignone, a sabiendas que debía entregarse el poder a los civiles. Se abría la esperanza hacia la normalización de las instituciones.

Valga esta brevísima reseña de lo que acontecía hace 40 años, cuando nuevamente queríamos retornar a la vida democrática. Se presentaban quienes encabezarían las fórmulas presidenciales por parte de las distintas fuerzas políticas: Lúder-Bittel (PJ), Raúl Alfonsín (UCR),Francisco Cerro (Democracia Cristiana), Álvaro Alsogaray (Ucede), Luis Zamora (Movimiento al Socialismo- Mas), Gregorio Flores (Partido Obrero), Guillermo Estévez Boero (Socialismo Popular), Rogelio Frigerio (MID) . Octubre de 1983, sería la fecha en que los argentinos caminábamos hacia la reinstauración definitiva de la democracia como sistema de vida para nuestra tierra.

Esto, más allá de que uno de los últimos intentos de la dictadura militar para proteger a quiénes habían cometido crímenes de lesa humanidad desde 1976, había sido dictar una ley de amnistía a la que llamaban de "pacificación", pero que finalmente no lograrían.

El 10 de diciembre asumía la Presidencia de la Nación el radical Raúl Alfonsín y dos días después anunciaría el enjuiciamiento a los miembros de las tres juntas militares responsables del proceso de terrorismo de Estado llevado adelante desde 1976.

Paralelamente había convocado a los miembros de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), que encabezaba el escritor Ernesto Sábato, para que aportaran su investigación, el informe que se publicaría bajo el título "Nunca Más".

Llegaría la hora del juicio oral y público que estremecería a propios y ajenos, a nivel nacional e internacional, cuando se escuchaban los desgarrantes testimonios de los protagonistas de los hechos más aberrantes de nuestra historia reciente. En abril, dos años después, se conocían las sentencias para Jorge Rafael Videla, Orlando Agosti, Roberto Viola, Emilio Massera, y Armando Lambruschini, además de Omar Graffigna, Leopoldo Fortunato Galtieri, Basilio Lami Dozo, Jorge Isaac Anaya.

La causa había quedado en manos de la Cámara Federal integrada por los jueces Jorge Torlasco, Ricardo Gil Lavedra, León Arslanián, Jorge Valerga Aráoz, Guillermo Ledesma y Andrés D'Alessio. Los fiscales Julio Strassera y Luis Moreno Ocampo, serían los responsables de la acusación. Por primera vez, un tribunal civil juzgaba por crímenes cometidos por militares. Los fiscales, que habían usado como base probatoria de los hechos en el documento "Nunca Más" y Strassera cerró su alegato, precisamente con la frase: "Señores jueces. Nunca más".

A casi cuatro décadas de aquel histórico momento, la película "Argentina 1985", protagonizada por Ricardo Darín y Peter Lanzani, logró retrotraer la memoria colectiva de aquellos memorables días, en que se vio en el banquillo de los acusados a los genocidas cuyo objetivo durante los años de apropiación del Estado, había sido un plan de secuestro, tortura, muerte y desaparición de personas.

Traer del pasado reciente estos históricos momentos resulta importante para muchos que sólo conocieron los hechos a través de relatos, otros que descreían de tanta masacre, otros que no dimensionaban el daño que le habían hecho a la República. Y recordar que un presidente como Raúl Alfonsín tuvo el coraje, por primera vez, de que fueran civiles los que llevaran adelante un juicio a militares que habían cometido crímenes de lesa humanidad y que nunca imaginaron que terminarían en el banquillo de los acusados, frente a un tribunal civil.  

Argentina 1985

Y como corolario de estos apuntes de nuestra historia, considero propicio recordar a jóvenes como Lucas Ilardo, que estaban naciendo en los albores de la recuperación democrática, cuando los que pintamos canas llevábamos años sufriendo los golpes militares, que a veces, en el fragor de los debates parlamentarios se expresan sin medir las palabras. Digo esto porque el senador provincial dijo hace unos días que "siempre el radicalismo, por donde se lo mire en la historia, ha sido cómplice de los golpes militares".

Pruebas al canto: fue un gobierno radical el enjuició a las juntas militares.

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