Al lanzar a Cornejo, Suarez rompió la tradición de evitar el síndrome del "pato rengo"
Nunca se anunció antes de la última Vendimia de un gobernador, quién sería su posible sucesor. La teoría del "pato rengo" y cómo reaccionó el radicalismo ante el anuncio de la candidatura de Cornejo.
La tradición mendocina, producto de la no reelección, indica que el gobernador saliente busca siempre dilatar los anuncios en torno al candidato que prefiere que lo suceda lo máximo posible. Es más: nunca se hizo antes de la Fiesta de la Vendimia.
Qué hacía Suarez junto a Cornejo cuando clamaba para que sea su sucesor
Tiene un sentido: evitar el fenómeno del "pato rengo", un síndrome que deja al gobernante flaco de poder frente a los reflectores que ya enfocan a su sucesor. Al definir quién es el que viene, la figura del que está queda disminuida, renga.
La definición del uso del término no se usa solo en política, sino también en los negocios y sostiene que si un agente se sabe "pato rengo", pierde capacidad de maniobra y de negociación, pero además suele tener menos preferencia por incentivar a otros a lograr acuerdos cooperativos. Si los demás sectores y opositores también lo entienden así, verán un "pato rengo" más proclive a paralizarse que a negociar, y tendrán menos incentivos a creerle al "pato rengo" y a negociar con él. Esto es: si los opositores, perciben que al "pato rengo" le llega su fin y lograrán sucederlo, tampoco tendrán incentivos a interactuar con él. Pero nadie imagina que la oposición pueda tener una posibilidad en la Mendoza actual en donde las encuestas le dan muy bien tanto a Suarez como a Cornejo.
Si el anuncio lo hubiera formulado con una oposición imponiéndose con fuerza, la teoría del indica que el resultado posterior sería más conflictividad, e inestabilidad. Y también más complicaciones para el sucesor del "pato rengo".
Conmoción y tranquilidad a la vez
Puertas adentro del radicalismo, la esperada candidatura de Cornejo, que es "el jefe" en definitiva del actual equipo de Gobierno, tuvo múltiples reacciones y consecuencias: a la vez generó conmoción, aplacó a los levantiscos propios, frenó el ascenso de muchos que esperaban su turno para "ser", tranquilizó a los que no se sentían seguros con un futuro partidario e institucional en manos de otros (en medio de una gran competencia por la gobernación entre los intendentes) y redefinió internamente al radicalismo, a la espera de que se baraje y distribuyan de nuevo las cartas de Cambia Mendoza, ya sin un jugador importante, el Pro de Omar de Marchi, que irá por otro juego.
A la vez, reafirmó la vocación de los anticornejistas internos, como Luis Petri que, con el apoyo de Ernesto Sanz y otros que le deben "facturas" al ahora candidato oficial, reafirmaron que le darán pelea en una Primaria (PASO).
Algunos intendentes que se veían rebeldes, se cuadraron.
Tales son los casos del cobista Juan Manuel Ojeda, de Malargüe, de quien se sospechaba que podía sumarse al esquema de Petri por la cercanía de Julio Cobos con ambos, pero se quedó con Cornejo y lo hizo público con vehemencia en las redes.
El otro, es el de Walther Marcolini, de General Alvear, que tiene candidato propio a la intendencia y que, como siempre, sufrirá la embestida múltiple interna, como es habitual en esa comuna. Su relación con Cornejo no es la mejor, pero salió a respaldar su posible vuelta a la Casa de Gobierno.
El resto, uno a uno fue expresando su apoyo. Marcelino Iglesias, que surgió en el cobismo, rápidamente se desmarcó y no ocultó nunca su entusiasmo por la vuelta del exgobernador.
En tanto, Daniel Orozco, que invirtió en un amplísimo despliegue por ser él mismo el candidato, ya había anticipado que "si es Cornejo, yo me bajo". De tal modo que conforme o no, lo hizo, y negocia quien se queda con las aspiraciones para Las Heras.
En donde también la cadena de sucesión es grande es en la "patria chica" de Cornejo, Godoy Cruz. Pero definirá Cornejo, como lo está haciendo municipio con municipio. Su voz no será definitoria, pero sí influirá para tener en claro con qué intendentes propios gobernar.