Verónica Valverde: "El intento de matar a Cristina es producto de los discursos del odio"
La diputada peronista se refirió al intento de asesinato a Cristina Kirchner, e insistió con combatir los discursos de odio. Sus inicios en la política, cómo conoció a su marido (Carlos Ciurca) y más, en una entrevista a fondo.
Entre las 86 bancas que hay en la Legislatura, contando ambas cámaras, hay hombres y mujeres que comparten la actividad política con sus parejas. Y, entre las últimas, esposas de actuales y exfuncionarios.
Jésica Laferte: "Ser la 'esposa de' hace que las cosas te cuesten el doble"
Entre ellas, están Jésica Laferte, esposa del intendente de Malargüe Juan Manuel Ojeda; Marisa Garnica, casada con el exintendente de Luján Omar Parisi; o la diputada Verónica Valverde, pareja de Carlos Ciurca.
"Ya llevamos 33 años juntos, es un gran compañero y sobre todo mi amigo", remarca Valverde, y agrega sobre su función como diputada: "El respeto por la opinión del otro no puede faltar en la política".
Sobre el atentado contra Cristina Kirchner, la diputada peronista ratificó que "sí hay un discurso de odio" y agregó que el intento de matar a la vicepresidenta "es producto de esos discursos".
"Uno debe poder expresarse con libertad, pero sin incentivar al odiador", continuó, en una entrevista con Memo.
- ¿Empezaste en la política porque Carlos te fue metiendo llevando trabajo a casa?
- No. Yo al Carlitos lo conocí cuando yo ya hacía política en el Centro de Estudiantes. Lo conocí en una reunión de la CGT. Después trabajé mucho en lo social, sobre todo en los '90, cuando me dediqué a una organización que trabaja con chicos. A la actividad política la retomé ahora que crecieron mis hijos, porque al estar el Carlos tan involucrado, yo me quedé más con los chicos. Ya llevamos 33 años juntos, es un gran compañero y sobre todo mi amigo.
- ¿Qué opinás de la sensación que tienen los ciudadanos de que la política está alejada de ellos?
- Yo creo que depende de los agentes: si uno es cercano, eso se siente. Algunos trabajamos mano a mano con otra gente y te conocen, pero también existe el mantra de que la política es lejana y eso es así a medias. Depende de los que se involucran en la política. Yo pertenezco a un grupo que trabaja todo el tiempo muy cerca de la gente.
- ¿Cómo ves la discusión entre los partidos, que está cada vez más caliente?
- Lo que se pone cada vez más caliente son los temas, pero eso no quiere decir que no vaya a haber diálogos. Los temas más trascendentales necesitan consensos y debates. Si no, es como que uno pasa a un plano más personal que político. El respeto por la opinión del otro no puede faltar en la política.
- Hablando del respeto a la opinión del otro, ¿creés que existe esto del "discurso del odio"?
- Si nosotros mostramos responsabilidad en el manejo de las palabras, la sociedad empieza a confiar en las instituciones. Es como cuando los chicos ven a sus padres todo el tiempo discutiendo o decirse cosas violentas y también terminan portándose violentamente. Sí hay un discurso de odio. Hemos visto que hubo un intento de matar a la vicepresidenta y eso es producto de esos discursos.
- Ese atentado a Cristina, ¿viene del odio o también podría venir de la impunidad que percibe la gente en relación a la vicepresidente?
- Yo creo que la realidad es dialéctica y, si uno como dirigente dice cosas que llevan el odio, como por ejemplo en el inicio del nazismo, toda esa incertidumbre y estas cosas que nos golpean hace que la gente comience a tomar ciertas posturas cerradas y se movilizan sentimientos extremos. Cuando uno se da manija termina haciendo esto y se vuelve un sálvese quien pueda, y esto va en contra de la institucionalidad, que son esas reglas claras que nos dicen dentro de qué limites nos podemos mover.
Cuando las reglas de juego pasan a ser borradas por estos sentimientos exacerbados, es hora de poner paños fríos. Pero aparecen representantes del odio, como Milei. Si uno escucha su discurso, es claramente odioso. Uno debe poder expresarse con libertad, pero sin incentivar al odiador. Se puede hacer una crítica muy fuerte, pero siempre desde el respeto.