Cabandié, el fracaso de un intocable

El ministro de Ambiente, Juan Cabandié, ha demostrado en forma sobrada su incapacidad para el cargo, situación que refuerza con declaraciones incendiarias, con olor a ventajismo político. En vez de apagar o prevenir las quemas de amplias porciones del territorio nacional, lleva el agua para su molino.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

Muchos se preguntan por qué sigue Juan Cabandié al frente del Ministerio de Ambiente. No ha dado una sola buena noticia ni presentado ningún plan que lo destaque en la función. Llegó sin antecedentes para el cargo, salvo el de militar su condición de hijo recuperado de la dictadura y "chapear" con eso -como si fuera un título de nobleza- ante la policía de tránsito, prometiendo "correctivos" a los agentes, tal como quedara grabado en video y popularizara al militante cristinista en todo el país.

Ahora, los incendios en el Delta del Paraná.

Ahora, los incendios en el Delta del Paraná.

Pasaron los incendios en Corrientes y demostró no estar a la altura de las circunstancias. Tiene bajo su jurisdicción temas que requieren soluciones urgentes y prácticas, que afronta con respuestas ideologizadas, en torno a quiénes cree de su lado y quiénes, en su contra, partidariamente hablando.

Es así que ahora, en medio de los incendios en el Delta del Paraná, que debió haber prevenido, sostuvo que se deben a "la avaricia del sector productivo".

En el modelo de Cabandié, posiblemente nadie deba producir nada y todos colgarse de la teta del Estado, que autorice a comer, caminar, viajar o lo que sea. Hasta que se acaben los fondos con los que los privados que producen alimentan al Estado.

Al bajar de su Sierra Maestra imaginaria, el revolú Cabandié emitió un comunicado simulando hacer declaraciones, mostrándose en "modo Sergio Berni" sobrevolando en helicóptero su fracaso, en el que sostuvo: "Lo que sucede es que la avaricia del sector productivo, que en vez de esperar que se renueven naturalmente las pasturas o conformarse con la superficie de pastoreo para el ganado, queman pajonales, pasturas para renovarlas antes de las lluvias de primavera y esto es lo que estamos viviendo hoy".

"Esta es la razón principal, hay algo vinculado también a proyectos inmobiliarios, quemar para preparar la tierra, un cambio de suelo con futuro de proyectos inmobiliarios, pero el 90 por ciento es quema de pajonales para extender la superficie de pastura del ganado", subrayó el ministro.

Si fuera así de claro como parece saberlo, ¿tampoco pudo hacer nada antes? Si la tiene tan clara, ¿por qué no actuó junto a los gobiernos de Entre Ríos, Buenos Aires y Santa Fe, de su mismo color político, para aplacar la supuesta ambición de la que habla?

Y entonces ahora que los incendios están desatados, ¿no hay que echar agua en vez de palabras? ¿Qué gana el país con que Cabandié plante una bandera ideológica en cada terreno arrasado por el fuego que pisa en su "gestión"?

Sus equipos de prensa lanzaron una proclama en su nombre, señalando a los supuestos responsables: "Acá hay culpables, hay 100 o menos delincuentes que están perjudicando a 5 millones de personas. Entonces, si queremos analizar esta problemática desde la perspectiva ambiental, háganlo, pero esto es un tema productivo, tiene consecuencias ambientales pero las razones de porqué tenemos estos fuegos, es un tema productivo", les dictó a los periodistas a sueldo del Ministerio de Ambiente.

¿Ya está? ¿Con eso solucionamos todo?

El Gobierno está lleno de supuestos héroes de algún revolución que nunca empezó, que se autosatisfacen discursivamente, gastan millones de pesos del presupuesto en su imagen, en hacer política partidaria y en pasar el tiempo en el cargo, sin solucionar los problemas de fondo.

Cabandié es un claro ejemplo de ello: su paso por el cargo no ha servido para nada. Y sigue. 


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