Conjeturas y un testimonio sobre cómo fue la detención del escritor Antonio Di Benedetto en 1976

Esta nota de archivo, escrita en 2011, representa un documento ya que incluye una entrevista con el apoderado del diario Los Andes en el momento en que su subdirector a cargo de la dirección, Antonio Di Benedetto, fue detenido por la dictadura militar. Osvaldo Lima dio su testimonio y aseguró que garantizó derechos para el autor de Zama. Las otras teorías.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

A continuación, leeremos un artículo preparado en el día del cumpleaños del gran escritor Antonio Di Benedetto en 2011. Se trata de una enumeración de las teorías vigentes hasta entonces en torno a su detención por parte de la dictadura militar, cuando estaba al frente del diario Los Andes. Dio su testimonio el abogado que era el apoderado legal de la empresa, Osvaldo Lima, un aporte de gran valor a la historia.

El autor de Zama, entre otros grandes libros, quedó marcado de por vida por ese hecho.

Nacido el 2 de noviembre de 1922 en Mendoza, cumpliría próximamente sus 100 años. Murió el 10 de octubre de 1986.

El texto de abajo es parte del archivo y está escrito en un presente situado, como dijimos, en aquel 2011 en que se concedió la entrevista y, además, aparecían libros que daban cuenta de otras versiones en torno al momento que fue una bisagra psicológica en la vida del autor. De allí, que los tiempos a los que refiere son a aquellos y no a los actuales.

Di Benedetto, detenido por la dictadura


Hay por lo menos tres teorías sobre el momento en que el escritor Antonio Di Benedetto fue detenido por los militares de la dictadura, el mismísimo 24 de marzo de 1976.

Una es más épica, y es sostenida por el también escritor y político Ángel Bustelo, desde su libro "El silenciero cautivo". Sostiene allí que el por entonces subdirector a cargo de la dirección del diario Los Andes fue bajado "de la rama más alta de un árbol" frente a la sede de la empresa y llevado detenido. Pero es el único que lo cuenta de esa forma.

Luego, está el nuevo libro de Natalia Gelós, una joven periodista que consultó a decenas de personas y que enfrenta a otras dos opiniones: la del periodista Rafael Morán, que también fuera víctima de las arbitrariedades del golpe y quien señala que los dos directivos de Los Andes que acompañaron hasta el Liceo Militar a Di Benedetto, Juan Carlos Schiappa de Azevedo y Osvaldo Lima, pidieron ser detenidos ellos mismos en lugar del gran escritor. Afirma, además, que esos funcionarios intentaron impedir la detención, en vano.

Pero también este reciente trabajo consigna la opinión de Jaime Correas, escritor y periodista, quien relató que fue el propio Schiappa de Azevedo quien le confesó que ellos concretaron la detención.

Osvaldo Lima tiene hoy 86 años y fue uno de quienes iban en aquel auto propiedad de la empresa "Calle Hermanos Diario Los Andes" que entró al predio del Liceo Militar Gral. Espejo, en Boulogne Sur Mer, transportando a un Di Benedetto confundido y silencioso, contrariado, hacia su prisión.

Es un abogado que tuvo en sus manos nada menos que la ingeniería jurídica para crear la empresa familiar. Hombre de confianza de los dueños mendocinos del diario, dejó de ser el apoderado de esa empresa cuando desembarcó Clarín, que trajo consigo al estudio porteño de los Sáenz Valiente para remplazarlo.

Habla por primera vez del tema.

El diálogo con Osvaldo Lima.

El diálogo con Osvaldo Lima.

- ¿Lo han llamado antes para hablar sobre Di Benedetto?

- La verdad que no. le iba a preguntar a usted de dónde sacó mi nombre.

- Bueno, ¿conoce lo que dice el libro de Natalia Gelós, "Di Benedetto periodista"?

- No lo conozco. ¿habrá hablado con Di Benedetto?

- No lo creo, cuando él murió la autora tenía unos 7 años.

- Lo voy a comprar.

- Aquí lo tiene. Léalo y después me cuenta.

De inmediato, fuimos al grano. El ventana que ilumina la sala en la que hablamos con Osvaldo Lima da a la avenida San Martín. Se me ocurre de inmediato que desde esta posición privilegiada en plena Ciudad de Mendoza pudo haberse visto con lujo de detalles el momento en que nos hemos quedado prendados: aquel en el que el gran escritor mendocino fue sacado del diario Los Andes, del que era su director, rumbo a la prisión en la que conocería de los tormentos de la dictadura.

