Despliegue massista en Mendoza y mujeres políticas, en el barro de batalla
Hubo celos y hay forcejeos dentro del peronismo por la llegada de Sergio Massa. Una quiere quedar como intermediaria con los "acuerdos" con la Nación. La otra, quiere la exclusividad de la representación del massismo.
Las internas partidarias están a full. Haya o no una instancia formal de competencia. El peronismo no consiguió blanquear sus diferencias en las urnas y, lejos de consagrarse la unidad con la elección de un triunvirato presidido por Flor Destéfanis para suceder a Anabel Fernández Sagasti en la presidencia del Partido Justicialista, los dardos desde otros sectores no dejan de lanzarse. Lo están haciendo, por ejemplo, Guillermo Carmona, que se autopercibe poderoso pero que no ha podido medirse su fuerza por no concurrir a elecciones. Y lo es el massismo, agrandado por tener a Sergio Massa en el Poder Ejecutivo, con muchos cargos a disposición y fe de que puede cambiar el derrotero político de, al menos, sus afines.
En este camino, la llegada a Mendoza de Massa el lunes para anunciar auxilio a los agricultores afectados por las heladas es exhibido como una concesión graciosa que hablaría de su sensibilidad, cuando en realidad es uno de los tres que gobiernan el país desde hace casi tres años, y bastante mal, a juzgar por la realidad, sobre la que no hace falta cargar ni ideologizar las tintas: el desastre es algo que se palpa en la práctica.
Massa viene el lunes, pero luego llegarán otros. El jueves -como lo anticipó Memo- lo hará la secretaria de Energía de la Nación, la salteña Flavia Royón. Y si bien no podrá estar presencialmente, jugará en el Congreso Nacional de Pymes uno de los alfiles del ministro, Ignacio de Mendiguren, que no se hace cargo de Alberto Fernández y menos, de Cristina Kirchner -la que cantó "vamos a volver" junto a los otros que ya volvieron, como Axel Kicillof en un acto de los metalúrgicos- , pero que es uno de los viceministros de su gobierno.
La interna mostró otro costado en medio de una crisis puntual, la del campo mendocino, que profundiza la general: la senadora y mano derecha de la Vicepresidenta se apuró en anunciar que llegaba el ministro de Economía con ayuda, como parte de la otra batalla diaria, la de tratar de socavar la confianza ciudadana con Rodolfo Suarez y Alfredo Cornejo. El asunto es que Massa tiene una puntera en Mendoza que quería ser la que lo anunciara: la funcionaria nacional Gabriela Lizana, excandidata a intendenta de Rivadavia y dirigente viñatera del Este.
Lizana es más cercana a Malena Galmarini, la esposa del ministro, que maneja el agua del Conurbano con recursos de todas las provincias (y el Estado se hace cargo de pagar los impuestos a las Ganancias de todos sus funcionarios), y hay otros proagonistas massistas de mayor relevancia. Matías Stevanato es uno de ellos. Los otros, deberían pasar una especie de "RTO", ya que muchos son parte de Cambia Mendoza, espacio que hace 6 años bendijo el tigrense y mandó a apoyar.
El massismo, en definitiva, va mutando y los massistas, también. Hay un viejo chiste que dice que el primero en irse del massismo fue Massa, cuando acordó con Cristina Kirchner, aquella contra la que despotricó tanto o más que Fernández, antes de rendirse ante sus encantos políticos.
Pero cuando venga, lo merodearán los viejos, "por lo que puta pudiere", como le dijo en off the récord un antiguo díscolo que transita por los diversos peronismos de acuerdo a la conveniencia. Todos creen que "Massa la puede pegar", dando a entender que el ejercicio de gestión es una ruleta y no el resultado de un programa. Le bailarán Jorge Difonso, que es aliado de Cornejo y Suarez, y también el Cazabán que le toca al Frente Renovador, Pablo (hay uno disponible para operar desde cada partido) y hay que ver con qué cara aparece Jorge Pujol, ahora que va a todas las reuniones del kirchnerismo o bien el locutor Carlos Marcelo Sicilia, que fuera ca didato y ahora tiene un programa a la siesta en la radio de una familia macrista que juega alternadamente con Sergio Uñac en San Juan, con el mendocino (que reniega de su origen alvearense y en la UCR) Gerardo Zamora en Santiago del Estero y que sumó al grupo de empresas a gente del gabinete del ahora investigado Rogelio Frigerio (grupo que tiene su propio Cazabán, Alejandro, adentro, ayudando a Omar de Marchi).
El massismo se da ánimo, pero trata de pasar lista y asegurar la sala para que no entre ni salga nadie que no deba, y le asegure a su nueva "jefa", Lizana, la conducción, en la que están muchos exradicales que empezaron a predicar por él en tiempos en que Julio Cobos le prometía su amor eterno. Pasaron por allí y pocos lo recuerdan, el exsenador Marcelo Romano, que fuera candidato radical a intendente de San Carlos, que trabajara en el Senado de la Nación con Laura Montero, en Jujuy con Gerardo Morales, que se asociara en Mendoza al fallecido Guillermo Pereyra y luego, montara Protectora Fuerza Política junto a José Luis Ramón y Mario Vadillo, para pasar al Partido Verde y ahora le firman la asistencia como empleado de alto salario en el Congreso una senadora macrista bonaerense.
Llega Massa y más que mirarlo a él, habrá que ver a su alrededor. Y por supuesto: verificar que lo que prometa se cumpla y sirva. El descreimiento social es total. Con todos.