Massa juega al alquimista manipulando dólar, tasas y precios
El ministro intenta hacer raras ecuaciones, que nunca dieron resultado, mientras el presidente decide desobedecer a la Corte. Con inseguridad jurídica no hay futuro.
Envalentonado con los índices de precios de noviembre, el ministro de economía intenta reforzar su estrategia manejando las tasas de interés, mientras tiende a disminuir el ritmo devaluatorio del dólar oficial. Suponen que eso les dará éxito, no ya para cumplir con el FMI, sino que se entusiasman con ganar las próximas elecciones.
En principio hay que recordar que el índice de noviembre de 4,9% estuvo motivado por tres circunstancias: noviembre siempre es un mes de índices más bajos, estacionalmente, mientras que diciembre y enero suelen ser más altos, por la misma razón.
La segunda razón es que estamos inmersos en un proceso recesivo con fuerte pérdida de poder adquisitivo de los salarios, con lo cual, ante una menor demanda, no hay espacio para una suba fuerte de los precios. La tercera, fue la implementación del programa Precios Justos, que intenta poner un límite temporal a los aumentos de precios.
Massa con los referentes económicos de Lula
Con un gran voluntarismo, los funcionarios creen que diciembre puede arrojar un índice de precios similar al de noviembre, pero desconocen que hay aumentos estacionales en productos que no pueden controlar, como carnes, frutas y hortalizas y hasta aumentos especulativos porque hay algo más de demanda por los aguinaldos, pero no aumenta la producción.
A pesar de las medidas sobre los precios de las empresas, el Gobierno alimenta las expectativas inflacionarias con decisiones desacertadas que solo suben costos, sumado al hecho de la demora en la provisión de dólares a los importadores. Según datos del INDEC la actividad económica retrocedió por segundo mes consecutivo respecto del mes anterior, aunque haya crecido respecto del año anterior. Los meses de septiembre y octubre registraron bajas y esto es la demostración de lo que venimos diciendo.
Las tasas de interés
El gobierno decidió, junto con el BCRA, no aumentar la tasa de interés de referencia, que está en 6,75% anual, a pesar de que el índice de inflación de noviembre marcó 4,9%. Es una tasa real muy alta y muy positiva que los funcionarios, por ahora, pretenden mantener para evitar que los inversores presionen en los mercados de los dólares paralelos. Esto le trae un problema y es que tiene que seguir pagando tasas supriores al 100% para financiar las letras del Tesoro o las Leliq del BCRA.
Con esta decisión, la plata de los bancos va toda al Estado y no queda nada para financiar al sector privado. Lo poco que hay es a tasas prohibitivas. Además, se está verificando una de las razones que hace que inflación se acelere y es la alta velocidad a la que circula el dinero. Esto es porque los agentes económicos no quieren tener pesos y, si no los pueden invertir en dólares, lo hacen comprando artículos no perecederos de la canasta familiar.
Se supone que las tasas deberán bajar para ajustar al ritmo de devaluación nuevo. Desde mediados de diciembre, el ritmo de devaluación, que venía en el orden del 6,5%, ha bajado a uno más lento del 5,1%. Aparentemente, la idea del ministro Massa, además de atrasar más el tipo de cambio en tiempos electorales, es reforzar la estrategia de que inflación no supere el 4% y para eso el ritmo de devaluación debe ser consistente.
Las tensiones de liquidez del mercado señalan un mayor riesgo de estabilidad financiera mundial
Parece que la idea es que confluyan la tasa de interés, la tasa de devaluación y la tasa de inflación, pero el problema es que la tasa de creación de moneda por parte del Banco Central es mucho más veloz. En ningún lugar del mundo ha dado resultado un experimento como ese. Pero a su vez el gasto público sigue siendo muy elevado y aunque el déficit ha bajado algo no ha sido por gastar menos sino por pagar menos. Están muy atrasadas las cuentas con los proveedores.
El dólar no se doma
Argentina sigue teniendo un problema serio de escasez de dólares. Cuando se lanzó el Plan Soja 1, el gobierno consiguió unos us$8.000 millones. De eso no queda nada porque se usaron para pagar deudas del gobierno y proveer a los importadores. Ahora, el Plan Soja 2 puede dejarle algo más de us$2.000 millones. A los aportes de organismos financieros internacionales se deberá agregar us$6.000 millones aportados por FMI, con lo cual el país terminaría cumpliendo las metas comprometidas para este año.
No obstante, el problema sigue siendo serio. La sequía ha hecho perder el ingreso de muchos dólares de exportaciones de trigo y es probable que se registren pérdidas en maíz y soja, con menores cosechas. Por otra parte, el panorama internacional tampoco es buenos. Todavía quedan resquicios de la crisis de la guerra entre Croacia y Rusia, pero también al hemisferio norte les han afectado las sequías
Parece que tendrán que hacer sintonía fina porque ya se nota una tendencia a comprar dólares financieros. El jueves el blue cerró a $330 y, aunque algunos analistas los atributen a la necesidad de compra para pagar saldos de tarjetas de crédito por compras en el exterior, sobre todo los que fueron al mundial de Qatar. Lo cierto es que la demanda de dólares es cada vez mayor y el BCRA ha estado interviniendo en el mercado comprando bonos con los que se opera para sacar divisas al exterior. En este panorama, Massa duda en bajar la tasa o no hacerlo.
En este caso están haciendo efecto la plata pagada por aguinaldos, que muchos quieren preservar en moneda dura. Además, están las liquidaciones de los dólares del Plan Soja 2. Estos pesos emitidos los operadores no los quieren y salen a comprar dólares.
Y por si faltara algo, la decisión del presidente Alberto Fernández de no acatar el fallo de la Corte que le ordena devolverle coparticipación a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es el moño que falta para consagrar la inseguridad jurídica en la Argentina.
Si Massa tenía alguna esperanza de entusiasmar inversores, de esta manera el presidente y los gobernadores tiran todo por la borda y muestran el lado más miserable. Se llenan la boca hablando del pueblo, pero es plata que necesitan para financiar su propia burocracia parásita. El valor del dólar el lunes es toda una incógnita.