- ¿Conoció a Di Benedetto?

- Sí, lo conocí mucho.

- ¿Cómo era cuando dirigía el diario?

- Cuando él dirigía el diario era una persona que gozaba de la total confianza del directorio. Muy razonable. seguía la línea editorial del diario. Nunca tuvimos ningún problema con respecto a su trabajo.

- ¿Qué rol cumplía usted por esos años?

- Yo era el asesor letrado del directorio del diario.

- ¿Cómo se entera usted que Di Benedetto iba a ser detenido?

- Un día, siendo muy temprano, cerca de las 9, yo estaba en mi domicilio. Creo que fue el mismo día del golpe...

- ... Sí, fue el mismo día...

- Bueno, como le digo, yo estaba en mi domicilio y me llaman para que me dirija con urgencia al diario, que había una reunión de directorio. no me dijeron por qué. Cuando llego al diario me encuentro en la puerta con efectivos militares y había también un par de oficiales en el hall del diario. El director estaba reunido, ocupado, porque se lo querían llevar preso. Allí me entero de que el directorio había hecho gestiones para tratar de que no ocurriera. Era un tema de lo más delicado. ¡Se trataba del director del diario Los Andes! Entonces estuvimos reunidos con el directorio y lo único que se pudo conseguir de los oficiales, que tenían la orden de llevárselo detenido, fue que no lo sacaran preso del diario por la puerta principal. Era una especie de decoro para el diario. Sobre todo por el aprecio que se tenía por Di Benedetto, por su cultura literaria y por la forma en que se había desempeñado. Fue cuando nos comisionaron a Juan Carlos Schiappa y a mi, para que lo acompañáramos al Liceo Militar. Nos fuimos en un auto del diario.

- ¿Salieron por la puerta de atrás, para que no los vieran, como dicen algunas versiones?

- No, no. Por atrás no. Hicimos traer un auto de las cocheras que sí estaban atrás, pero estacionaron el auto en la puerta, sobre avenida San Martín. Allí subimos con normalidad, como si no pasara nada.

- ¿De qué hablaron en el camino?

- (Piensa) No, no me acuerdo.

- ¿Era un momento de silencio, nerviosismo, tensión, preocupación? ¿Cómo recuerda ese momento?

- Fue una situación muy tensa por parte de él y por parte nuestra, de todos. Porque se imagina que encontrarse con fuerzas militares en el diario y prácticamente con ninguna posibilidad de diálogo, porque los oficiales tenían que cumplir órdenes. Le repito: lo único que pudimos hacer fue pedirles que no lo sacaran preso desde el diario. Nos comprometimos a llevarlo nosotros, por supuesto que escoltados. Llegamos al Liceo Militar, pasamos la guardia y allí nos hicieron pasar a una especie de oficina y después a una sala. Yo creo que había otras personas...

- Recuerde que a otros tres periodistas del diario los habían detenido también: Lucero, Morán y Atienza...

- De esos no me acuerdo ahora. A mí me llamaron por el problema de Di Benedetto, la verdad es que no me acuerdo.

- ¿Qué pasó una vez allí?

- Como le digo, pasamos a una sala a donde habían muchas personas.

- ¿La situación era de cordialidad o de rigidez?

- Hasta ese momento, la situación, con respecto a nosotros, y a él, era de total respeto y no percibimos ninguna situación fea.

- ¿Por qué lo detuvieron a Di Benedetto? ¿Qué le informaron a usted como abogado del diario? ¿Hubo un motivo?

- No dijeron absolutamente nada.

- ¿Nada? ¿No se enteró de nada ni cuando lo vinieron a buscar, ni cuando llegaron al Liceo, ni lo comentaron en el auto en el trayecto...?

- Nada, absolutamente. En el auto íbamos Juan Carlos, Di Benedetto y yo. Nadie más. Los militares iban en otros autos. Ese era el acuerdo al que habíamos llegado: que no saliera detenido desde el diario.

- ...Para cuidar el prestigio del diario...

