El dato relevante: en el país de la pobreza, lo que más aumenta es la comida

Los alimentos y bebidas tuvieron en febrero un incremento del 9,8% lo que implica una proyección de 200% anual. La peor noticia para millones de personas que se van sumando a la pobreza y las carencias alimentarias que condicionan el futuro de todo un país.

Los datos de la inflación en el mes de febrero dan cuenta que una persona de 31 años nunca vivió un nivel de aumento de precios de este nivel. 


En el mundo hablan de la inflación: "Imparable", "Récord", "Sin control"

Si bien todo el foco se puso en que con el 6,6% se llegó a las tres cifras si se anualiza ese dato, hay otro, más relevante todavía: la comida y la bebida subió 9,8%.

Esto sucede en un país sumido en la pobreza y en donde los niños y adolescentes son los más afectados: ninguna medida definida por el gobierno de Alberto Fernándezz, Cristina Kirchner y Sergio Massa revirtió la tendencia.

Y resulta tétrico: si se anualiza ese aumento de alimentos y bebidas se llega al 200% de inflación en un año.

Análisis rápido del problema inflacionario

En un brevísimo análisis, el economista Pablo Guido dio su opinión en torno al problema inflacionario en el país.

Sostuvo en sus redes que "la inflación en la Argentina tenía tasas 'civilizadas' hasta la década del 40". Completó: "Medio siglo después, en 1989, terminamos en casi 5000%". 

Y definió que "la década del 90 fue una excepción a la regla, para regresar al financiamiento monetario del banco central al Estado de los últimos 20 años".

El hambre y el país

Según el Banco de Alimentos, "una malnutrición en los primeros años de vida puede constituirse en gran obstáculo para el crecimiento porque tiene consecuencias graves en la salud y el desarrollo de capacidades y potencial cognitivo".

Al respecto, abundó: "La consecuencia más drástica del hambre es la inanición. Esta condición se produce ante la carencia de los nutrientes que los seres humanos recibimos a través de la alimentación y genera extrema debilidad física".

  • - el 15,5% de los menores de 18 años sufrieron inseguridad alimentaria severa en el último año.

  • - Sufrieron hambre por falta de recursos : 2 millones de chicos/as.

  • - 4,5 millones de niños y adolescentes de entre 0 y 17 años que viven en hogares en los cuales, por problemas económicos, se redujo la cantidad de alimentos consumidos.

  • - La inseguridad alimentaria severa (que es sufrida por quienes en un período de 12 meses tuvieron situaciones en las que no pudieron satisfacer sus requerimientos de alimentos) alcanza al 8,6% de la población de todas las edades.

  • - La población más afectada por sufrir episodios de hambre es la de quienes tienen entre 13 y 17 años: la inseguridad alimentaria severa llega en ese caso al 18,9%, mientras que en 2019 era de 14,4%. El índice es de 16,7% entre los chicos de 5 a 12 años (era de 15,1% en 2021), y de 9,5% en el grupo de niños de 0 a 4 años (en este caso hubo una disminución respecto del 11,9% de 2019). Si se mira en conjunto a la población de 0 a 17 años, el indicador es de 15,5%, mientras que el año pasado había sido de 14%.

  • Inseguridad alimentaria severa:

  • - Afecta al 7% (1 de cada 14) de los hogares.
    - Afecta a 3 millones de personas.

  • Inseguridad alimentaria moderada:
    - Afecta al 19% (casi 1 de cada 5) de los hogares.
    - Afecta a 7,8 millones de personas.

Más que una cifra

A partir del dato de una proyección de 200% de inflación para alimentos y bebidas, el asunto deja de ser solamente un dato para publicar y discutir durante un día: es un desafío para el Gobierno solucionarlo de inmediato, sin repartir culpas.

El riesgo del círculo vicioso

Frente a esto, hay múltiples estrategias de supervivencia comunitaria. Pero la peor de toda es la de políticos abriendo comedores en los barrios, en donde administran qué se come y qué no, pero además quiénes son los que comen.

Esa vieja "solución" a la que echan mano como si se tratara de una acción sostenible en el tiempo, subordina a las familias a los "dueños de la comida" y además, los hace dejar de comer en la mesa de su casa, algo que la Argentina ya vivió en el estallido del 2001, cuando la gente hasta vendió las mesas: ¿para qué tenerlas si no las ocupaba?

El paliativo se transforma -como los planes sociales tercerizados y mucho más- en herramienta de beneficio para los intermediarios. Y el problema del hambre, la pobreza y el aumento de precios se vuelve crónico. La sociedad se "acostumbra" y se naturaliza. Ese es el círculo vicioso histórico de la Argentina.

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