Los riesgos de la campaña electoral en la endeble economía argentina

La oposición salió a advertir sobre el mal estado de la economía y el Gobierno los acusa de querer armarle una corrida. Delicias de la campaña electoral. La columna de Rodolfo Cavagnaro.

Rodolfo Cavagnaro

Siempre se dijo que la economía argentina se había transformado en una bomba y que la llegada de Sergio Massa al Ministerio de Economía tenía por objeto alargar la mecha para que la explosión no se le produzca a este Gobierno sino al próximo. De hecho, el ministro ha tomado muchas medidas que no son solución de fondo, sino que tienden a demorar las consecuencias del desequilibrio.


Mientras se le escapa la inflación, Massa hace malabares con los dólares

La semana pasada, la directiva de Juntos por el Cambio emitió un comunicado alertando sobre la gravísima situación de la economía y sobre las acciones del Gobierno que no tienden a solucionar el problema sino a patearlo a la próxima gestión. Alguien dijo que entre el Gobierno y la oposición discuten el tamaño de la bomba y el largo de la mecha.

Lo cierto es que el Gobierno aprovechó para acusar a la oposición de querer provocar una corrida para perjudicarlos y obligar a hacer un ajuste doloroso a esta gestión. Del lado de la oposición remarcan que no quieren que les pase lo de 2015 y están dispuestos a marcar todos los desequilibrios que está dejando este gobierno y que obligarán a tomar medidas drásticas a quien asuma en diciembre próximo.

Los problemas fiscales

Hay que reconocer que entre las medidas adoptadas varias tenían por objeto cumplir con las exigencias del FMI, y lo lamentable es que en el mismo gobierno no ven el ajuste fiscal como una medida necesaria para sanear la economía sino como una exigencia que resta soberanía. Mientras el kirchnerismo fustiga a Fernández (pero apoya a Massa) por el "ajuste", las cuentas muestran una disminución del déficit fiscal, aunque falta mucho. Están controlando planes sociales, pero aún hay mucha plata dedicada a estos planes que podría usarse con inteligencia para reactivar empresas que den empleo o que se creen nuevas empresas. 


El picudeo entre Latorre y Lizana: ¿Massa está solucionando problemas vitivinícolas o no?

La decisión de no acudir a mayor financiamiento del Banco Central para cubrir el déficit fiscal fue importante. El problema fue que salieron a emitir bonos en pesos para cubrir ese déficit y para pagar obligaciones anteriores y los particulares compraron esos bonos a cambio de altas tasas de interés, superiores al 100% anual. En paralelo, y sabiendo que había muchos pesos emitidos, el BCRA seguía con sus emisiones de Leliq, pagando también tasas superiores al 100%

Así las cosas, tanto el Tesoro como el BCRA aumentaban su endeudamiento con la visión de duplicarlo en un año al pagar tasas del 107% anual. A pesar de las advertencias que se hacían sobre el riesgo de este endeudamiento, ante tasas tan tentadoras, los inversores no dudaban en prestarle al gobierno. Es que siempre hay un punto en el cual la avaricia supera al pánico. Por esta razón el endeudamiento ha llegado a niveles sin precedentes. El Banco Central tiene una deuda que equivale a 4 veces la base monetaria.

El problema se agrava el atraso cambiario que muestra la evolución del dólar oficial, cuya brecha con el blue volvió a superar el 100% a pesar de que el Banco Central está vendiendo dólares para tratar que no suba. Lo cierto es que este atraso cambiario está dejando fuera de mercado a muchas empresas porque el tipo oficial avanza mucho menos que la inflación. A esto se debe agregar los problemas generados por la sequía que hecho perder unos 15.000 millones de dólares al Banco Central.

El mercado está preocupado por este volumen de deuda y siguen renovando atraídos por las tasas y creyendo que el próximo gobierno afrontará las deudas que el actual Gobierno deje. Pero sigue dando vuelta el fantasma del Plan Bonex del exministro Erman González. Aquel momento era distinto porque estaban nacionalizados los depósitos bancarios y en plena hiperinflación los bancos ofrecían tasas muy locas, que aceleraban la inflación y todo era respaldado por el Banco Central. 


Las dificultades para financiar el déficit y conseguir dólares alejan a los inversores

La mayoría de los depósitos eran a 30 días, pero en los últimos meses, con la aceleración inflacionaria, se tomaron plazos más cortos, de hasta 1 día, tanto que muchas empresas postergaban un pago un día viernes y ponían en plazo fijo hasta el lunes y obtenían importantes ingresos. Era toda deuda del BCRA a cortísimo plazo y era imposible pagarla sin generar un caos mayor. Por eso el ministro anunció el 1 de enero de 1990 que todos los plazos fijos quedaban confiscados y se los compensaría con un bono, el Bonex 89 a 10 años de plazo.

Los tenedores de bonos saben que la deuda acumulada también es de corto plazo, aunque no tan corto como en 1989. Suponen que si esa plata se lanza al mercado podría presionar en el mercado del dólar y generar una corrida o disparar una hiperinflación, o ambos efectos a la vez. Por eso están muy atentos a lo que puedan decir los dirigentes de oposición

Dólares no se consiguen

La situación cambiaria está al límite y algunos consideran que el BCRA tiene una posición de divisas negativa y siguen atados al objetivo de devaluar por debajo de la inflación para tratar de contener la inflación. Esto nunca ha ocurrido porque la inflación es alimentada por el déficit fiscal.

Al atrasar el tipo de cambio las empresas pierden competitividad internacional y los ingresos de divisas son cada vez menores. El BCRA se financia postergando la entrega de dólares a importadores. Solo en este rubro, la autoridad monetaria debería desembolsar us$ 12.000 millones. El balance es preocupante porque desde principio de año ya ha perdido casi us$400 millones de reservas.

El gobierno, apurado por esta escasez, salió a pedir adelanto de la liquidación de los exportadores de soja. Así surgieron los planes Soja 1 y Soja 2 que le arrimaron al gobierno cerca de 10.000 millones de dólares. Pero tenía muchas obligaciones de deuda, importaciones de energía y entrega a importadores y todo eso desapareció. 


Efecto inflación: Massa compra tiempo, más caro, pero cada vez puede comprar menos

El problema de este faltante podría determinar que algún gobierno (a este o al futuro) se le ocurra unificar el mercado cambiario en un mercado libre. Las consecuencias dependerían de la forma en que se haga. Si va acompañado de un plan monetario fiscal creíble, es posible que no haya ninguna corrida, pero si es una acción desesperada, sin correlato fiscal y monetario, seguramente habrá una corrida. Nadie quiere caer en esto, pero los inversores tampoco quieren quedar pegados.

La oposición quiere dejar bien en claro las responsabilidades de este gobierno por las medidas que deberá adoptar cuando asuma. Este Gobierno las minimiza, se victimiza y acusa a la oposición de querer armarle una corrida. En el medio los ciudadanos y los operadores económicos. Y la que sufre es la economía, cada día más paralizada.

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