- Claro. Pero además por la persona de Di Benedetto. En el directorio se le tenía un gran respeto a Di Benedetto, por su prestigio literario. Ya en ese tiempo había escrito Zama, que hasta me dedicó un ejemplar...

- ¿Qué recuerda de Di Benedetto?

- Yo recuerdo la persona. Él era un literato por naturaleza. Por ejemplo, usted sabe que en los diarios siempre hay problemas con algunos periodistas, de diverso tipo, y él llevaba esos problemas, por supuesto, al directorio del diario, por si había que tomar alguna determinación, alguna sanción. ¡Él era el director del diario! Las veces que tuvimos que llamarle la atención a algún periodista él nos hacía un informe. Y sus informes eran piezas literarias, porque de acuerdo con la forma de escribir que tenía, se colocaba en el cuerpo de es apersona y explicaba cuál había sido, a lo mejor, la motivación interior que había tenido el periodista al cometer algún tipo de irregularidad. Y además explicaba en qué forma había influido en él, interiormente, esa falta de criterio del periodista hacia con él que era el director.

- Después de que él queda detenido, ¿cómo se siguió tocando el tema de su detención hacia el interior del diario Los Andes? ¿Intentaron hacer algo para liberarlo?

- En el diario yo tengo entendido que se hicieron numerosas gestiones por la libertad de Di Benedetto.

- ¿Cómo siguió usted esa situación?

- Mi participación llegó sólo hasta acompañarlo hasta el Liceo.

- ¿En qué consistieron esas gestiones del diario? ¿Lo conoce?

- Yo solamente las conocí por comentarios de algún miembro del directorio, pero no sé en qué consistieron ni de qué tipo fueron, pero se hicieron gestiones por su libertad.

- Jaime Correas dice que Schiappa le confesó que lo que ustedes hicieron fue, en realidad, entregar a Di Benedetto a los militares y no tan solo acompañarlos...

- No, no. Nosotros lo acompañamos porque de otra forma se lo hubieran llevado preso directamente desde la puerta del diario. Vale decir, lo que nosotros tratamos de hacer fue morigerar el impacto que significaba que se llevaran preso al director del diario desde el diario. Lo que hicimos nosotros fue, prácticamente, acompañarlo hasta el Liceo, escoltado por los militares.

- ¿En ese momento usted qué pensó? ¿Por qué creyó que se estaban llevando detenido al director del diario?

- Nosotros creímos que iba a ser una cuestión de tipo momentáneo. Bajo ningún punto de vista creímos que iba a estar tanto tiempo detenido. Y es por eso que se hicieron las gestiones para sacarlo en libertad. Ese fue el pensamiento del directorio.

- ¿Por qué será entonces que al poco tiempo el diario lo dejó cesante de sus funciones, sin pagarle sueldo ni ayudando a su familia, ni siquiera llegó a cobrar su jubilación?

- ¿No cobró la jubilación?

- No, la reclamó cuando volvió del exilio y murió antes de conseguirla, sin nada. Se lo echó dándole la razón a quienes lo detuvieron que lo acusaban de subversivo. Y hasta Di Benedetto murió preguntándose "por qué" le había pasado eso a él.

- (Piensa) No tengo la más mínima idea, sinceramente. Nunca me consultaron sobre ese hecho.

- ¿Con la familia también perdió el contacto?

- Yo el único contacto que tuve con la familia fue cuando se murió la mamá de Di Benedetto que vivía, no me acuerdo, si en calle Entre Ríos o en San Luis...

- ¿Habrá sido en la casa de la calle Catamarca en donde vivió Di Benedetto?

- No, no. Era en una de las otras calles, la casa de su madre. Fuimos a dar el pésame a la familia.

- Con el paso del tiempo, ¿qué idea le queda de aquel episodio?

- Nunca más volví a estar con él después de eso. Sé que debe haber sufrido mucho por su personalidad, porque era una persona de mucha vida interior. Como en sus novelas: él no hace narraciones de tipo folklórico, sino que son "muy de adentro". Así que me imagino que debe haber sufrido mucho.

- ¿Y en el diario? ¿Cómo se vivió toda esa época que duró su director preso o perseguido?

- En el diario se vivió de una forma muy traumática. Ese día fue prácticamente una especie de hecatombe: habían detenido al director del diario, había personal militar afuera y hasta adentro, en algunas de las oficinas.

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